Qué es y qué no es la Ciencia y su Método. Particularidades.

20.01.2016 17:09

Qué es y qué no es la Ciencia y su Método.

Particularidades.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

Dimensionalidad.webnode.mx

28 dic 15.

 

2  Qué es y qué no es, la Ciencia y su Método:

    particularidades de la educación.

 

                                               La “posmodernidad”, yuxtaponiendo “ciencia” y “saber”, y priorizando éste sobre aquel, es, en esencia, una negación de la ciencia como principal aporte de la modernidad, y es por ello lo que la ciencia no es la “posmodernidad”; naciendo dicha “posmodernidad” como un embuste sofístico.

 

                                               Si la ciencia, el conocimiento, de la modernidad ilustrada hace alusión a la “luz de la antorcha prometéica” para que los humanos adquieran el saber y sean como dioses; su opuesto, el “saber” de la “posmodernidad”, es una vuelta al oscurantismo (es en el que ha de hacerse la “luz”, pero como el ilus divino, es decir, como la revelación).  Si el método de la ciencia tal como fue enunciado por Bacon y Descartes, es: <<avanzar a la luz del conocimiento y en la certidumbre de sus leyes>>; por su parte, el método del “saber” de la “posmodernidad”, tal como lo expresa Edgar Morin, es: <<avanzar en la oscuridad y en la incerteza>>; de modo que el calificativo de “oscurantista”  no es algo despectivo, sino aquello que califica (y por autocalificación), en esencia, lo que se describe.

 

                                               En esta diametral oposición, hay una serie de particularidades radicadas en la mente de todo ser humano, dadas por dialécticos pares de opuestos (que, en consecuencia, no existen de manera mecánica, independientemente unos de otros y por sí solos, sino en una relación en la que un opuesto es el dominante), que, expuestos en el siguiente cuadro comparativo entre la “ciencia de la modernidad” y el “saber de la posmodernidad”, finalmente esclarece diáfanamente, tanto lo que por su forma y contenido la ciencia y su método de la modernidad es, como lo que, por su forma y contenido, en la “posmodernidad”, no es:

 

 

                                               La psicopedagogía (próxima a cumplir un siglo de existencia formal), desarrollada en la llamada “Nueva Educación”, cuyo origen se da en el “Congreso Internacional para la Nueva Educación” en 1921, en Estados Unidos, a iniciativa del primer psicólogo norteamericano, Grenville Stanley Hall (1846-1924), es próxima a la “posmodernidad” por su naturaleza, hasta ahora, enormemente susceptible de convertirse en el fundamento de una educación en el idealismo filosófico, dado que: 1) la psicología (el estudio de la mente por la conducta inconsciente),es, por definición, un asunto del individuo; incluso si aún se trata como “psicología social”, en donde los conjunto sociales estudiados son considerados como “individualidades” (un individuo por agregación); y más aún, de un individuo que ha de ser considerado por su conducta inconsciente; y 2) la psicología aplicada a la educación, o psicopedagogía, hace de la educación, primero, ya no un asunto social, sino, por definición de la psicología misma, un asunto del individuo, y tomado éste, independientemente de la sociedad; y segundo, ya no un asunto de la investigación científica, sino un asunto de la “trascendencia de las ideas”; es decir, de la “objetivación” de un “saber innato”, a fin de reconocer su contenido o aprenderlo en ese proceso.  Así, estas dos solas observaciones son suficientes para entender un fundamento idealista filosófico en el pensamiento, con todas sus implicaciones metafísicas.

 

                                               Pudiéramos aceptar a la psicología, en general, como una ciencia, no obstante, una ciencia muy especial; no de la objetividad (como el común de las ciencias modernas), sino esencialmente de la subjetividad (no es, con todo, excepcional en la ciencia de la modernidad, pues tal situación es la misma que la de la ciencia del Derecho); y esto la hace aún más proclive al idealismo filosófico.

 

                                               Sin embargo, desde la formalización de la educación de la Época Moderna con Juan Amos Komensky (Comenio, 1592-1670), a partir de su obra Didáctica Magna, 1657, hasta 1921, toda educación (casi por tres siglos), fue exclusivamente sociopedagogía; esta, esencial y eminentemente en el pensamiento materialista filosófico.

 

                                               Los principios de la educación en Comenio, en los fundamentos de su Didáctica Magna: la educación como un asunto social (que todos sepan de todo, en colectivo, y como responsabilidad del Estado); y la educación como un proceso del raciocinio (de la lógica), son a su vez, los principios más generales y esenciales de la sociopedagogía.

 

                                               La sociopedagogía es exactamente lo opuesto a la psicopedagogía, y en ese sentido, a la modernidad de aquella, se opone la “posmodernidad” de ésta.  Esencialmente, en el paralelismo con lo dicho de la psicopedagogía, la sociopedagogía centra la educación como un asunto social (no del individuo); los principios de ésta se fundan, por lo tanto, no en la Ética (la teoría de la moral; sin que esto quiera decir que en la psicopedagogía no exista una ética o moralidad, sino que, precisamente, no son su fundamento); es decir, en la conducta consciente del individuo no ajeno a lo social, sino, por lo contrario, responsable y comprometido con la sociedad; y en un esfuerzo de investigación para un conocimiento de la verdad objetiva de la realidad objetiva.

 

                                               En consecuencia, ciertamente en este curso (dedo el atraso de la educación en México), se nos impone una realidad concreta en la práctica, en la que nada es coincidente con lo que en teoría, idealmente, debería ser en estos estudios, y de ahí que, por un lado, necesitamos una recomposición en tres aspectos: 1) en conocimientos (en la educación); 2) en la formación profesional (pensamiento crítico); y 3) en los fundamentos filosófico-ideológicos (por los que no se identifique “objetividad” con “neutralidad”); y por otro lado, requerimos una continuidad en estos estudios, en una de dos alternativas: 1) siguiendo la especialización tal cual (sin dejar de lado el “rompimiento de esquemas”); y 2) romper ya no sólo esquemas, sino con la propia especialización misma; a) ya con una nueva propuesta en la línea psicopedagógica, o, incluso, b) en la negación misma de ésta, pasando a la sociopedagogía.