Investigando a los Investigadores. El despliegue de la dialéctica materialista en su aplicación en los métodos de la sistematización del conocimiento científico. Antecedentes.

05.09.2019 15:24

Investigando a los Investigadores.

El despliegue de la dialéctica materialista

en su aplicación en los métodos de la sistematización

del conocimiento científico.

Antecedentes

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

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Antecedentes.

 

                                 Si obligadamente tenemos que partir de lo más simple, de lo más general y de lo más concreto (es decir, no sólo de la realidad tal cual ésta se nos da empíricamente a la percepción por nuestros sentidos, sino, esencialmente, de lo dado en toda su multilateralidad), entonces podemos hacerla de cuento, y en ese proceso ir explicando la metodología desde sus elementos más básicos.  Como quiera que sea, de acuerdo con la dialéctica materialista, la exposición debe hacerse según la relación entre lo lógico y lo histórico; es decir, empezando por la síntesis obtenida (lo lógico), por extraña e incomprensible que parezca, y luego demostrarla con todos los argumentos posibles (lo histórico).  La narrativa, hacerla aquí de cuento, empieza entonces por el que: 1) el proletariado, en su sector más avanzado (los obreros del intelecto), los docentes de educación básica, finalmente se han apropiado del marxismo, han hecho suyo el método del pensar dialéctico materialista; en ello, en las ideas, no hay vuelta a atrás, y ello es el mejor indicador de que estamos viviendo un cambio revolucionario a una nueva época; y, 2) que esta narrativa desde lo simple de la forma anecdótica, desde lo más general dado en lo más significativo de ciertos antecedentes, y desde lo específicamente concreto de un proceso de investigación, ha de empezar por narrar cómo fueron convergiendo los hechos que desembocan en esa afirmación de la final apropiación del marxismo por el proletariado.

 

                                 Así, a ocho años de egresados de la UNAM en nuestros estudios profesionales en geografía, participamos en un Concurso de Oposición (1987) para la plaza de un curso de “Historia de la Geografía”, materia en la que nos hicimos expertos como uno de los primeros investigadores en geografía teórica en México, lo cual implicaba el dominio de los fundamentos históricos, filosóficos y metodológicos en el conocimiento geográfico en cada momento de la historia.  En consecuencia, ganamos esa convocatoria prácticamente por omisión; lo que hizo más desvergonzado el rechazo a la cátedra por aquella cofradía oscurantista que se había hecho del control no sólo de la institución, sino del profesorado y del conocimiento mismo en un embuste no-científico, que distorsionaba el hacer científico en geografía.  Y por sobre de la protesta estudiantil y la inconformidad silenciosa de algunos docentes, se nos excluyó.  Eso marcó una ruta compleja en nuestro posterior desarrollo profesional, por el que empezamos por crear una pequeña empresa de nueva tecnología con el propósito de irla transformado en una “Consultoría de Estudios Geográficos y Sistemas de Información”.

 

                                 Con la crisis económica de 1994-1995 quebró dicho proyecto, y en la búsqueda de formas de ingresos, surgió la oportunidad de dar un curso de actualización profesional en alguna institución, y con esa experiencia luego intentamos ofrecer dicho curso en otras instituciones, siendo que quedándonos al paso, lo hicimos primeramente en una “Escuela Particular Normal Superior del Estado de Morelos”, en donde no se nos contrató ese curso de capacitación y actualización profesional, sino se nos ofreció formar parte de la planta docente; y ahí comenzó, durando los cinco años siguientes, nuestro primer contacto con el docente de educación básica en México.

 

                                 Obtuvimos una muy valiosa experiencia en nuestro contacto con el profesional normalista, pero aún faltarían muchos años más, una docena de ellos, para que éstos se convirtieran en objeto de nuestra observación[a] dirigida.  Hasta esa experiencia, nos había quedado un conocimiento empírico-espontáneo del “perfil profesional” del normalista; y en ese asunto del “Diván de Freud”, bueno, una agradable sensación de sencillez y naturalidad de su parte femenina (contrastante con la muy elaborada naturaleza de la mujer universitaria).

