Reflexión Político-Social, Noviembre 2019. IV Parte. Nuestro momento actual.
Reflexión Político-Social, Noviembre 2019.
IV Parte. Nuestro momento actual.
Luis Ignacio Hernández Iriberri
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IV Parte. Nuestro momento actual.
Así, por cuanto a la transformación dialéctica cualitativa en cuantitativa, la actual contradicción entre la facción burguesa oligárquico neoliberal conservadora y la facción burguesa populista neokeynesiana progresista, sólo representa un conjunto de transformaciones cualitativas respecto de la contradicción histórica principal burguesía-proletariado. Es necesaria, pues, primero, la solución histórica de esa contradicción particular interburguesa en la que se espera que la facción burguesa populista progresista salga victoriosa, pues es ésta la que históricamente se habrá de enfrentar, por último, al proletariado; y será del futuro triunfo de éste, que, finalmente, ese conjunto de transformaciones cualitativas se convertirá en la gran transformación cuantitativa que dará lugar al establecimiento del modelo de producción económico-social socialista. Confundir a esta burguesía progresista y su colaboracionismo revisionista como de “izquierda” o como “socialista”, sólo conduce a la postre a la frustración (e incluso en lo inmediato, a la confusión; por ejemplo, como en el caso del impensable despojo de parte de los ahorros del pequeño ahorrador -trabajador en retiro que toma su raquítica AFORE y para su mayor liquidez la deposita en un plazo fijo con una renta-, cuyo despojo en parte de la cual no esperado por un régimen como el actual, finalmente se consumó). De ahí la importancia del análisis en la magnitud de cada contradicción, a fin de entender nuestro lugar y nuestro momento histórico en ellas.
Sin duda el orden capitalista colapsa, y difícilmente pasará de julio de 2020 (algo que predijimos desde 2013, y que en 2014, al abrir nuestra cuenta de Facebook, instalamos ahí la gráfica de la ley de tendencia decreciente de la recuperación económica que con dicha gráfica habíamos descubierto), por lo elemental que se da por ley del mismo modo de producción capitalista: la recesión mundial por sobreproducción, que está por estallar en la imposibilidad del Fondo de Reserva (FED) de los Estados Unidos, seguir rescatando a la Banca privada. No colapsó a partir de 2018, gracias al control de la convergencia de la “crisis económica” y la “crisis política”; no lo hizo por la crisis del abandono del dólar gracias a manejos financieros; pero tampoco lo hará por la lucha de las “criptomonedas” en las operaciones comerciales; sino por lo que se da objetivamente y no se puede controlar: la cíclica sobreproducción y subsecuente recesión.
De ahí que es de fundamental necesidad adoptar una posición político-ideológica más del futuro, sin revisionismos colaboracionistas politiqueros y acomodaticios que en realidad buscan conservar el actual orden de cosas; parte esencial de ello es definir con precisión eso que la reacción denomina ridículamente a “la gringa”, como la “4t” (que otro periodista aún más reaccionario invirtiendo los términos llamó como una “t4a” (una “transformación de cuarta”), que en lo económico es en realidad un modelo capitalista de economía regulada (neokeynesiano, al que le hará falta ser más regulador); y en lo político ha de ser una democracia popular; esto es, en la cual se limiten los privilegios del capital y el dominio político de la burguesía en una “dictadura democrática del pueblo”; o, dicho de otra manera, como “el poder del pueblo (democracia), por el pueblo”; sin más representación burguesa en su nombre), organizando el más amplio frente popular.
De todo lo cual, a un año de gobierno, con marchas del conservadurismo más reaccionario para provocar, desestabilizar y crear caos; con desplantes separatistas de ocho entidades federativas en el norte del país; y al filo no sólo de la intentona golpista abierta y directa, sino de tal amenaza bajo el declarado respaldo de los EU de intervenir militarmente (en el “pretexto” -deliberado desde hace tres meses, según las propias declaraciones de Trump- de calificar al crimen organizado en México como “terrorista”, no sólo para capturar a Evo Morales por orden de la Interpol, sino dado el crimen a la familia méxico-estadounidense de los LeBarón y la inducción a estos a la traición a la patria al llamar a los Estados Unidos a intervenir; e incluso de declarar a López Obrador “cómplice” del “terrorismo” al no combatirlo en una guerra abierta), tal necesidad de movilizar al pueblo en un frente amplio; al sábado 30 de noviembre en que cerramos nuestras notas y terminamos de redactar esta serie de artículos; no se ha ni siquiera planteado. Resta sólo decir, que la relación de proporción entre las concentraciones del 1° de diciembre de conservadores y progresistas, atenua la situación tensa, pudiera confiarse en que no hay lugar a golpe de Estado alguno,,,, pero, precisamente…
Concurriendo la última reflexión político-social del año con el aumento de las restricciones en Internet y el agotamiento de nuestros fondos económicos sin fuente de momento para poder resarcirlos, no nos resta más qué, en el paso a las nuevas generaciones, por nuestra parte, sea el viejo lema del liberalismo: “laissez faire, laissez passer”!
Habrá que estar en guardia en los próximos días, y quizá de aquí en adelante; que los que duermen, lo hagan con las botas puestas; que los que velan, lo hagan con las armas amartilladas. Sea la mayor y mejor de las suertes a todos.