La Enseñanza de la Geografía como Ciencia del Estudio del Espacio

20.02.2016 16:13

La Enseñanza de la Geografía

como Ciencia del Estudio del Espacio*

Luis Ignacio Hernández Iriberri**

4 ene 2010.

 

Comentario Preliminar

 

                                               Esta fue la primera ponencia que presentamos en un foro de discusión de asuntos de la geografía.  Puede decirse que con este trabajo se hacía por primera vez del conocimiento público; o por lo menos en el ámbito de nuestra comunidad de geógrafos en México, un planteamiento distinto en la teoría de la Geografía, por cuanto la definición de su objeto de estudio, y de sus elementos metodológicos, a partir de una interpretación distinta de la historia de esta ciencia.

 

                                               Hasta entonces, la historia de la Geografía se había planteado como la simple y lineal sucesión cronológica de los aportes de sus autores, sin más crítica que referir los hechos, en una metodología muy propia del positivismo, por lo demás, profundamente influyente en el pensar geográfico en México; pero a partir de este ensayo, fundados en un marco teórico dialéctico materialista en cuya metodología es condición necesaria el análisis de las contradicciones (y por supuesto que no del lenguaje, sino lógicas) a partir de una principal; es que por primera vez se planteaba el análisis de la historia de la Geografía a partir de lo que llamamos, sus dos escuelas fundamentales: la geografía de la escuela espacial-cartográfica, y la geografía de la escuela fenomenológico-historiográfica.

 

                                               El uso de esos nombres combinados, pretendía poner en relieve simultáneamente tanto el objeto, como el aspecto esencial del método de estudio.  Hoy nos referimos a una simplemente como la geografía espacista, y a la otra como la geografía fenomenista.  En esta última, desde siempre nos sentimos incómodos con la denominación de “fenomenlógica”; concepto que la asociaba –si bien no equivocadamente, como alguna vez se lo hizo ver el Dr. Carlos Sáenz de la Calzada al profesor, en aquel entonces Coordinador de la Carrera, Lic. Francisco Hernández–, si dando lugar, y en ese sentido concediendo la razón al profesor Francisco Hernández, a la confusión de categorías; por lo que a poco preferimos el término de “fenomenísta” que hoy le aplicamos, cuya morfología quiere decir: “doctrina de, o culto a”, los fenómenos).

 

                                               Habíamos estado tratando de corrobora nuestras ideas en lo práctico, y aprovechamos la condición de autonomía de la Universidad de Chapingo, para aplicar un programa experimental de geografía sobre otras bases: en su esencia, el análisis cartográfico; que si bien en aquel entonces aún muy limitado, arrojó resultados enormemente exitosos en todos sentido (en nuestra formación profesional, en el esfuerzo por hacer que los estudiantes hiciesen un levantamiento cartográfico más propio, “redescubrimos” el procedimiento de construcción de la Proyección Sinusoidal, si bien es cierto que los estudiantes no la aplicaron y prefirieron tomar, no muy propiamente ni por la proyección ni por la escala, la cartografía del INEGI*).  No continuamos desarrollando el proyecto, porque poco después, dada la posibilidad de trabajo profesional en la Gerencia de Exploración de Petróleos Mexicanos, salimos de dicha Universidad.  Esa experiencia es la que se resume en esta ponencia.

 

*

 

Resumen

 

                                               El presente trabajo parte de considerar la existencia de dos grandes escuelas del pensamiento geográfico: aquella para la que la Geografía es una ciencia única que tiene por objeto de estudio el espacio adyacente a la superficie terrestre; y aquella para la que la Geografía es un sistema de ciencias, que tiene por objeto de estudio los fenómenos y sus relaciones en el espacio; sin que hasta hoy haya sido conformada una teoría unificada para ambas.  Con base en esta idea se puso en práctica un programa experimental bajo la consideración de la Geografía como ciencia del estudio del espacio.

 

                                               Con ello se logró obtener no sólo un concepto más científico de la Geografía y de su enseñanza, sino incluso el romper con concepciones filosóficas que imprimían en nuestra ciencia un carácter rígido y formal; desarrollándose entonces como técnica de enseñanza, la investigación, misma en que se expresa el vínculo dialéctico teoría-práctica que da lugar a un proceso de enseñanza-aprendizaje creativo, científico.

