Investigando a los Investigadores. El despliegue de la dialéctica materialista en su aplicación en los métodos de la sistematización del conocimiento científico. 2) La descripción explicativa.
Investigando a los Investigadores.
El despliegue de la dialéctica materialista
en su aplicación en los métodos de la sistematización
del conocimiento científico.
2) La descripción explicativa.
Luis Ignacio Hernández Iriberri.
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- La descripción explicativa.
En el tercer encuentro con el docente normalista de educación básica, de 2012 en adelante, se dio ya como una demanda históricamente necesaria (esencia de la mejor de las tragedias de Eurípides o Sófocles), en la conciencia de la imposibilidad práctica de satisfacerla; pero obligación ineludible. Y en esa condición, ese nuevo vínculo a la realidad de nuestra relación con el docente de educación básica, se fue convirtiendo en una insospechada fuente de conocimientos, que reclamó como nunca nuestra capacidad transformadora. No obstante, sólo a siete años de iniciado este encuentro, paradójicamente, cristalizó en su contradicción plena (no antagónica), y ello obligó esta exposición investigativa.
Por todo este tiempo se nos había invitado a impartir alguna conferencia, la mayoría centradas en el problema de la teoría del conocimiento, cosa que hicimos lo mismo en los “Cursos-Taller” nacionales, como regionales, o en las reuniones de los llamados “Colectivos Pedagógicos”; algo así como una o dos veces por año, con el resultado de un avance dificultoso y lento en su propósito de comprensión generalizada de lo tratado (sólo en unos cuantos cuadros que buscaban bibliografía y estudiaban por su parte), dada en una mecánica igual para todos los eventos: un panel de conferencias, y una serie de mesas de trabajo con la discusión de algún documento.
Desde 2015 o 2016, se sentía ya la necesidad de incluir una variante en el trabajo que capacitase en la metodología de investigación, tal que propiciara un avance más decidido en el conocimiento, proponiéndose alguna instancia para cursos más estables y duraderos. Llegamos a pensar incluso en la formación de un “Instituto de Invetigación Sociopedagógica” (virtual, o funcionando a través de Internet). Pero se fueron los años, y se dieron los cambios en el país, que no sólo propiciaba redirigir el trabajo, sino que incluso lo obligaba; y entonces comenzó a hablarse de organizar algo tan formal como una Maestría o un Diplomado, lo que nos parecía la mejor manera de sistematizar el proceso del conocimiento, particularmente en la metodología de la sistematización del conocimiento en la investigación, pero “sintiendo” que, dada la dinámica sindical y laboral, eso se veía difícil y poco fructífero; sin duda quizá una necesidad, pero el trabajo colectivo demandaba otra solución, por lo menos, adicional.
Se arribó al año 2019, y ese problema se convirtió en una necesidad candente (tanto más que alrededor de ello ya se había empezado a movilizar un tratamiento a nivel latinoamericano: la “Red de Investigadores y Organizaciones Sociales de América Latina” (RIOSAL). Y previo al “XVI Curso-Taller Nacional del Educador Popular”, se incluyeron ya los trabajos de un “Diplomado”*, pero en el que todo fue igual: un panel de conferencias, y unas mesas de trabajo. Nos sentíamos abrumados, y no entendíamos por qué.
Alguna vez un compañero profesor colombiano en una Universidad en la que laborábamos, me platicaba que perderse en la selva se debía a que, para donde quiera que se mirase, todo era igual, con las variaciones de la misma vegetación. Algo semejante a estar mar adentro perdiendo de vista la costa; para donde se vea, todo es igual, con las variaciones de un mismo cielo nuboso sobre la línea del horizonte.
Así nos había estado ocurriendo; entre los Talleres Nacionales y Regionales, y entre éstos y los Colectivos Pedagógicos, como ahora de todo ello con el Diplomado, no había ninguna diferencia, ni de forma ni de contenido, a nuestra vista “todo era igual”: todo este tiempo, por ello, habíamos estado perdidos. Nuestra idea preconcebida de un Diplomado, marcó el punto de referencia que nos hizo ver que aquí “algo andaba mal”. Pero, hasta aquí, seguimos sin hacer nuestro el problema; sin embargo, impensadamente, se inició una transición: se organizó en ese ismo evento del Diplomado (que sólo parecía ser su protocolo de apertura), una mesa de trabajo para tratar, entre otros puntos, el problema candente: la metodología de investigación, en la propuesta del método de “Investigación-Acción Participativa” e incluso “Protagónica” (IAPP).
