Reflexión Político-Social, Julio 2019: Una lucha ideológica en educación.
Reflexión Político-Social, Julio 2019:
Una lucha ideológica en educación*.
Luis Ignacio Hernández Iriberri**.
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Julio, una especie de “mes apagado”, de estancamiento, de “calma que antecede a algo”, reflejo de haberse alcanzado un punto límite en una amplia diversidad de aspectos: desde la guerra internacional, hasta el contacto con alguna otra civilización extraterrestre, pasando por las desilusionadoras expectativas de la “Cuarta Transformación de la República” en México.
El problema esencial aquí, es el educar en la ciencia (que no sólo es enseñar las ciencias naturales y sociales, o sólo enseñar el método de la ciencia ajeno a su aplicación, sino es educar con el método de la ciencia enseñando a aplicar el método de la ciencia), y ello está determinado, primero, por la teoría del conocimiento que se aplique; y, segundo, por la utilización directa de los métodos de la sistematización del conocimiento del aparato metodológico de la ciencia, en consistencia lógica con aquella gnoseología de fundamento; de modo que el primero que debe entender qué es la ciencia y su método y aplicarlo, es el docente; y ya éste elaborará la didáctica de su aplicación en su enseñanza y educación en ella.
En la teoría del conocimiento dialéctico materialista (marxista, del “viejo Marx” declarado por el “nuevo marxismo” como caduco y obsoleto), en la relación sujeto objeto, el sujeto que conoce (y que lo hace él en lo individual con sus propias capacidades intelectuales, y no en forma colectiva), se distingue del objeto de estudio (se abstrae o separa de él) y se relaciona con él a través de los órganos de los sentidos, mediante los cuales percibe esa realidad a manera de un reflejo de la realidad objetiva (y objetiva en tanto que existe independientemente del sujeto), la cual se representa en el cerebro en forma de conceptos, como un proceso subjetivo (propio del sujeto), que debe ajustarse lo más posible a la realidad tal cual ésta es, en un reflejo objetivo; y de ahí el principio del reflejo objetivo de la realidad objetiva.
En ese proceso, el objeto de estudio como una realidad concreta, es representado en el cerebro como una realidad pensada, que nunca alcanza a ser el reflejo completo y acabado de la realidad concreta, por lo que la investigación científica del objeto de estudio el cual se transforma incesantemente, tiene que estudiarse al infinito en ese proceso de abstracción y teorízación.
En la teoría del conocimiento del racionalismo crítico de Karl Popper, fundamento que hecha sus raíces en el empiriocriticismo, no hay relación sujeto-objeto, pues uno es idéntico a lo otro, el sujeto es el objeto mismo de estudio. Lo que el sujeto percibe sensorialmente es a sí mismo en su realidad vivencial o existencial en forma práctica o empírica. Por definición, el sujeto no se separa del objeto como no se separa de sí mismo, y, en consecuencia, no hace abstracción de su realidad concreta; es decir que, su reflexión en lo empírico concreto, no se teoríza (y cuando lo hace, rompe la identidad sujeto-objeto, y es él, como sujeto, entendiendo la realidad objetiva fuera e independientemente de él, en inconsistencia lógica con su propio fundamento gnoseológico); así, la realidad pensada no abstraída, es idéntica a la realidad concreta, cuyo conocimiento se va al infinito en una rutina vivencial empirista.
En una reflexión anterior habíamos llegado a la conclusión del inicio de una nueva época oscurantista, y toda nuestra reflexión posterior producto de los hechos, no hace sino confirmarlo; desde el atolladero económico y político internacional, hasta el rompimiento de la laicidad con la “4t” como contrarreforma juarista, burdamente justificada como una especie de obligada nueva “etapa postsecularista”, no sólo en México, sino mundial (confirmación del nuevo periodo oscurantista en marcha), que irrumpe ahora ya no como dominio doctrinal católico que se intentó con su proyecto de la “Teoría de la Liberación” desde principios de los años setenta; sino como dominio doctrinal protestante, y, como tal, un sumumm del esfuerzo de los evangelistas “Institutos Lingüísticos de Verano” fundados en Estados Unidos en 1934 e introducidos en México ya desde 1935 con el beneplácito de Lázaro Cárdenas mismo; más tarde, en los años setenta, denunciados por su labor alienante para con las comunidades campesinas, de espionaje y de control social; todo ello no más que psicología social aplicada como forma de control social y político, particularmente en los pueblos de una América Latina que se agitaba, primero, dada la Revolución Socialista en Rusia de 1917, y luego, más peligroso aún para el capital imperial, dada la Revolución Socialista en Cuba de 1959-1961, y su consolidación contra todo el poder imperialista en el curso de los años sesenta.
El riesgo inmediato para el imperialismo fueron los movimientos guerrilleros entre las comunidades rurales, desde los levantamientos armados en resistencia contra la intervención estadounidense, como en el cao de Cesar Sandino en Nicaragua a fines de los años veinte, hasta los de Rubén Jaramillo, Genaro Vázquez, Lucio Cabañas y los hermanos Gamiz en México durante los años sesenta.
