Materialismo Dialéctico, la Ciencia y el Método de la Ciencia…; ¡ah, y otro asunto: la conciencia del compromiso social y político del individuo! 4) Fundamentos gnoseológicos y metodológicos de la sistematización del conocimiento verdadero: siglo XIX.

09.08.2019 14:55

Materialismo Dialéctico, la Ciencia y el Método de la Ciencia…;

¡ah, y otro asunto: la conciencia del compromiso social y político del individuo!

4) Fundamentos gnoseológicos y metodológicos 

de la sistematización del conocimiento verdadero: siglo XIX.

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

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(5 ago 19)

 

                                 Si el Renacimiento fue una revolución, la Ilustración fue la consolidación del cambio que se operaba, realizado finalmente en 1789 con la Revolución Francesa.  Ninguno de los pensadores de la Ilustración fue tampoco, un “revolucionario en el deber de hacer la revolución”, sino pensadores avanzados de la nueva clase social ascendente, la burguesía comercial e industrial, con cuyas ideas y conocimientos hicieron consolidar esos cambios, y la historia los hizo revolucionarios.  Algunos participaron en política, pero la ciencia no la extrajeron de ahí, sino, más bien, al revés, fue de la sola existencia de su ciencia, que se extrajeron las determinaciones políticas, cuando no, como es el caso de Adam Smith (1723-1790), que es de su teoría económica que el modelo mercantilista del capital, pasa al modelo liberal (de la libre competencia del capital), y en la segunda mitad del siglo XVIII tanto por ellos para establecer un orden nuevo, industrial y comercial, como por las monarquías feudales que resistían a su embate.  Y no era de las Universidades controladas por las antiguas ideas de una ciencia “oficial” institucional de donde se producía el conocimiento avanzado, sino era de la “ciencia proscrita”, fuera de las universidades, censurada y obstruida por todos los medios.

 

 

                                 Luego de Kant, aparece la personalidad de George Friedrich Wilhelm Hegel (1770-1831), el último gran pensador de la forma del idealismo objetivo (la metafísica), cuya obra principal es la Fenomenología del Espíritu, 1807; un estudio de la evolución de la conciencia en la “Idea Absoluta” o Dios, en donde el ser humano llega al dominio de la ciencia y su método, de modo que Hegel ve al ser humano, dice Marx, como “resultado de su propio trabajo”[1], en donde la “Idea Absoluta” regresa a sí misma (Dios se reconoce a sí mismo en el ser humano, como éste en Dios); y es en su trabajo publicado posmortem, Lecciones Sobre Estética, 1838, que Hegel, al referirse a la definición del arte; luego que históricamente Platón la definiera como “imitación” y Aristóteles “imitación transformada”, dado que el ser humano no podía hacer sino reproducir lo que Dios había creado, y que Kant define como “construcción”, donde el ser humano construye ahí donde Dios no lo había hecho; Hegel, finalmente, la califica ya de “creación”, con lo cual equipara al ser humano a Dios, ambos no sólo creadores, sino una identidad, con lo cual el viejo deísmo de la Ilustración se transforma, por último, en franco ateísmo.

 

 

                                 El orden capitalista se había consolidado, estaba en su cúspide, y es hacia la muerte de Hegel que una nueva clase social, el proletariado, deja sentir su presencia en el reclamo de sus necesidades.  Ahí comienza la organización llamada “Mutualista”, origen de los sindicatos obreros, y a partir de éstos, se originan los primeros movimientos proletarios en huelgas como de los sederos de Lyon, Francia; o en movimientos como el llamado “Cartismo”, en Inglaterra.  Ahora el proletariado es la clase social ascendente y progresista, deseosa de transformaciones; y la burguesía y su orden capitalista la que ofrece la resistencia conservadora, que se hará tanto más represora oscurantista, cuanto más el proletariado se acerque a arrebatarle el dominio.

 

                                 Pero, en el campo de la ciencia, cuando Hegel murió, Carlos Darwin (1809-1882), tenía apenas veintidós años de edad, y en 1842 ya tenía elaborada su teoría de la evolución de las especies, que se vio obligado a publicar en 1859, ante el hecho de que Alfred Russel Wallace (1827-1913), había llegado independientemente a las mismas conclusiones, y ello significó una “revolución copernicana” en ámbito de la biología.