 

 

Introducción.

 

                                               El principal problema de la enseñanza de la Geografía, es el problema mismo de la educación en México, como consecuencia de la base filosófica en que se sustenta.

 

                                               El problema de la enseñanza y el aprendizaje es, antes que un problema de carácter pedagógico o didáctico, un problema esencialmente filosófico.

 

                                               Por tal razón es necesario ir a la raíz de las concepciones filosóficas de esta disciplina de conocimientos, ya que el carácter de la Geografía como ciencia, en términos de un saber riguroso, exacto y sistemático, aún no ha sido expuesto en una teoría unificada.

 

                                               En lo importante, toda la época contemporánea de dicha disciplina de conocimientos en cuanto ciencia, ha sido considerada tan sólo como un saber formal, reducido a servir en las universidades e instituciones de enseñanza de grados inferiores, únicamente.

 

                                               Así, resolver el problema de la enseñanza de esta disciplina de conocimientos, implica no sólo esclarecer los planteamientos “epistemológicos” de la filosofía que ha nutrido la teoría educacional contemporánea en México: el positivismo; sino esclarecer también por su parte, el carácter de la Geografía como ciencia; en donde, con respecto a lo primero, antes que postular –con el positivismo– la descripción como fin de la ciencia, es necesario definir el nivel explicativo y causal sujeto a ley en ésta.  Y con respecto a lo segundo, antes que postular una Geografía científica, definir qué clase de ciencia, con qué sistemática y con qué método es precisamente que el estudiante de esta materia de conocimientos, se ha de apropiar de la faceta de la realidad objetiva que dicha ciencia refleja.

 

                                               Así, del esclarecimiento de estos puntos, se discute en el primer apartado (de los dos de este trabajo) el cuestionamiento a los programas actuales de Geografía, en particular a los impartidos en la Universidad Autónoma de Chapingo (UACH); y en el segundo, se analiza la estructura del programa experimental propuesto como alternativa de reemplazo para el curso “clásico” de “Geografía de México”, y que puesto en práctica proporcionó resultados positivos.

 

 

1  La Enseñanza de la Geografía como Sistema de Ciencias.

 

                                               Una concepción de la Geografía, radica en entender a ésta como un sistema de ciencias referidas al estudio de los objetos y fenómenos que ocurren en la superficie terrestre, tanto en el tiempo como en el espacio, tomados éstos a su vez, como marcos de referencia.

 

                                               Bajo esta concepción es impartida la Geografía no sólo en la Universidad Autónoma de Chapingo en donde ha sido analizada la experiencia que se resume en este trabajo; sino incluso en casi todas las instituciones de enseñanza especializadas o no en esta disciplina.  Tal concepción de la Geografía es, en mucho, afín a los postulados de la teoría del conocimiento fenomenológica del positivismo, que la limita –a pesar de oponerse constantemente a ello–a la descripción pura de los hechos, y que en el intento por salvar tal limitación, se conducida a incursionar en el terreno de las ciencias particulares en sí.

 

                                               Es aquí donde pesa aquella acusación de Heráclito dirigida a Hecáteo, por si saber formal, disperso; en que, según aquella crítica, ciertamente, no se veía la unidad de la naturaleza.  En esta Geografía contemporánea, si bien se reconoce dicha unidad, ésta se entiende positivistamente, de manera mecánica y no dialéctica.  Hasta hoy, sólo la Filosofía como ciencia de las leyes más generales de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento humano, es capaz de proponer la síntesis de la realidad con base en la sistemática de las ciencias; definidas por Engels según la subordinación de las formas de movimiento de la materia, cuyo estudio se ve reflejado por cada una de las mismas, sin tener que incursionar en el terreno propio y en sí de cada una de ellas.

