La definición de “Espacio Geográfico”

19.03.2015 13:50

La definición de “Espacio Geográfico”

 

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri

http//dimensionalidad.webnode.mx/, 

septiembre, 2009.

 

 

La definición de “Espacio Geográfico”.

 

Y así, llegamos, no al final, sino al inicio.  A partir de aquí –disfrutemos de ser los protagonistas de la historia–, saltaremos de la definición del objeto de estudio de la Geografía entre otros posibles objetos: el “espacio terrestre” –lo que nos llevó prácticamente todo nuestro momento histórico (1975-1995)–, a la definición de su concepto.  Da comienzo, con ello, la elaboración de una Geografía científica.

 

La geografía fenomenista es justo a lo que contribuimos a que quedara superada hace ya prácticamente treinta años, elaborando los fundamentos de una geografía científica única, que no podía ser otra que la que históricamente así lo había sido: la geografía espacista (la geografía del espacio terrestre y su análisis cartográfico).

 

Respondiendo a esa abrumadora pregunta colectiva formulada en mil maneras, que se nos ha hecho llegar, de cuál es la definición de espacio geográfico, debemos decir que, definir algo, dice la Lógica, es exponer sus propiedades más generales y esenciales; y en ese sentido, la definición científica de “espacio geográfico”, sólo puede provenir de una geografía espacista consecuente (y esto no son palabras, sino categorizaciones científicas y filosóficas de la historia de la ciencia); que, por lo tanto, hace abstracción de todo fenómeno natural o social particular (objetos de estudio de otras ciencias), para delimitar a sí misma su propio objeto de estudio.

 

Las propiedades más generales y esenciales de algo, aquello que se ha de definir, están contenidas; y sólo están contenidas; en ello mismo.

 

¿Y qué propiedades son las que contiene el objeto “espacio geográfico”?  Pues, precisamente, en lo esencial, las que antes hemos enunciado en otras respuestas a consultas: distancia, lugar, localización, distribución, límites, extensión, situación, relación, conexión, isomorfismo, anamorfismo, simetría, asimetría, invariancia, continuo, discreto, dimensionalidad, etc; propiedades intrínsecas al objeto, dadas en los hechos.

 

Y esto último tiene una fundamental importancia, pues ello constituye la definición objetiva, la definición dada independientemente de nuestra presencia social o humana, de nuestra voluntad, de nuestros deseos o pensamiento.  Pretender definir algo a partir de las “ideas geniales” del sujeto, da lugar, por ello, a definiciones subjetivas, de suyo, totalmente arbitrarias.

 

En ese sentido, definir científicamente el “espacio geográfico”, ha de implicar partir de la objetividad del “espacio geográfico” mismo; esto es, de las propiedades más generales y esenciales del espacio, en su particularidad geográfica, o terrestre, que nos es dada por su realidad y naturaleza misma; muy independiente de nuestras “geniales ideas”, de nuestros deseos o voluntad.

 

En consecuencia, cuáles son esas propiedades más generales y esenciales del espacio en su determinación terrestre; es decir, no cósmicas, ni cuánticas, ni anfibológicas o metonímicas de ninguna especie.

 

Veremos que no otras, que justo aquellas que nos hablan de él: del carácter dialéctico del continuo y discreto, vacuo y pleno.  La adimensionalidad de un punto, la unidimensionalidad de una línea, la bidimensionalidad de un plano o superficie, la tridimensionalidad de un volumen o sólido; en general, la dimensionalidad; y en ésta, las propiedades de localización (de un punto), o de distribución (de un plano o volumen); del lugar y de la situación, y con ello, de las conexiones y relaciones (pero ¡atención!, de esas conexiones y relaciones físicas externas); del isomorfismo o anamorfismo; y otras propiedades esenciales semejantes.  En suma: ¿dónde está lo ecológico, lo económico o lo social, como propiedades generales y esenciales intrínsecas del espacio?

 

La tesis es el espacio, sus argumentos demostrativos son sus propiedades intrínsecas necesarias; introducir lo causal o accidental –como lo ecológico, lo social o lo humano–, es inducir una suplantación de tesis, en donde los argumentos son otros, inherentes a otras especialidades.

 

Ello, por supuesto, está altamente categorizado –es la implicación de toda definición–, esto es, que cada concepto en dicha definición, implica una vasta fundamentación teórica, misma que tiene que ser explicada; y esa explicación no es otra que, justo, la teoría del espacio geográfico; y con ello, el desarrollo de una Geografía científica (que tras quince años no sólo de estancamiento, sino de retroceso en la tergiversación oscurantista, significa, en consecuencia, tener que reiniciar el desarrollo de la Geografía científica).  Y, por lo tanto, aquí comienza una nueva etapa en el desarrollo de esta ciencia.

 

Conscientes de la secuencia de las etapas y momentos de la historia, disfrutemos, pues, de este nuevo momento histórico en la historia de la ciencia de la Geografía.  Ubicados en México, pareciera un asunto de la Geografía en México, pero puestos en Internet, en la Red Internacional, este asunto va de México al mundo, si bien nuestras referencias son muy locales.  De hecho, seamos protagonistas de la consumación del desarrollo de la Geografía como ciencia moderna.  No fue fácil; por una parte, el concepto de espacio ha sido uno de los más complejos a resolver en la historia del pensamiento humano; pero, por otra parte, lo más difícil ha sido –como ha dicho con absoluta justedad John D. Bernal– desbrozar el camino de las ideas preestablecidas, obcecadas por otros intereses, hasta el oscurantismo.

