Política Económica Internacional. Competitividad y Proteccionismo (4/)

17.10.2015 16:12

“Política Económica Internacional”.

Competitividad y Proteccionismo (4/).

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

https://dimensionalidad.webnode.mx/

15 oct 15.

 

                                               Si se analiza dialécticamente la relación entre la necesidad social de la producción y la competencia que impone el orden capitalista, se revela una de las contradicciones más claras y esenciales del sistema económico-social capitalista.

 

                                               En el origen de tal contradicción (en México durante el porfiriato), está la identidad natural de la necesidad de la producción social, y en lo inmediato, nada se ve de diferente en ese proceso que lo ponga en entredicho.  Pero en un segundo paso, de pronto algo aparece que muestra una diferencia: dos o más fabricantes de un mismo producto, entrarán en competencia, tendiendo a la acaparación, no sólo del mercado, sino de las fuentes de materias primas, recurriendo a todo tipos de medidas que sean necesarias para lograr tal objetivo, que asegurará el fin último del capital: obtener la “máxima ganancia”.

 

 

                                               Dicha acaparación da lugar a un hecho conocido como monopolio, cuya sola existencia se convierte en la negación de la esencia misma del capitalismo, que consiste en el principio de que cualquiera pueda producir, vender y comprar libremente, y es esta negación del capital a sí mismo, lo que hace necesario que el Estado regule esa supuesta posibilidad de la “libre competencia”, adoptando medidas proteccionistas hacia las empresas de baja competitividad, tendiendo a la extinción ante los monopolios (en México, con la aplicación del modelo económico de economía mixtas o regulada, a partir de 1930).

 

 

                                               Esa monopolización se despliega a nivel internacional a partir de 1947, cuando el mercado y comercio internacional, hace necesaria la aparición del GATT, en cuya integración paulatina de países a dicho acuerdo, muestra indirectamente el proceso de “globalización” y lucha de monopolios en el plano internacional.

 

                                               En el proceso, esa necesidad creciente de regulación del Estado, ante la tendencia cada vez mayor del proceso natural capitalista de monopolizar (por la “ganancia máxima”), generará que esa diferenciación en la producción social, entre proteccionismo y competencia,, se convierta cada vez más en una contrariedad irresoluble (en México, con el cambio de modelo económico de la economía mixta o regulada, al modelo de economía populista, por la década de los años setenta), en la que competencia y proteccionismo se ven como dos condiciones necesarias del sistema.

 

 

                                               Sin embargo, esa contrariedad y su aparente existencia natural, y hasta mostrada como positiva, pronto ha mostrado en la historia (en México a partir de 1980, con el establecimiento del modelo económico neoliberal), que en realidad, lo que esconde, es la más feroz contradicción entre ambos opuestos, por la que los monopolios verán un obstáculo en las políticas proteccionistas y lucharán cada vez más por erradicarlas, frente a la necesidad insoslayable de reguilar la producción en nombre del principio de “libre competencia” en la empresa capitalista, que se resiste a ser absorbida y destruida por la monopolización.

 

 

                                               Finalmente, la solución a esa contradicción dará lugar a la síntesis de una nueva identidad: un nuevo orden económico-social, el cual ya se vislumbra en la naturaleza misma de esa contradicción, en la que en el fondo, lo que se confronta es la necesidad de la producción social, con la apropiación capitalista de la misma en la forma de propiedad privada.

 

 

                                               Los grandes grupos de consorcios monopólicos muestran en sí mismos esa socialización de la producción, que en ellos está en manos privadas, haciéndose necesario, finalmente, que esa producción social, pase a manos del Estado, como forma de representación de los intereses más amplios de la sociedad: los intereses del proletariado.

 

                                               El proceso histórico de esta contradicción (fechada aquí para México), es básicamente igual en el plano mundial, por lo menos, de los países capitalistas más desarrollados.  Ello está en plena consonancia con la actual cadena de crisis económicas (México, 1982; México, 1988; México, 1994; Japón, 1997; Estados Unidos, 2000; Estados Unidos, 2004; Estados Unidos, 2008-2009; y generalizadas, 2012 y 2014); en donde muchos analistas toman como referencia la crisis de 2008-2009, como punto de partida de lo que ya es una crisis económica capitalista permanente y generalizada (que en nuestra apreciación particular, hemos visto que aún hubo un ciclo necesario de cuatro años –dos años del “valle” en crisis apenas percibida, 2010-2011, y dos años de la “cima” en recuperación, 2012-2013–, tras lo cual se altera el ciclo en sólo dos años, lo cual no significa otra cosa ya, que el inicio, ahí, de una crisis permanente que está conduciendo al capitalismo mundial a su parálisis y colapso final.