 

                                               Es decir, para la dialéctica, la realidad no es una simple suma de partes coordinadas, como pretende el positivismo, son un todo único de múltiples e infinitas facetas subordinadas según la complejidad de las formas de movimiento de la materia.  De ahí la dificultad para establecer un fundamento teórico y científico en esta concepción geográfica influida por la filosofía de Comte, en donde el sistema de ciencias significa un sistema de partes coordinadas de la realidad y reflejada en ellas; teniendo esta geografía por objeto último de estudio, la “investigación” de las relaciones entre los diversos fenómenos, relaciones mismas que no puede concretarse mas que a describir, o intentar su explicación causal que sólo podrá ser tanto más precisa, cuanto más se ahonde en el terreno particular de aquellas ciencias abocadas al estudio en sí de dichos fenómenos dados.

 

                                               Tal dificultad en el campo de investigación y teoría geográfica, se extiende a la sistemática de exposición de los cursos de Geografía, ya sea en general, regional, o como “Geografía Física”, “Humana”, o “Económica”; y en consecuencia, muy poca redituación práctica vinculada a las esferas productivas puede obtenerse de un saber tan descriptivo en un caso, y tan general en el otro.

 

                                               Dichos cursos donde el contenido se desarrolla bajo la sistemática de las ciencias y como ciencia económica en un marco de referencia espacial, eran, por otra parte, repetitivos con otros cursos como Geología (y Geomorfología) en cuarto grado; Meteorología (y Climatología) en segundo grado; Hidrología, en cuarto grado; Edafología e introducción a la Agronomía en primer grado; Ecología en la materia de Biología, en segundo grado; la esencialidad de los fenómenos históricos en Historia; la esencialidad de los fenómenos económicos en Economía y Sociología, en tercer y segundo grados respectivamente.  Todo lo cual sólo se hacía justificable, si se aceptaba hacer de la ciencia geográfica, una ciencia de introducción a las demás ciencias.

 

                                               Por lo demás, este curso enfrentaba la dificultad de conformarse tan sólo con referir todos esos conocimientos al territorio de México como ejemplificación.  Y por otra parte, dichos cursos de Geografía resultaban de poco interés práctico por sí mismos para el estudiante de agronomía; quien finalmente ve integrado el conocimiento geográfico (en esta concepción de la Geografía), en la serie de cursos que se imparten y en un nivel de explicación causal que finalmente no se alcanza en los cursos de geografía, y no precisamente por la brevedad semestral.

 

                                               En resumen, el curso de Geografía bajo un programa que lo entiende como un sistema de ciencias, descriptivo y como saber general manifiestamente formal, fue sustituido mediante un programa experimental en un grupo académico.

 

                                               La idea central fue la utilidad práctica en la esfera agronómica productiva.  Las bases de sustento de dichas ideas fueron, por un lado, una breve investigación sobre dos concepciones del quehacer científico: el positivismo, del que ya hemos hablado, y una filosofía sustitutiva a éste en el proceso de enseñanza-aprendizaje: el materialismo dialéctico y su planteamiento particular acerca de la teoría del conocimiento científico.

 

                                               Por otro lado, una investigación un poco más extensa acerca del análisis histórico de la Geografía para entender a ésta como ciencia del estudio del espacio (espacio geográfico), con un método y sistemática propias; ya no como ciencia del estudio de los fenómenos de un sistema de ciencias, con la correspondiente diversidad de métodos con el común denominador de la descripción en el espacio.

 

                                               Dicho programa experimental –que comentaremos en extenso en el siguiente apartado– centró su contenido fundamentalmente, en el estudio cartográfico; dada la consideración de la Carta Geográfica no sólo como medio de exposición, sino principalmente como medio de investigación del espacio geográfico reproducido experimentalmente a escala en la Carta.

 

                                               Este curso conlleva el hecho de que, por señalar un ejemplo, los límites geográficos regionales dejen de considerarse como los ríos, las montañas, las depresiones, etc; los cuales, como rasgos de lugar, connotan más bien límites topográficos.  Ahora, en este curso, como límite geográfico regional, debe entenderse la correspondencia biunívoca dada del sistema de coordenadas al objeto o conjunto de objetos de dicha región, en una determinada escala.

