Política Económica Internacional. Análisis e Inmediato Futuro (6/)
“Política Económica Internacional”.
Análisis de la Política Económica Internacional
y Nacional Actual, y el Inmediato Futuro (6/).
Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.
https://dimensionalidad.webnode.mx/
6 nov 15.
Un problema fundamental de la política económica internacional actual y al próximo futuro, está en que, ante la incapacidad del capital para poder satisfacer las crecientes necesidades sociales, se hace necesario reorganizar la manera de producir y distribuir los bienes materiales de la sociedad, y el que tal hecho, a diferencia de la experiencia de la Revolución Socialista en Rusia de 1917, ahora se nos presenta como un proceso de transición, cuyas etapas y características se hace necesario precisar y entender, así sea en un esbozo tentativo.
Algo que Marx hizo ver, es que, la más alta monopolización, representa a su vez, la más alta socialización del trabajo y la producción en el ámbito capitalista; lo que ello significa, dicho de otra manera, que basta con “socializar los monopolios”, para que esa socialización del trabajo y la producción en ellos, vean distribuida la riqueza en la sociedad misma en su conjunto.
El asunto es, pues, qué significa la “socialización de los monopolios”: y ello no es otra cosa, que, su estatización. Es decir, la desaparición de los monopolios capitalistas, para pasar la administración de su producción al Estado. Será así, y sólo así, como pueda satisfacerse las necesidades sociales de justicia e igualdad.
Luego, tenemos que considerar si esa socialización podrá hacerse bajo las condiciones políticas actuales, lo cual, evidentemente, no puede ser así. Se hace necesario, pues, profundos cambios político-sociales; y es ahí donde está el problema que nos enfrenta a la disyuntiva de una transición pacífica, o un conflicto revolucionario.
La teoría política histórica generalizada, indica que la transición pacífica, pura, como tal, no es posible, que siempre desembocará en un hecho revolucionario, como consecuencia de las resistencias de las que gozan de los antiguos privilegios. Pero hablamos de la transición, condición obligada haya o n o el hecho revolucionario, puesto que ello prepara el establecimiento de las nuevas condiciones.
Una cosa es que existan las condiciones objetivas y subjetivas para la revolución, y otra que la revolución se dé. Esas condiciones objetivas han estado presentes ya de manera constante desde fines del siglo XX; lo que ahora es el problema, son las condiciones subjetivas, es decir, la teoría de esa revolución, que precisamente, explique las etapas de transición, hasta llegar al conflicto armado revolucionario si éste se hace inevitable.
A partir de 2014, este es ya una situación inevitable e irremisible. Desde 2013 pudimos predecir la posibilidad de lo que acabó siendo 2014: una crisis; y en este año, pudimos predecir la posibilidad de lo que podría ser 2015, como fue; pero ahora la predicción ya no está en términos de “lo posible”, sino de lo categóricamente afirmativo: de 2016 a 2018, México se encaminará a un estallido social, tanto por necesidad, como porque hay poderosos intereses geopolíticos que así, de hecho, lo están propiciando ya.
Determinada por ello, la política económica internacional (y la de México incluida en ello), habrá de discurrir en una mayor “liberalización”, en la que la burguesía nacional (y no precisamente nacionalista), anhela pretensiones competitivas de “I Mundo” (algunos de los más ricos del mundo, representados en la política actual del PRI-PV-PNA), que se enfrenta a los intereses imperialistas norteamericanos y sus fuerzas colaboracionistas de una pequeñaburguesía de derecha, disfrazada de “izquierda reformista” (PRD), que no quiere aquí, y menos precisamente aquí, esa competencia. Ante una burguesía nacional proimperialista expectante, que en su conservadurismo, ha demostrado ser poco afectiva (representada en el PAN y ES); como de una burguesía nacional, esta sí, nacionalista (representada por el MRN y MC), ya de poco peso en la actual lógica histórica*.
Es muy posible que esa burguesía nacional de pretensiones capitalistas de I Mundo, pierda la partida (sólo un conflicto internacional quizá la pondría en condiciones ventajosas), pero ello no le preocupa en lo más mínimo, y de ahí que no le interese una alianza nacional; no le va la vida en ello, y sí seguirá su juego con el Imperio.
Lo dicho hasta aquí, hace aparecer que la iniciativa histórica aún está del lado de la burguesía; mas no es así (ésta ya no tiene perfectibilidad ni posibilidad de recuperación económica), sino todo lo contrario, la iniciativa histórica está ya del lado del proletariado, el cual, incipientemente, ha comenzado a movilizarse como propia clase social, rompiendo con los colaboracionismos y reformismos, con conciencia de sus propios intereses. Si nos ubicamos en el juego de la burguesía, fácilmente podemos deducir que no hay posibilidad alguna de transición a mejores condiciones sociales, sino a una crisis y depauperación cada vez mayor; por lo tanto, esta transición sólo será posible desde la lucha del proletariado; o dicho inversamente, la actual lucha del proletariado, es la lucha por una transición a un orden económico-social más justo e igualitario.
En consecuencia, vienen dos a tres años cruciales, literalmente dicho, en la historia de México: en medio de esa pugna interburguesa (burguesía nacional con pretensiones competitivas de I Mundo-burguesía imperialista y colaboracionismo), está el proletariado con su propia lucha e intereses (de lo que se puede valer la burguesía nacional competitiva a su favor, pero, a la vez, sin que ello le interese). De la misma manera, exactamente, al proletariado le puede tener sin cuidado la política económica de esa burguesía nacional competitiva, que la misma política económica imperialista; en ambas, el daño a la vida del proletariado es prácticamente el mismo. La pérdida de toda soberanía, el despojo y la depauperación total, con la paradoja de que, muy difícilmente esa política económica se pueda evitar (el posible conflicto bélico internacional, sólo inclinará la balanza de la política económica internacional de una burguesía a otra).
El problema de la lucha del proletariado, no está tanto en intentar detener lo inevitable (que al final, crea las condiciones de una mayor socialización), como en centrarse en su capacidad de organización y lucha misma, para establecer sus propias condiciones: inicialmente, una política económica estatista, de democracia popular, frente al liberalismo de la burguesía competitiva, en un frente único antiimperialista, y antifascista contra ese carácter del colaboracionismo.
* Análisis de clases del que no hemos sido conscientes sino de agosto o septiembre de 2015 a la fecha (noviembre de 2015).