Reflexión Político-Social, Agosto 2019:

05.09.2019 16:20

Reflexión Político-Social, Agosto 2019:

Luis Ignacio Hernández Iriberri

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                                 Las crisis económicas, nos dice el “Manual de Economía Política” de la ACURSS, son inherentes al capital; es decir, que el capitalismo se mueve y desarrolla gracias a sus crisis económicas, en las cuales se da una recomposición del capital, cuyos factores (inversión, empleo, producción, consumo, inflación, etc), se comportan aisladamente unos en unos ciclos largos y otros en ciclos cortos, pero que cuando esos ciclos convergen, se producen las grandes crisis económicas caracterizadas por detonarse por alguno de esos factores, pero que en el fondo son siempre, finalmente, crisis de sobreproducción.

 

                                 Dada esa característica de la sobreproducción, el incremento histórico de la actividad capitalista ha venido acortando ese ciclo, haciendo ya, por ejemplo, las crisis del siglo XXI (2000, 2004, 2008, 2012), de cada cuatro años, haciéndose a partir de esta última, un ciclo ya de cada dos años, prácticamente ya una crisis continua, que caracteriza el último lustro; y que, según la ley de tendencia decreciente de recuperación económica del capital, llegó a su límite, el mercado se paralizó, el capital no se mueve, y ya no tiene más capacidad de recuperación.  Esto es lo que ha llevado a EU a las disparatadas medidas arancelarias (como una especie de intentar “volver al origen”).

 

                                 La parálisis del mercado consiste en un “círculo vicioso” en el que deja de invertirse y se para la producción, ello implica desempleo o recesión, se pierde poder adquisitivo, y cae el consumo; como consecuencia, se acumulan las mercancías, lo que obliga a detener aún más la producción ocasionando más desempleo, más pobreza, y con ello menos consumo, y así en una espiral sin fin.  Y peor aún, intentar romper ese ciclo invirtiendo para la producción, generando empleo y con ello poder adquisitivo, agudiza aún más la crisis con la acumulación de mercancías: la sobre producción.  La preocupación del capital, por lo tanto, no es que las crisis ya no se den, sino el tener bajo control las consecuencias.

 

                                 Recientemente la revista Forbes publicó una gráfica en la que correlaciona el comportamiento de tasas de interés (en relación con la inversión), el desempleo y la inflación, mostrando el por qué de la opinión de algunos analistas, de que, a la caída de las tasas de interés (como estímulo a la inversión), paradójicamente se produce un mayor desempleo; una idea contradictoria y alrevesada, pero que parece evidenciarse en la siguiente gráfica de Forbes, que muestra en el lapso de 1996 a la fecha, dos momentos de crisis, 2001 y 2008, con gran recesión, que incluso permite prever para el 2020, en esa idea alrevesada, que dada la baja de las tasas de interés, ello producirá un enorme desempleo o recesión.

 

Gráfica de Forbes.

 

                                 Lo que estos analistas no entienden, desconocedores de la economía política marxista y la correcta relación de causa-efecto, es que, la baja de las tasas de interés y el desempleo, no pueden considerarse en un hecho simultáneo, como algo que, como se muestra en la gráfica, como causa y efecto, ocurre en el mismo año.  Dado el ciclo de producción-consumo, o inversión-ganancia, las causas anteceden a los efectos, en este caso, en el curso de uno a tres años, lo que, a su vez evidencia la misma gráfica, en donde años antes se da un incremento en las tasas de interés (se desestimula la inversión), y la consecuencia años después, es la recesión, que obliga, ahí sí, simultáneamente, a la caída de las tasas de interés a fin de estimular la inversión y con ello el empleo; consecuencia que, así mismo, se observa en la gráfica.  Curiosamente, si se invierte el concepto de “desempleo” a “empleo”, la curva se invierte simétricamente y nos parece que en esa relación directa se aprecia mejor.

 

Gráfica de Forbes, invertida la curva de “desempleo” como “empleo”.