 

                                               El estudio de tal correspondencia supuso el estudio de nuevos conceptos en geografía; “nuevos”, sólo por ser viejos conceptos bien olvidados, principalmente físico-geométricos; el estudio de proyecciones cartográficas, escalas, y teorías básicas de coordenadas, así como el análisis de la descripción calificada de los objetos; punto en el cual se satisface el contenido fundamental del curso “clásico”.

 

                                               Si por una parte en todo lo anterior radicó el aspecto “teórico” del curso experimental; y por su lado “práctico”, el mismo se desarrolló  en función de una investigación real y concreta por parte de los estudiantes, en pequeños grupos de trabajo que libremente escogieron el problema de su propio interés; que en la mayoría de los casos siempre resultó de carácter agronómico; a investigar en cuanto a las propiedades de su lugar en el espacio.

 

                                               Puede concluirse que los resultados no fueron ni más ni menos que los esperados, que puede resumirse en el vivo interés despertado en los estudiantes, al ofrecerles un método concreto y propiamente geográfico para entender la realidad, en su inquietud agronómica.

 

                                               Las deficiencias fundamentales que se presentaron en este curso experimental, fueron: 1) el no lograr una clara y suficiente explicación de la indisoluble unidad entre Geografía y Cartógrafa, como la unidad indisoluble que hay entre la ciencia y su método; y 2) quedó siempre una idea vaga de un curso de “Cartografía de México”, que en los siguientes cursos habrá que precisar, primero, como de Geografía específicamente; y segundo, como de Geografía de México en particular.

 

 

2  Programa Experimental para el Curso

    de Geografía de México, como Ciencia

    del Estudio del Espacio.

 

                                               Como ya se expresó, el programa experimental se basa en la negación del positivismo y de la Geografía como sistema de ciencias; así como en la aplicación de la teoría del conocimiento del materialismo dialéctico, bajo la concepción de la Geografía como ciencia del estudio del espacio.

 

                                               Este programa se dividió en dos grandes apartados, de los cuales el primeo se haría teóricamente innecesario en lo general, suponiendo las elementales bases adquiridas en el estudio previo de esta corriente de concepción de la ciencia geográfica, por lo menos en el nivel medio de la enseñanza; cuestión que no se da.

 

                                               La primera unidad se constituyó básicamente en la discusión del objeto de estudio de la Geografía; es decir, de la interpretación del espacio a partir de un somero análisis histórico-filosófico, y de su conocimiento en función de diversos sistemas de referencia: físico, matemático y geográfico, desarrollando en particular este último, según el paso de las coordenadas cartesianas x,y, a las propiamente geográficas f,l, las cuales nos dan la red de coordenadas a partir de las que se hace posible no sólo la localización rigurosa, sino principalmente la proyección cartográfica científica, y subsiguientemente la determinación escalar.

 

                                               En esta unidad se introdujo al estudiante en nuevas nociones en Geografía de contenido físico y geométrico, en el concepto de espacio y en la trigonometría esférica.  Se buscó que el estudiante viera en el mapa no sólo un medio de información acerca de los lugares y la distribución de las cosas, sino fundamentalmente un medio de investigación haciéndole comprender el conjunto de elementos y propiedades de toda carta geográfica científica, qué significan y para qué sirven; haciéndolo observador de ciertos detalles y la manera de trabajar con ellos, de tal modo que el mapa dejase de servir únicamente como una especie de “directorio gráfico”.  En consecuencia, se analizan las propiedades de las proyecciones cartográficas más importantes, por conocidas, en el orden de su clasificación misma, y las utilidades que representa cada una de ellas.

 

                                               Se discutió la comparación de la carta con la fotografía aérea, la imagen de satélite y sus mosaicos restituidos, para resaltar la no-sustitución de un recurso por otro, sino más bien, su complementación.

 

                                               La escala geográfica fue tratada como algo más que una simple razón de proporcionalidad de distancia y superficies, sino como estudio de las relaciones del espacio continuo y discreto.

 

                                               En la segunda unidad, por su parte, se desplegó el material didáctico correspondiente; sin embargo, no pudiéndose decir por ello que se dejó atrás el problema de su subutilización, misma que quedó evidenciada por otras causas, más bien de tipo infraestructural.

