Investigando a los Investigadores. El despliegue de la dialéctica materialista en su aplicación en los métodos de la sistematización del conocimiento científico. 2) La observación dirigida.

22.10.2019 13:42

Investigando a los Investigadores.

El despliegue de la dialéctica materialista

en su aplicación en los métodos

de la sistematización del conocimiento científico.

2)  La observación dirigida.

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

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  1. La observación dirigida.

 

                                 En el tercer encuentro, y en adelante, se dio ya como una demanda históricamente necesaria (esencia de la mejor de las tragedias de Eurípides, etc), en la conciencia de la imposibilidad práctica de satisfacerla; pero obligación ineludible.  Y en esa condición, ese nuevo vínculo a la realidad de nuestra relación con el docente normalista de educación básica, se fue convirtiendo en una insospechada fuente de conocimientos, que reclamó como nunca nuestra capacidad transformadora.  No obstante, sólo a siete años de iniciado este encuentro, paradójicamente, cristalizó en su contradicción plena (no antagónica), y ello obligó esta exposición investigativa.

 

                                 Por todo ese tiempo, se nos había invitado a impartir algunas conferencias, algo así como una o dos veces por año, la mayoría centradas en el problema de la teoría del conocimiento, cosa que hicimos lo mismo en los cursos-taller nacionales, como regionales, o en las reuniones de los llamados colectivos pedagógicos, con el resultado de un avance dificultoso y lento en su propósito de comprensión generalizada de lo tratado (sólo en unos cuantos cuadros que buscaban bibliografía y estudiaban por su parte), dada en una mecánica igual para todos los eventos: un panel de conferencias, y una serie de mesas de trabajo con la discusión de algún documento.

 

                                 Desde el 2015 o 2016, se sintió ya la necesidad de incluir una variante en el trabajo, que capacitase en la metodología de investigación, tal que propiciara un avance más decidido en el conocimiento, proponiéndose alguna instancia para cursos más estables y duraderos, y llegamos a pensar incluso en la formación de un “Instituto de Sociopedagogía” (virtual, enlazado a través de la Internet).  Pero se fueron los años, y se dieron los cambios en el país que no sólo propiciaba redirigir el trabajo, sino que lo obligaba; y entonces comenzó a hablarse de organizar algo tan formal como una Maestría o un Diplomado, lo que nos parecía la mejor manera de sistematizar el proceso del conocimiento, particularmente en la metodología de investigación; pero “sintiendo” que, dada la dinámica sindical y laboral, eso se veía difícil; sin duda quizá una necesidad para el trabajo colectivo demandaba otra solución, por lo menos, adicionalmente.

 

                                 Se arribó al año 2019, y ese problema se convirtió en una necesidad candente (tanto más que, alrededor de ello ya se había empezado a movilizar un tratamiento a nivel latinoamericano: la “Red de Investigadores y Organizaciones Sociales de América Latina” (RIOSAL).  Y previo al “XVI Curso Taller del Educador Popular”, se incluyeron ya los trabajos de un “Diplomado”*, pero en el que todo fue igual: un panel de conferencias y unas mesas de trabajo.  Nos sentíamos abrumados, y no sabíamos por qué.

 

                                 Alguna vez un compañero profesor colombiano me platicaba que perderse en la selva se debía a que, para donde quiera que se mirara, todo era igual, con las variantes de la misma vegetación.  Algo semejante a estar mar adentro perdiendo de vista la costa; para donde quiera que se vea, todo es igual, con las variantes de un cielo nuboso sobre la línea del horizonte.

 

                                 Así nos había estado ocurriendo; entre los talleres nacional y regionales, y entre éstos y los colectivos pedagógicos, como ahora de todo ello con el Diplomado, no había ninguna diferencia, ni de forma ni de contenido, a nuestra vista “todo era igual”: todo este tiempo, por ello, habíamos estado perdidos.  Nuestra idea preconcebida de un Diplomado, marcó el punto de referencia que nos hizo ver que, aquí, “algo andaba mal”.  Pero hasta ahí, seguíamos sin hacer nuestro el problema; sin embargo, impensadamente, se inició una transición: se organizó en ese mismo evento del Diplomado (que sólo parecía ser su protocolo de apertura), una mesa de trabajo para tratar, entre otros puntos, el problema candente dado en la metodología de investigación, en la propuesta del método de “Investigación-Acción” e incluso “Protagónica” (IAPP).

 

                                 Habíamos cuestionado el método de “Investigación-Acción” cuando lo estudiamos en la Maestría en Educación Superior que cursamos entre 2003 y 2005, que desde entonces rechazamos dado un argumento esencial, que en ese momento era lo único que recordábamos; que el sujeto, para poder entender el objeto de estudio, debe hacer distancia de él; a diferencia del método de “Investigación-Acción”, que plantea que el sujeto no sólo debe asumirse como parte del objeto de estudio, sino ser el objeto de estudio mismo.  Y contra la idea generalizada de que la “IAP” era “parte del cuerpo de teoría del materialismo dialéctico”, expusimos lo que lo refutaba en una breve sentencia sin más explicación, no por actitud propia, sino por la mecánica de la mesa de trabajo, que no concedía más de dos minutos por intervención (lo que nos justificó, porque en realidad no recordábamos nada, e incluso por ello, en ese momento, hicimos una cierta concesión a su aplicación).