Esa había sido la idea de investigación propuesta en la Maestría de Educación Superior en la que estudiamos (2003-2005), pero que desde entonces rechazamos dado un argumento esencial, que en ese momento era lo único que recordábamos: que el sujeto, para poder entender el objeto de estudio, debe hacer distancia de él; a diferencia de lo que plantea el método de “Investigación-Acción”, en el que el sujeto no sólo debe asumirse como parte del objeto de estudio, sino ser el mismo objeto de estudio. Y contra la idea generalizada de que la “IAPP” era “parte del cuerpo de teoría del materialismo dialéctico”, expusimos lo que lo refutaba en una breve sentencia sin más explicación, no por actitud propia, sino por la mecánica de la mesa, que no concedía más de dos minutos para intervenir (lo que nos justificó, porque en realidad no recordábamos nada, e incluso por ello, en ese momento, hicimos una cierta concesión a su posible aplicación).
Pero una semana después vino el evento del “XVI Curso Taller de Educador Popular” en Querétaro, para el cual ya había repasado algo acerca de la “IAPP”, y finamente, en tres horas de discusión en el mismo punto de la metodología de investigación, afloró la contradicción esencial; no sólo como algo que “finalmente entendíamos”, sino cuya solución nos comprometía, haciendo nuestro el problema.
Consecuentes con esa idea de hacer “distancia y tiempo” del objeto de estudio, “nos devolvimos para nuestro pueblo” a reflexionar las cosas. Nos habíamos comprometido, habíamos hecho nuestro el problema, pero cuando reflexionamos en que lo que enfrentábamos era una práctica de por lo menso veinticinco años y no una propuesta reciente como en principio lo creímos, nos dimos cuenta que en realidad el problema no era nuestro, sino de todos y cada uno de los integrantes del movimiento sindical democrático, que por tantos años había estado influenciado por la teoría y formas de trabajo de un “posmodernismo” revisionista. Salir de ahí, era asunto de sus propias capacidades de crítica con la suficiencia de los elementos del materialismo dialéctico hasta entonces adquiridos; y así se los hicimos saber en los “Talleres Regionales”, y nos deslindábamos del asunto.
Pero todo iba nuevamente a dar un giro. Una comisión de compañeros tenía la tarea de trasladarse al extremo sur de Morelos, y aprovechamos para que por ahí en el camino “nos botaran por mi pueblo”, pero surgió la propuesta de que, a su vez, los acompañara al “Taller de Axochiapan”, y hasta allá fuimos a parar, sin imaginar ninguno el giro que tomarían las cosas.
El “Taller de Axochiapan” se hacía por primera vez; se dio la conferencia, pero no hubo ni documentos qué discutir, ni, en consecuencia, mesas de trabajo; y se pasó directamente a la explicación de la didáctica del PNAEC que los profesores del lugar, a su vez, conocían por primera ocasión; es decir, que, estábamos apreciando el trabajo histórico de veinticinco años (o más), en una sola muestra, y por doble partida: el hacer teórico de los compañeros en comisión, y la situación práctica real, “pura y virgen”, por los docentes de educación básica. Y fue entonces que comprendimos la diferencia entre los talleres y los colectivos pedagógicos, etc, etc; y el giro consistió en que volvimos a hacer nuestro el problema. Allí mismo discutimos con los compañeros en comisión que la idea del Diplomado, si bien no estaba mal, primero, tendría que replantearse; y, segundo, en todo caso, dejarlo como una vía más de formación de cuadros; pero, principalmente, echar mano de las estructuras dadas y su mecánica con algunas variantes para desarrollar ahora esa necesidad de aplicación de los métodos de sistematización del conocimiento científico en el proceso de investigación.
La conclusión fue que el método de la “IAPP”, esencialmente empirista que en su aspecto teórico es esencialmente idealismo filosófico, en su aspecto práctico, no choca con la aplicación del materialismo dialéctico, que, a su vez, inicia necesariamente por el conocimiento empírico. Lo que tiene que explicarse ahora, es cómo funciona esa aplicación, y así se imaginó, en ese momento, este trabajo titulado “Investigando a los Investigadores”.
Hubo otro hecho de fundamental importancia: la explicación del funcionamiento del ábaco mesoamericano, el Nepohualtizntzin, cuya importancia debe explicarse aparte.
* Hasta septiembre de 2019 que revisamos el programa del evento realizado en julio, caímos en cuenta de que se convocó como “Diplomado de Educación Alternativa PDCEM-PNAEC, y otras Alternativas de Educación para México, en la Cuarta Transformación” (y es que en eso de las “otras Alternativas de Educación”, estaba la metodología de la “Investigación-Acción”).