 

                                               Finalmente, en el programa se abordó el estudio de la descripción calificada de los objetos; lo que fue tanto como impartir el curso “clásico” de Geografía General, sin ir tanto a las particularidades, sin extenderse en el análisis del fenómeno, tratando más brevemente con el contenido de su esencia, y refiriéndonos más bien a la calidad, que a la cantidad de los objetos y fenómenos en el espacio y en interacción recíproca.

 

                                               En este nuevo programa se logró salvar la limitación de la descripción al abordarse la explicación causal de las contradicciones internas del espacio; y, en consecuencia, se eludió el incursionar en el terreno de otras especialidades en el estudio causal y sujeto a ley de los fenómenos que estudia; y con los que la geografía entra en relación, tan sólo como objetos cuya descripción calificada nos permite obtener el conocimiento de su existencia en la superficie terrestre y espacio geográfico, y por lo tanto como elemento de integración del que hay que precisas sus características externas, y su localización y distribución exclusivamente.

 

                                               El vínculo dialéctico teórico-práctico del curso, se expresó en el manejo de los conocimientos adquiridos, como elementos de método para la investigación y apropiación de la faceta geográfica en relación con el problema planteado: investigación real y concreta efectuada en los campos agropecuarios experimentales de la Universidad, y comunidades en el área de influencia de Chapingo; lo que les permitió ver la utilidad práctica de la Geografía en función de su método de investigación, llevando así al estudiante en el conocimiento, de lo abstracto a lo concreto; es decir, que la investigación (“práctica” geográfico-agronómica) propia que el estudiante realizó, desarrolló a su vez su capacidad del manejo del método (“teoría” geográfica).

 

                                               Finalmente, la evaluación también fue negada en su sentido positivista, en donde un alumno, es tanto más buen estudiante, cuanto más información demuestra haber acumulado, dada su capacidad memorística puesta a prueba en un cuestionario-examen.  Ahora, por lo contrario, la evaluación se hizo de acuerdo con la capacidad demostrada mediante un trabajo de investigación, de la comprensión y manejo del método geográfico, a aplicar en lo subsiguiente en la investigación y solución a todo planteamiento de problema, que necesariamente implicará un lugar en el espacio.

 

 

Conclusión y Sugerencias.

 

                                               Puede decirse, con seguridad, que la educación en el proceso de enseñanza-aprendizaje escolar, debe despojársele de su actual carácter rígido y formal, rigurosamente ceñido a un programa que impone una determinada secuencia; el programa debe servir únicamente para señalar el orden de conocimientos que el estudiante deberá poseer al finalizar el curso; en su lugar debe cobrar vida y desarrollarse el carácter creativo obligado por el asesoramiento a investigaciones reales y concretas, que en su debido nivel, todo estudiante debe ser capaz de resolver; carácter creativo que debe ser guiado por la solución a problemas reales y concretos; que, por lo demás, demuestre al estudiante la utilidad práctica de los conocimientos adquiridos; y no sólo ello, sino aún más, la aplicación de éstos para la solución de cualquier problema, y en el momento en que le sea dado en su imaginación como conjetura o verdadera hipótesis.

 

                                               Este es el resultado de la solución al problema particular de la enseñanza de la Geografía en la UACH, tratado en sus raíces esenciales filosóficas, y a partir de una definición de la Geografía en cuanto ciencia rigurosa.

 

                                               Por último, cabe hacer una sugerencia más, en cuanto a abrir a las cátedras del Colegio de Geografía de la UNAM, y Facultades de la misma en otros Estados de la República, así como en la Escuela Normal Superior, la escuela de pensamiento geográfico que concibe a esta disciplina como ciencia del estudio del espacio adyacente a la superficie terrestre; con impartición, asimismo, de cátedras sobre historia y metodología de la Geografía, de su “epistemología” o teoría del conocimiento.

 

 


*       Ponencia al I Simposium Sobre Enseñanza de la Geografía en México, México, 6-8 mayo, 1982.  En “Memorias...; pp.216-226”; Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (SMGE), México, 1982.

**     Profesor de Tiempo Completo, Universidad Autónoma de Chapingo (UACH).

*       INEGI. Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, que producía la Carta UTM en escala 1:50,000.