 

                                 En la mecánica de mejorar las expectativas de desarrollo profesional, en el año 2000 pasamos a una institución universitaria privada, en lo que simultáneamente hacíamos una “Maestría en Educación Superior” (2003-2005), con la idea de dar un fundamento a nuestra labor profesional en el ámbito educativo.  Empezó por entonces una precipitada decadencia de la educación privada, que había tenido su auge entre 1990 y 2005, por lo menos a nuestra vista en el Estado de Morelos, en lo que en 2007 pasamos a impartir cursos de posgrado tanto en una Maestría como en un Doctorado en Educación, en el “Centro de Estudios Superiores de México”, y ahí volvimos a entrar temporalmente en un segundo contacto con el docente normalista (2007-2010), pero ya no observado espontáneamente por primera vez, sino, más aún, ahora bajo una observación dirigida, dada con ciertos fundamentos teóricos, que nos permitió ya no sólo una descripción enumerativa[b] simple, sino un diagnóstico en una descripción explicativa[c], conocedora de la causalidad de sus elementos, con un claro diagnóstico de su situación.  Aquello fue, en cierto modo, efímero, y pronto nos vimos en lo que sería la última Universidad privada en la que laboraríamos, el “Colegio Universitario de las Américas” (2012-2017): 1) tratando de entender la decadente situación de las universidades privadas aquí; y, 2) luego asesorando un proyecto (prácticamente sólo dando nuestra opinión en algo ya acabado), de una “Maestría en Educación”; esto último de fundamental importancia en la reflexión teórica de la educación en México, que nos puso de lleno en la convergencia del tercer encuentro con el docente normalista de educación básica, al ser invitado por el “Comité Ejecutivo Nacional Democrático” (CEND), a impartir una primera conferencia (2012), que luego se transformó en una prolongada asesoría, de la cual estos apuntes forman parte.

 

                                 En lo primero, haciendo una investigación de sondeo en la realidad objetiva y concreta[d], en la que nos entrevistamos con un cierto número de responsables escolares de diversas universidades privadas (que alcanzaban ya un centenar), encontrándonos que había en todas ellas, una creencia falsa: las “universidades pequeñas” creían que la pérdida de su matrícula y falta de reposición en sus inscripciones, se debía a la competencia de las “universidades grandes” que abarataban sus costos, en lo que éstas creían lo inverso, ambas creyendo que el problema se debía al número creciente de universidades compitiendo, que se repartían un bajo numero de egresados de la educación media.  Lo que descubrimos, fue que, detrás de esa falsa creencia subjetivista, estaba la realidad teóricamente deducida de que la Universidad privada, en general, estaba en crisis, siendo abandonada aceleradamente, proceso que ocurrió entre 2005 y 2012 en el que vimos cerrarse la “Universidad Azteca” (quizá en el 2005); y para 2013, ya conocimos el cierre de una segunda institución, precisamente aquel “Centro de Estudios Superiores de México” en que habíamos impartido cursos de posgrado en una Maestría y un Doctorado en Educación; y luego, en el 2017, presenciábamos el cierre de aquella Universidad en la que finalmente estábamos: el “Colegio Universitario de las Américas”; institución de la que sólo sobrevivieron sus niveles de primaria y secundaria.  La Universidad privada, había dejado de ser opción.

 

                                 Y en lo segundo, el intento de aquella nueva “Maestría en Educación” en la Universidad en la que estábamos, no sólo afirmamos que difícilmente tendría éxito, diplomáticamente dicho, “no por mala, sino por excedida de buena” (lo que en cierto modo así era), pues se planteaba exclusivamente como fundamento a la educación psicopedagógica, y más aún, centrada en los procesos evaluativos, lo que la superespecializaba, y tanto más, cuando acabó con un solo docente impartiendo todos los cursos (válido, pero excedido al nivel y condiciones dadas de nuestra realidad); pero que, además, difícilmente tendría éxito dado que no respondía a las necesidades reales: esto es, considerar a la educación con fundamentos sociopedagógicos.