 

                                 Hegel mismo comenzó a ser sometido a crítica por sus propios discípulos, uno de ellos, Ludwig Feuerbach (1804-1872), en su filosofía materialista no del todo consecuente, y ateo en abierta lucha contra la religión, en lo cual vio la identidad de la filosofía idealista metafísica de Hegel (idealismo objetivo), con la religión; y con ello inició el ascenso de un nuevo fundamento gnoseológico, que de manera natural fue expuesto por el “Heráclito” de nuestro tiempo: Joseph Dietzgen (1828-1888), un obrero, ateo, filósofo autodidacta, de pensamiento materialista dialéctico natural, que se anticipó a Marx y Engels en ello.  Su preocupación central era la teoría del conocimiento, expuesta en La Esencia del Trabajo Mental Humano, 1869, en donde, no obstante, no logró hacer un planeamiento dialéctico completo.

 

                                 Hegelianos fueron también Carlos Marx (1818-1883), y Federico Engels (1820-1895), y en su momento, a partir de 1844, críticos del mismo, pero a partir de quienes la teoría de la burguesía acerca de la interpretación del mundo en la filosofía metafísica de Hegel, fue sustituida por la teoría del proletariado acerca de la interpretación del mundo en la filosofía materialista dialéctica de Marx y Engels; y comenzó el declive del orden burgués capitalista.

 

                                 Todo lo expuesto por Marx y Engels, dice Lenin, es la dialéctica materialista, ciertamente, no expuesta como una teoría en un sistema formal, primero, porque la dialéctica materialista no se elaboró de una vez como un sistema de ideas para entender la realidad, trabajadas en un ámbito académico, sino, inversamente, como una paulatina reflexión hipotético-deductiva de la realidad para la elaboración de la ideas; y, segundo, porque es en ese sentido que Marx y Engels se refieren a la dialéctica materialista más que como una filosofía, que lo es, como un método para investigar y entender la realidad objetiva.  A Engels le corresponde hacer el último aporte tanto a los fundamentos gnoseológicos en la identidad de la dialéctica, la lógica y la teoría del conocimiento, como de la metodología del conocimiento científico, tal como lo tenemos hoy en día, al resolver la función de la lógica dialéctica en el conocimiento de la verdad.

 

                                 La elaboración y aplicación de la dialéctica materialista a partir de la realidad objetiva, es de suma importancia entenderlo, porque la dialéctica materialista no es una teoría acabada y predeterminada, sino, decía Engels, una herramienta de la cual valerse para entender la realidad en cada momento concreto.  La dialéctica materialista, el marxismo como método, decimos nosotros, no es una herramienta que podamos preferir por otra, sino es una manera de pensar, que se constituye en método para entender y transformar la realidad.

 

                                 Así, cuando, por ejemplo, el marxismo se confunde con la crítica de la economía política del capital, no se está entendiendo su esencia y en consecuencia se empobrece.  La crítica de la economía política del capital es sólo una de las infinitas aplicaciones posibles de la dialéctica materialista o marxismo, a la comprensión de la realidad, en este caso, en el análisis de la sociedad.  Los trabajos de la Dialéctica de la Naturaleza de Engels, es ejemplo de la aplicación de la dialéctica materialista a la comprensión de la realidad en el ámbito de la naturaleza.  Ni esos trabajos concretos de Marx, ni esos trabajos concretos de Engels, son el marxismo o dialéctica materialista, ellos son sólo aplicaciones de la dialéctica materialista a una u otra esfera de la realidad objetiva.  La esencia del marxismo es, pues, la filosofía dialéctica materialista; todo lo demás, es aplicación de ella (el mal llamado “materialismo histórico”, como Lenin lo explica en su Materialismo y Empiriocriticismo, 1908, no es una parte del marxismo, sino tan sólo la aplicación de la dialéctica materialista a la comprensión de los fenómenos histórico-sociales).  La economía política y el socialismo utópico, no sólo como fuentes del marxismo, decía Lenin, sino como “partes integrantes”, se debe a que, mediante ello se teorizó los fundamentos de la dialéctica materialista.  Son partes integrantes en tanto que, junto con la filosofía clásica alemana, se elaboraron los fundamentos teóricos del marxismo, ampliados a la teoría del comunismo.  Esto es, que, la teoría del comunismo, que integra la filosofía del materialismo dialéctico, la economía política y el socialismo, es la más brillante síntesis de la aplicación de la dialéctica materialista.