 

Concluyamos pues, y demos la definición de “espacio geográfico”, con lo cual a su vez, superada toda esa etapa histórica adversa, en nuestra dedicación específica ahora a la investigación de sus propiedades y leyes (más que a la lucha por superar las ideas preestablecidas), iniciemos la rigurosa Geografía científica moderna.  Bienvenidos los geógrafos con la suficiente presencia de ánimo para adentrarse con pasión científica en ello, se irá requiriendo cada vez más, para ser mejores, de un sólido aparato físico-matemático (por ahora nuestra ignorancia en ello podrá ser justificada por la historia).

 

En consecuencia, definir el objeto “espacio geográfico” hecho concepto, queda enunciado como:

 

 

“La dialéctica del estado material de la dimensionalidad continuo-discreta, determinada por la esfera terrestre” (Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri).

 

 

La primera pregunta que ha de surgir de esta definición, es, sin duda: <<¡¡¿y eso, qué es?!!>>.  Es –lo más que podemos decir de momento, ya nos adentraremos nosotros también en ello hasta donde podamos– la definición objetiva construida como reflejo de una faceta de la realidad objetiva.  No excluye a la geografía fenomenista, toda ella está ahí, dada en un proceso de subsunción lógica a la geografía espacista; su actual expresión, pasa a ser exclusivamente una forma divugativa del saber geográfico.

 

No obstante, y concluyamos con esta esencialidad, no se trata ahora de algo totalmente nuevo, exótico, misterioso; no se trata de una Geografía “nueva”, distinta: no es mas que la misma Geografía, pero conceptualmente desarrollada a nuestro tiempo.

 

No se trata de nada raro, distinto, sino de lo mismo, pero sobre otra base conceptual.  Para decirlo de otro modo; hasta principios de los años setenta del siglo XX, todos los esfuerzos del conocimiento geográfico –desde el origen de los tiempos, pero refirámoslo a México desde el siglo XVI– se centraron en la obtención de la Carta Geográfica del territorio.  Ello se consumó aquí en el curso de la década de los setenta en el siglo pasado, con los trabajos del levantamiento cartográfico en la alta escala de 1:50,000, luego completada en la escala 1:250,000, de la Dirección de Geografía del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI, en su origen, como Comisión de Estudios del Territorio Nacional, CETENAL).  Hasta entonces, el concepto de espacio terrestre era ese “algo muy concreto pensado” en su representación: el Mapa, la Carta Geográfica.  En lo básico, concluidos los trabajos que por varios siglos constituyeron el objetivo, a la nueva generación se nos planteó el problema de la continuidad del saber geográfico.  Y de manera natural vino la necesidad de la generalización teórica, para la que varios estudiantes estuvimos a la altura que el momento histórico nos demandaba; y así llegamos en nuestra tesis de Licenciatura, Geografía: Fundamentos de su Teoría del Conocimiento (1983), a la redefinición del objeto de estudio de la misma; no como un objeto de estudio distinto, sino como el mismo, pero desarrollado.  Ya no sería más ni lo que antiguamente desde el siglo XVI se llamaban Relaciones Geográficas, ni lo que en esos años setenta del siglo XX se llamaron Síntesis Geográficas; ya no sería más, tampoco, la Cartografía del territorio por sí misma, sino lo que de ella se obtendría.  Ya no sería más en calidad del objeto de estudio, la representación del espacio, sino el estudio del espacio mismo.

 

Lo que más propiamente debemos llamar Relaciones Geográficas (también fueron conocidas como Maravillas hacia fines de la Edad Media), es parte sustancial, y lo seguirá siendo, del conocimiento geográfico; sin ellas, el mapa es un espacio vacuo.  Lo que llamamos geografía fenomenista, es eso: geografía del levantamiento y estudio de Relaciones Geográficas; donde los fenómenos naturales y sociales seguirán siendo los fenómenos naturales y sociales, pero que desde la teoría del espacio, bien pueden ser entendidos como puntos o conjuntos de puntos en un medio escalar o vectorial.  Pero si el Mapa como tal no es ya el objetivo (no lo es desde hace más de un cuarto de siglo), mucho menos lo es la Relación Geográfica (en el saber geográfico, la Relación Geográfica ha sido sólo un medio, nunca ha sido el fin mas que por equívoco histórico).  Ahora el Mapa es a su vez un medio para un fin mayor: el estudio del espacio terrestre.  Ello es precisamente el resultado del procedimiento lógico conocido como subsunción, lo cual no quiere decir otra cosa, que ese desarrollo positivo histórico, progresivo, lógico, dialéctico y natural, de la Geografía como ciencia.

 

Y cuando hablamos de geógrafos con la suficiente presencia de ánimo, es porque nos referimos precisamente a esos geógrafos que no estarán esperando más la respuesta dada (no sólo porque no debe ser, sino simplemente porque no hay quien la de); sino que asumirán como primer reto, exactamente, investigar, darse a sí mismos la respuesta, eso es la investigación científico-geográfica acerca de qué es eso...; simplemente, porque acerca de eso, al momento, no hay nada más dicho.