 

                                 Tuvimos la razón, y para el 2017 aquella Universidad se precipitó al desastre.  “Cosas raras”, como el descomunal coqueteo de una hermosa alumna, empezaron a darse.  En el paso del tercer al cuarto cuatrimestre de 2017, el dueño y Rector de la institución despidió a la directiva y varios docentes, nombrando otra para, discretamente, “administrar el desastre” conduciendo la institución al cierre minimizando el riesgo de demandas.  Entendimos perfectamente la situación, y al comenzar el último cuatrimestre optamos por retirarnos y renunciamos, pero se nos triplicó el salario para que no lo hiciéramos (de hacerlo sería una especie de señal para los demás de que se prepararan); y, obvio, nos quedamos ahí hasta diciembre de 2017.  Y esas “cosas raras” comenzaron a hacer efecto, un profesor fue acusado “por acoso” (estuve a punto de decir: “Yo no fui”), pero se trataba de un profesor de Derecho, ciertamente, en donde ese profesor, no debiendo caer en la trampa de los embelesos de una jovencita que se prestó para ello y que teníamos como alumna en común con los mismos procederes, el primero que debió quejarse de acoso, debió ser él (y hasta yo, pero en mi caso lo estábamos disfrutando en los marcos de nuestra ética profesional).  El escenario del cierre quitándose problemas era evidente.  En mi caso, el jugueteo de aquella hermosa alumna “Mata Hari” derivó, en el curso de esos meses, en el “ajedrez” más rico jamás jugado, sin los efectos esperados; y la opción con nosotros fue que se nos escamoteó el último pago en diciembre de 2017 con el cuento de que sería en una reunión de convivio de fin de año, a la cual nunca se citó.

 

                                 Para 2018 ya no nos presentamos (ni íbamos a demandar, ni demandamos; ya habíamos intentado renunciar de desde septiembre), y ya por fuera una compañera profesora nos relató lo sucedido en el inicio del nuevo ciclo: se despidió a los que restaban, y se recontrató sólo a cinco profesores que aceptaron las difíciles condiciones para tratar de sacar a no más de una docena de estudiantes que aún quedaban, trabajando “a puerta cerrada”.  Dicha Universidad era la tercera institución, a nuestra vista, en cerrar; la institución quedó funcionando ya sólo con sus niveles de primaria y secundaria.  Y todas las demás escuelas han estado en la misma dirección.  Entonces quedamos en el retiro obligado, y en la disponibilidad de tiempo completo para asesorar el “Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura” (PNAEC).

 

                                 Vinculado a esta nueva faceta de la realidad objetiva y concreta en nuestro vínculo al movimiento del CEND y dependiendo de ella el conocimiento del mismo, se tuvo que dar una nueva observación, era ahora otra vez el docente normalista de educación básica, pero en calidad de trabajador sindicalizado en un movimiento democrático progresista.  En sus asambleas se entonaba lo mismo el “Himno Venceremos”, que “La Internacional”, pero, a la vez, nos quedaba la duda de qué tanto se entendía de la teoría socialista (al grado que, en una reunión de Comité, antes de hablar sobre el socialismo, tuvimos que preguntar si lo entendían y se asumían como tales como parecía).  Era, es, el sector docente más avanzado, tratando, en pleno 2012, de dar un fundamento dialéctico materialista a su propio “Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura”, con el que confronta al proyecto del Estado; y el problema, para nosotros en lo personal, era que, cómo podía existir una cosa así: el movimiento proletario en su mas alta expresión, en el anhelo de Engels de que “algún día el movimiento proletario asimilaría el marxismo”, haciéndose realidad.

 

 


[a]      Observación.  Más allá del acto meramente contemplativo propio del conocimiento estético, está el acto de observación, que dirige la mirada a un hecho de conocimiento intelectivo.

[b]      Descripción enumerativa.  Relación cuantitativa de las propiedades estables del hecho observado.

[c]      Descripción explicativa.  Relación cualitativa de las propiedades cambiantes en las causalidades del hecho observado.

[d]      Realidad objetiva y concreta.  El necesario vínculo con el mundo de los objetos y fenómenos materiales que nos rodean, independientemente de nuestra voluntad, fuente de nuestro conocimiento, percibida como reflejo objetivo de la realidad objetiva (es decir, en donde nuestro subjetivo pensamiento, se adecua lo más posible a la realidad tal cual ésta es), a través de nuestros órganos de los sentidos y representados en nuestro cerebro como conceptos.