 

                                 Pero, una semana después, vino entonces el evento del “XVI Curso-Taller del Educador Popular” en Querétaro, para el cual ya habíamos repasado algo sobre la teoría de la “IAP”, y, finalmente, en tres horas de discusión en el mismo punto de la metodología de investigación, afloró la contradicción esencial; no sólo como algo que “finalmente entendíamos”, sino como algo en cuya solución nos comprometíamos, haciendo nuestro el problema.

 

                                 Consecuentes con esa idea de hacer distancia y tiempo del objeto de estudio, “nos devolvimos para nuestro pueblo” a reflexionar las cosas.  Nos habíamos comprometido, habíamos hecho nuestro el problema, pero cuando reflexionamos en que el asunto de la “IAP” no era una propuesta reciente, sino lo que enfrentábamos era una práctica de por lo menos veinticinco años, nos dimos cuenta que en realidad el problema no era, ni podía ser, nuestro, sino de ese movimiento sindical que por tantos años había estado influido por la teoría y formas de trabajo de una “posmodernidad” revisionista.  Salir de ahí, era asunto de sus propias capacidades de crítica con los suficientes elementos del materialismo dialéctico hasta entonces adquiridos; y así se los hicimos saber en los eventos de los talleres regionales: había que tomar una decisión sobre tres alternativas; 1) conservar la posición marxista, y, en consistencia lógica desechar en una severa y amplia crítica la “IAP” y sus fundamentos (lo deseable); 2) conservar la “IAP” y sus fundamentos no marxistas, y, en consistencia lógica, desechar los fundamentos dialéctico materialistas (lo lógicamente entendible); o, 3) insistir en la mezcla de ambos fundamentos permaneciendo como se ha estado, lo que, ya bajo la conciencia de las cosas, se sería consciente de una práctica revisionista (lo ya inadmisible, incluso por las dos partes).

 

                                 Una comisión de compañeros tenía la tarea de trasladarse al extremo sueste de Morelos, y aprovechamos para que por ahí en el camino “me botaran por mi pueblo”; pero surgió la propuesta de que, a su vez, los acompañara al Taller de Axochiapan, y hasta allá fuimos a parar, sin imaginar ninguno el giro que tomarían las cosas.

 

                                 El Taller de Axochiapan se hacía por primera vez; lo esencial fue la explicación de la didáctica del PNAEC que los profesores del lugar, a su vez, conocían por primera ocasión: es decir, que estábamos apreciando el trabajo histórico de veinticinco años (o más), en esa sola muestra, y por doble partida; el hacer teórico de los compañeros en comisión, y la situación práctica real (“pura y virginal”), de los docentes de educación básica.  Ocurrió lo diferente, y fue entonces que comprendimos lo distinto entre los talleres y los colectivos pedagógicos; y el giro consistió en que volvimos a hacer nuestro el problema.

 

                                 Allí mismo discutimos con los compañeros en comisión que la idea del Diplomado, si bien no estaba mal, primero, tendría que replantearse; y, segundo, en todo caso dejarlo como una vía más de “formación de cuadros”; pero, principalmente, echar mano de las estructuras dadas y su mecánica con alguna variante, para desarrollarlos ahora en esa necesidad de aplicación de la dialéctica materialista en los métodos de sistematización del conocimiento científico.  La conclusión fue que el método de la “IAP”, esencialmente empirista, en su aspecto teórico es idealismo filosófico, pero en su aspecto práctico, no choca con la metodología del materialismo dialéctico que, a su vez, parte necesariamente de lo empírico.  Lo que tiene que explicarse ahora, es cómo funciona, a partir de ese trabajo que hasta ahora se ha reducido a lo empírico, la aplicación del materialismo dialéctico en los métodos de sistematización del conocimiento científico.  Y así se imaginó, en ese momento, este trabajo que titulamos como “Investigando a los Investigadores”.

 

                                 Y hasta ahí estaba dada una parte del giro de las cosas; la otra parte, extraordinariamente interesante, se dio con la explicación del funcionamiento del “Nepohaultzintzin” (una especie de ábaco mesoamericano), por el Prof. Zacarías Vega, pues, una cosa que discutíamos en el trayecto a Axochiapan, era la importancia y función del rescate del conocimiento de los pueblos originarios, con la dificultad adicional de estar inmerso en un pensamiento dualista (es decir, que el mundo de los espíritus es tan real, como el mundo real que nos rodea).  Coincidíamos en que había que rescatarlo, pero donde el problema es qué hacer con el pensamiento dualista que choca con el pensamiento de la ciencia heleno-moderna y el materialismo dialéctico, en donde no hay lugar a la metafísica, y que, en nuestra consideración, debe ocurrir como una síntesis lógico dialéctica: y justo eso es lo que descubrimos con la explicación del Nepohaultzintzin, de una ciencia analógica, intuitiva y continua, en oposición al pensamiento científico heleno-moderno, por su parte, analítico, deductivo y discreto; ambas cosas, dialéctica y necesariamente complementarias.  Son dos opuestos indisolubles dados en el pensamiento humano; y si ello se liga al trabajo neuronal que se ha venido haciendo, los resultados educativos pueden preverse simplemente como descomunales.

 

                                 Finamente quedamos en “hacer algo” en el curso de las siguientes “semanas” (léase tres o cuatro meses), en que, por mi parte, era preparar estos apuntes a analizar y empezar a poner en práctica ya en los colectivos pedagógicos.

 


*        Fue hasta mucho después que reparamos en el título del programa del evento, convocado como “Diplomado de Educación Alternativa PDCEM-PNAEC, y otras Alternativas de Educación para México en el Contexto de la Cuarta Transformación”.  Y es que en eso de las “otras alternativas”, estaba la metodología de “Investigación-Acción”.