Pero esa lucha campesina, del ámbito rural, se trasladó al ámbito urbano en las luchas proletarias de los movimientos sindicales de obreros petroleros y ferrocarrileros, entre otros, dados en México a fines de los años cincuenta (siendo de manera semejante en América Latina); y ello hizo que el capital monopolista internacional moviera nuevas piezas en el tablero: tuvo lugar entonces el Concilio Vaticano II, y tras él, la formación de la católica “Teología de la Liberación” (incluso con expresiones de ideología marxista), y poco después, reprimidos los movimientos campesinos, reprimidos los movimientos obreros, reprimidos los movimientos estudiantiles, ahora, en el fragor de las luchas populares generalizadas, aparece la llamada “Investigación-Acción”, más tarde complementada como “Participativa”, una estrategia de organización social y política sutilmente disfrazada de “nueva metodología social de investigación científica”, eficaz para el actuar político tanto en el medio rural como urbano, de una sociedad más culta y preparada.
En su momento, en las luchas sociales de los dos primeros tercios del siglo XX, la burguesía recurrió a la alienación del proletariado mediante los adoctrinamientos protestante y católico (al mismo tiempo infiltrándolos mediante esa organización religiosa para su control social y político); ahora, desde el último tercio del siglo XX al presente, la burguesía ha recurrido para esa organización social y política de control de los diversos movimientos sindicales, populares y de masas, a la sutil estrategia de la “investigación científica” en una supuesta nueva metodología de ésta: la “Investigación-Acción Participativa” propuesta a principios de los años setenta, con un fundamento gnoseológico no explícito en el racionalismo crítico de Karl Popper en donde, con un revisionista fundamento en el marxismo, identifica a la ciencia de la modernidad (y discretamente al materialismo dialéctico identificado a su vez con la ciencia), con el positivismo, y rechazando a éste, desconoce a aquella. Haciendo la identidad entre el sujeto y el objeto, anula la dialéctica de la relación entre lo abstracto y lo concreto, como entre lo empírico y lo teórico; y, primero rompe la dialéctica dada en la indisoluble unidad de los opuestos, y luego los yuxtapone y une con la argamasa de la “praxis”; y cuando en la metodología científica se entiende que del esfuerzo del conocimiento surge el saber, en la IAP, inversamente, se recurre al empirismo anticientífico del subjetivista “cuerpo de conocimiento humano”, como fuente del saber, a partir del cual se hace el conocimiento; y con todo ello, finalmente, se despoja la proletariado de la ciencia y su método como herramienta y arma para la real acción transformadora de la realidad, sustituida por “las cuentas de vidrio” de la “IAP”, que, ante una lucha comunista ferozmente reprimida y desintegrada, esta propuesta ahora, organiza y revuelve, pero que, con beneplácito del Estado, en cincuenta años sólo ha organizado y revuelto, en una nueva forma de adoctrinamiento y control social.
Por veinte años omitimos y menospreciamos esta propuesta de “investigación” sin estudiarla y ver que encubría fines de formas de organización social y política. Ahora que la hemos revisado con cierto detenimiento e interés, descubrimos su perversión. El interés estuvo en un debate ideológico con esta posición, sin valorar aún, y dicho explícitamente, la magnitud de su naturaleza; pero, luego de estudiarla, nuestra conclusión es que: nada se puede, ni se debe, hacer. Es como el que cae agotado en la nieve estando por arriba de los 7,000 m en la cima del Everest; si no tiene capacidad para ponerse de pie por sí mismo, nada se puede hacer por él, será en vano suministrarle el oxígeno que se quiera, con toda crudeza, por propios y extraños, se le dejará morir. En el caso que aquí reflexionamos (suponiendo que tenemos la razón), si aquel que participa del “método de la IAP” no tiene capacidad para someterlo a crítica por sí mismo con el verdadero método de la ciencia, no obstante se le suministre la teoría que se quiera, nada más se puede hacer, debe dejársele en su propia experiencia social (y ya él verá una situación inversa en nuestra propia condición); y así se ha cumplido con una etapa más de nuestro personal momento histórico. Es parte de las contradicciones actuales que habrán de agudizarse y resolverse de algún modo en el futuro.
Todo ello nos ha sido útil para complementar la caracterización de la historia política y social del siglo XX y lo que va del siglo XXI, con esta nueva determinante en las influencias ideológicas y de organización política y social de los pueblos de México y América Latina; y, más aún, para poder vislumbrar las perspectivas a un inmediato futuro, dada la fuerte influencia de esta corriente ideológico-política que habrá de subsistir, enraizada en las posiciones revisionistas del “nuevo marxismo” en el “racionalismo crítico”, en el “marxismo crítico”, e incluso en los “posmodernos” “pensamiento crítico” y “pensamiento complejo”: el que un pesado manto negro se abate lentamente sobre nosotros, en un momento histórico en el límite de las más difíciles circunstancias.
* Reflexión a los trabajos del Diplomado en Educación Alternativa, el XVI Curso-Taller del Educador Popular, y el VIII Seminario Internacional RIOSAL; México, julio 2019.
** Editor de la revista electrónica de geografía teórica: https://dimensionalidad.webnode.mx/. Geógrafo, con estudios de posgrado en su especialidad, egresado de la UNAM; con Maestría en Educación Superior; y estudios de Doctorado en Filosofía por el Centro de Investigación y Docencia del Estado de Morelos (CIDHEM).