Política Económica Internacional. Del TLC (1994-2014), al TPP (2015) (5/)
“Política Económica Internacional”.
Del TLC (1994-2014), al TPP (2015) (5/).
Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.
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5 nov 15.
En el contexto en que venimos explicando la política económica internacional, por la contradicción proteccionismo-competitividad, hemos visto que, marcadamente, al finalizar la II Guerra Mundial (1945), tiene lugar una reorganización de la economía mundial, centrada en la creación de “Grupo del Tratado de Aranceles y Comercio” (GATT, 1947), cuya finalidad se dirigió a regular el comercio internacional entre los países capitalistas, eliminado las medidas restrictivas de las políticas proteccionistas. No obstante, seis años después, a raíz de la Guerra de Corea, 1953, da inicio la llamada “Guerra Fría” (1953-1993), expresión plena de la contradicción proteccionismo (socialismo)-competitividad (capitalismo), que se mantuvo así por cuarenta años; hasta que, a la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS, 1990), y con ello la caída del mundo socialista, el GATT, habiéndose transformado en “Organización Mundial del Comercio” (OMC, 1985), dirige sus esfuerzos a la creación de los “Tratados de Libre Comercio”, que organizados en tres zonas mundiales, pretendían integrar el comercio: 1) de Asia-Pacífico, hegemonizado por Japón; 2) América del Norte, hegemonizado por los Estados Unidos; y 3) Europa, hegemonizado por Alemania-Francia, puestos en operación a partir de 1994. Entre tanto, entre los antiguos países del ámbito socialista, se trató de reorganizar la economía en el comercio de la “Comunidad de Estados Independientes”; mientras que China lo hacía adecuando su región portuaria al sistema capitalista.
A partir de 1994, bajo la idea ya de un “mundo unipolar” (casi exclusivamente capitalista), y mediante los Tratados de Libre Comercio, se eliminan aún más las restricciones proteccionistas de los Estados nacionales; pero justo a partir de ahí, la contradicción proteccionismo-competitividad, entre economías de Estados, se transformó en una contradicción entre economías de monopolios internacionales.
Desde la puesta en marcha de los “TLC”, prácticamente se inició una guerra comercial (con conflictos bélicos indirectos, con la finalidad de obstruir el desarrollo y ventaja de uno u otro Tratado), cuyos protagonistas fueron Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. Desde 1993 se inicia en Europa la “Guerra de los Balcanes”, que casi comprenderá casi toda la década de los noventa; y a la fecha de inicio del TLCAN, se origina el levantamiento armado del “Ejército Zapatista de Liberación Nacional” (EZLN), en Chiapas, Mex. Poco después, en 1997, mediante una “fuga intempestiva de capitales”, se propicia una crisis económica en Japón, de tal magnitud, que prácticamente disolvió el “Tratado Asia-Pacífico”, dejando ya solo en conflicto a los tratados hegemonizados por EU y la UE, que, finalmente, 20 años después, ven anulados mutuamente sus propios desarrollos: por un lado, el crecimiento y estabilidad de la integración de la UE, y por otro lado, la inviabilidad de la expansión del TLCAN en el “Acuerdo de Libre Comercio para América Latina” (ALCA), a lo que, en particular, se opuso el “Acuerdo de Comercio para América del Sur” (Mercosur); y ante el nuevo crecimiento tanto de China como de Rusia, en 2015 se acuerda el “Pacto Comercial del Pacífico” (TPP), inicialmente integrado por 12 países de la región del Pacífico…, excepto China.
En suma, se corrobora lo previsto por Marx desde el siglo XIX: la lógica del capital llevaría a éste al desbordamiento de las fronteras nacionales, y luego a la alta concentración de monopolios internacionales; a lo que Lenin en particular denominó como el “Imperialismo, la fase superior del capitalismo”; borrando cada vez más las soberanías de los Estados nacionales, conocido hoy como proceso de “globalización”, pero al que Marx había denominado como proceso internacionalista del capital, mismo del que deriva la unidad internacional del proletariado del mundo.
La política económica internacional actual, esencialmente de los grandes monopolios internacionales, converge con la “tendencia decreciente de la recuperación económica del capital”, a partir de 2014, recuperación ya prácticamente nula; lo cual explica la negación absoluta de la amplia “libre competencia” (negada ahora ya no por el proteccionismo, sino por los monopolios), y su capacidad para dar continuidad a la economía de mercado, en una competitividad, ahora, entre grandes consorcios monopólicos, que comercialmente se anulan de manera mutua, cayendo en la parálisis económica del capital mundial, que caracteriza la actual crisis económica generalizada.
La contradicción más general y esencial del capital: por una parte el carácter social de la producción (es decir, de la riqueza socialmente generada), y por otra parte, en forma opuesta, la apropiación de esa riqueza en las pocas manos de los consorcios monopólicos internacionales, alcanza ahora ya su máxima expresión, manifestándose en esa desigualdad en la que los grandes capitales monopólicos se apropian del 80% de la riqueza mundial, y el 20% se distribuye entre el proletariado altamente depauperado.
Si se sigue el pensamiento de Marx y Lenin, no es difícil entender, primero, que estamos viviendo un momento histórico semejante a lo que significó el año 476 o el año 1453: el cambio, pero ya no en la simple perfectibilidad del sistema económico-social, sino el cambio profundo, de sustitución de un modo de organización de la sociedad para producir sus bienes materiales y la distribución de la riqueza, por una nueva manera de hacerlo, de una forma más justa e igualitaria, y segundo, que ante la vertiginosidad de los procesos sociales actuales , más que distraer el pensamiento en un esfuerzo inútil de una supuesta recuperación de la economía y de la perfectibilidad del sistema (por más tratados comerciales que se hagan), o que, incluso, se optimiza el trasiego internacional del comercio, como se espera de la apertura del segundo Canal Interoceánico en Panamá, de un tercer Canal en Nicaragua (ya en obra), y del posible Canal del Istmo de Tehuantepec, se hace necesario, más bien, entender el proceso de transición de un modo de producción a otro en la dialéctica de las condiciones económico-sociales y políticas particulares actuales.