 

                                 La filosofía materialista dialéctica, en tanto filosofía, proporciona, entre una teoría de la estética y de la ética, una lógica o fundamento gnoseológico; pero, en tanto método, constituye la máxima generalización y síntesis de la ciencia y sus procedimientos de sistematización del conocimiento verdadero.

 

                                 El primero en difundir el marxismo fue el pensador Gueroguin Valentinovich Plejanov (1856-1918), revolucionario ruso que pasó del populismo al marxismo, y contribuyó con la crítica a aquel y los revisionismos.  A él le siguió Vladimir Ilich Ulianov, Lenin (1870-1924), que junto con Marx y Engels, es el tercer teórico de los fundamentos de la dialéctica materialista, y el que, con la aplicación de ésta, realizó en Rusia en 1917, la primera Revolución Socialista con la que, en ese proceso de declive del capitalismo, comenzó su derrumbe, su sustitución histórica como modo de producción que dio de si todo lo que podía dar, para ser reemplazado por un nuevo modo de producir, en una nueva manera de la organización de la sociedad para producir y distribuir sus bienes materiales.

 

                                 Y he aquí que ni esa Revolución Rusa, ni el Estado de la URSS que le siguió después, son, ni el marxismo que es algo más vasto, ni la realización plena de la teoría del comunismo, que es un proceso histórico.  Han sido sólo la experiencia histórica del siglo XX de la aplicación de la dialéctica materialista en el aso concreto y específico de Rusia y los países integrantes en su momento histórico concreto, de la URSS.  Por lo tanto, su derrota en la Guerra Fría (1950-1990), no significa la “derrota del marxismo”, el “fracaso de la dialéctica materialista”, o la obsolescencia del “viejo Marx”, sino tan sólo la evidente dificultad de una aplicación dada de la dialéctica materialista a la transformación de la realidad.

 

                                 Stalin fue una interpretación de esa aplicación en su realidad y momento histórico concreto, para bien o para mal; Trotski fue otra interpretación y posible aplicación; como Mao Tse-Tung lo fue para China en su lugar y momento histórico concreto; o Ho Chi Ming lo fue para Vietnam; o Fidel Castro lo fue para Cuba; e incluso, como Pol Pot lo fue para Camboya, con todo lo que una interpretación de aplicación u otra tuviese de acierto o incluso de aberración histórica.  Ninguna de ellas es el marxismo como tal en un todo, son sólo como aplicaciones del marxismo a realidades y momentos históricos concretos, partes integrantes de la experiencia histórica del proletariado para establecer su propio orden de cosas.  De ahí el infantilismo, primero, de sustituir la aplicación dialéctica materialista del análisis concreto de la situación concreta de cada lugar y momento histórico, por el traslado mecánico de esas experiencias y liderazgos a otras situaciones; y, en segundo lugar, de reducir el marxismo a una discusión dogmática y sectaria entre “estalinistas” y “trotskistas”, o entre estos y “maoístas”, etc, en una interpretación muy pobre de la que realmente es el marxismo o dialéctica materialista.

 

                                 Una afirmación de Lenin en una inferencia inmediata, fue que, “la dialéctica materialista es todopoderosa, porque es exacta”; y a ello hay que agregar lo dado por supuesto: que <<es exacta, porque es científica>>, es decir, que se despliega en la ciencia y su método de sistematización del conocimiento; tal como la dialéctica materialista , hemos dicho antes, es la máxima generalización y síntesis en que se condensa la ciencia y sus procedimientos para la obtención del conocimiento verdadero, como principal aporte de la modernidad y la Ilustración.

 

                                 Y es por ello que toda la reacción burguesa del siglo XX a lo que va del siglo XXI, que culmina con la llamada “posmodernidad”, que como tal pretende dejar atrás los aportes de la modernidad, se dirigen a la destrucción tanto de la ciencia como del marxismo, porque ello es, en última instancia, una identidad; y de ahí que debe hacerse la explicación detenida de esta situación en un subsiguiente apartado.

 

 


[1]        Rosental-Iudin; Diccionario Filosófico; Editorial Pueblos Unidos; Montevideo, 1965; v. Hegel.