La Teoría del Conocimiento y la Educación. La Dialéctica Materialista
La Teoría del Conocimiento y la Educación.
La Dialéctica Materialista.
Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.
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21 jun 15.
2 La Dialéctica Materialista.
Desde la Antigüedad, la dialéctica como el materialismo, fueron considerados dos sistemas filosóficos por separado. Con Hegel a principios del siglo XIX, la dialéctica se fusiona con el idealismo, y poco después, a partir de 1844, con Marx y Engels, ese planteamiento de Hegel se invierte, creándose la dialéctica materialista, como un sistema filosófico materialista, que superaba las limitaciones del mecanicismo.
La esencia de la dialéctica es el análisis de la contradicción y el movimiento, esto es, la manera en que los opuestos se convierten el uno en el otro (por ejemplo, en la contradicción entre la teoría y la práctica, cómo la teoría es al mismo tiempo práctica condensada, sintetizada; y la práctica, a su vez, es teoría desplegada; es decir, como dos momentos de un mismo proceso), y en forma materialista, entendiendo esas contradicciones no subjetivamente en las ideas, sino en la realidad objetiva.
Una teoría pedagógica fundada ahora en la dialéctica materialista, impone la consideración no sólo –incluso ni principalmente– del conocimiento intelectivo, sino del conocimiento moral y estético, y así, en lo intelectivo, habrá de darse: 1) la enseñanza en el riguroso pensamiento científico; 2) la ciencia y el método de la ciencia, como la única forma de obtener el conocimiento verdadero; 3) por lo tanto, un enfático procedimiento racionalista plenamente fundado en la lógica tanto formal como dialéctica; 4) el apoyo en la verdad como criterio de certidumbre en la obtención del conocimiento posterior; y 5) la verdad y el nuevo conocimiento como la capacidad de predicción científica; luego, en el conocimiento moral, y de hecho, ético-estético, que se considera tanto más valioso que el conocimiento intelectivo mismo.
Teoría del Conocimiento Dialéctico Materialista
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Aquí, el docente asume una responsabilidad social y moral de enorme trascendencia: de él depende –en consonancia con la política educativa del Estado–, la consciente formación social de un proyecto de individuo (un “ser omnilateral”, esto es, alguien con profundos conocimientos especializados en consonancia con el desarrollo de las ciencias, pero capaz de desempeñar cualquier oficio productivo en beneficio de la sociedad), así como, en su conjunto, la formación de un proyecto de sociedad (más justa e igualitaria), y así, no sólo con una comprensión científica del mundo, sino, esencialmente, con una formación en los más altos valores ético-estéticos.