 

                                 Luego, en la predicción de 2020, se pueden ver algunas diferencias: 1) tanto tasas de interés como inflación, esta vez, a diferencia de los momentos antecedentes a 2001 y 2008, no sólo no son elevadas, sino apuntan a la baja, o, en todo caso, con un ligero incremento en 2017 y 2018, que se refleja, en consecuencia, en una ligera recesión; y 2) en consecuencia, el empleo tiene una tendencia al crecimiento, y, en todo caso, o se estancará, o incluso tenderá a ajustes a la baja.

 

Gráfica del Comercio Mundial donde se aprecia un repunte de mediados de 2018 hacia 2019.

 

                                 Si consideramos el importante factor del comercio internacional (que se asocia al consumo), la gráfica al respecto muestra un ascenso al 5% en 2017, una caída al 3% en 2018, y una tendencia a repuntar hacia 2019, a pesar de aranceles y políticas proteccionistas.  Si esto se comporta en forma positiva (como creemos que lo hará), pueden hacerse dos interpretaciones: 1) ese repunte tanto del comercio como de la inversión (baja en tasas de interés), hablan, si acaso, de una ligera recesión como efecto de la falta de inversión previa de 2017 y 2018; y, 2) que ese repunte tanto del comercio como de la inversión, pueden significar, precisamente, sobreproducción, y, en consecuencia, una gran crisis económica (si el comportamiento se da en forma negativa, la gran recesión será inminente).  Y entonces las políticas proteccionistas del capital tiene una explicación lógica: atenuar la sobreproducción operando como una “autorregulación” económica, como un “va de retro” al fantasma de la guerra, que sólo ha sido eso, un espanto tanto para activar la economía en una “economía de guerra”, como para negociar la nueva recomposición del capital monopolista internacional, en la que la Unión Europea ha sido desplazada (como Japón en 1997), del reino de la competencia de los Tratados de Libe Comercio; y ahora se enfrentan solamente dos nuevas grandes potencias: EU, y China, con sus respectivos aliados.  Comienza un nuevo período para la historia: el reemplazo de EU por China, y el abandono del reino del régimen capitalista del monopolio de los grandes consorcios privados, por el pleno “capitalismo monopolista de Estado”, entendiendo por éste, más aún, el reemplazo del modo de producción capitalista, por el modo de producción socialista en un largo proceso.

 

                                 Por lo que toca a México, el analista brasileño José de Sousa, hizo un comentario interesante: “Si AMLO fracasa, América Latina quedará en la oscuridad”; pero a lo que hay que agregar…, <<y si no, también>>.  Y la razón histórica de ello, está en que, de una aparentemente simple clericalismo, de un mes a otro, puede afirmarse ahora que el gobierno de AMLO, apunta claramente ya a una clericatura (260 evangélicos en el gobierno de AMLO en los programas sociales, a salario de $70,000 mensuales), y esa clericatura, esencia de la “4t”, clara contrarreforma juarista, es su fracaso por necesidad.

 

                                 Y si a ello se agrega las consideraciones de H. Dieterich, sobre las debilidades de la “4t” (el no alcanzar el 4% de crecimiento anual; el etno-nacionalismo separatista bajo la influencia del EZLN -que si algo “bueno” tendrá la alianza con el evangelismo, será la capacidad de éste para desarticular la influencia del EZLN, e incluso al mismo-, reflejo, que no intentaremos siquiera demostrar y lo dejaremos a la creencia de buena fe, de los intereses de la Unión Europea que ha visto mal la alianza de AMLO con Trump; el sabotaje de amparos contra el nuevo aeropuerto; y la falta, coincidiendo con Dieterich, de una organización estratégico-táctica de defensa apoyada en las masas y no en el clero evangélico), ante el ataque conservador, mediante la “teoría de la identidad social”, de Tajfel-Turner (1979), como revela Dieterich, según la cual el individuo está determinado por el grupo, y la generación y control de dichos grupos permitiría la conducción de una desestabilización política que apunta al derrocamiento de AMLO para el 2021; entonces el conflicto civil, hasta el desencadenamiento en forma de guerra civil obligada nuevamente por la vuelta al poder del clero, como tantas veces lo fue durante el siglo XIX, alborea en el horizonte.