Historia de la Geografía. “Apuntes para la Historia de la Geografía en México”, 1882; Manuel Orozco y Berra.
Historia de la Geografía.
“Apuntes para la Historia de la Geografía en México”, 1882;
Manuel Orozco y Berra.
Luis Ignacio Hernández Iriberri.
https://dimensionalidad.webnode.mx /
“Apuntes para la Historia de la Geografía en México”, 1882; de Manuel Orozco y Berra (1816-1881); una voluminosa obra de poco más de treinta capítulos en unas 500 páginas del todo insuficientes para narrar lo que la historia de la Geografía en México ha sido. Y Manuel Orozco y Berra, con modestia y propiedad ante lo que se comprende de antemano debe ser una magna obra, titula su trabajo apenas como, “Apuntes para la Historia…”, más no aún la historia misma.
Su trabajo narra cuatro siglos, desde los inicios de los descubrimientos en el Golfo de México en las primeras exploraciones españolas de principios del siglo XVI, la discusión del nombre de “América” para las nuevas tierras integradas al conocimiento universal, y la inclusión de los primeros mapas, Atlas y Cosmografías del Nuevo Mundo, hasta los trabajos de su tiempo, de deslinde fronterizo México-Estados Unidos de mediados del siglo XIX.
Dedica el primer tercio de la obra al tema de las exploraciones y descubrimientos en distintos momentos, los cuales luego se conceptúan como expediciones y viajes, en el concepto del conocimiento progresivo de la geografía de la Nueva España durante la Colonia. Analiza la correspondencia toponímica en los mapas como las opiniones y errores geográficos, así como las observaciones astronómicas y sus autores. A su vez se refiere al proceso de colonización, fundación de las primeras ciudades, y establecimiento de la división política del Virreinato.
Hacia el segundo tercio de la obra, Orozco y Berra se refiere a las observaciones astronómicas para fijar las latitudes y longitudes de los lugares, narra sobre las exploraciones y descubrimientos durante el siglo XVII, y la elaboración del primer mapa de México hecho por un mexicano, Carlos de Sigüenza y Góngora (1545-1700), elaborado entre 1681 y 1689*.
Luego procede de igual manera para los siglo XVIII y XIX, siguiendo esa misma estructura de exponer las exploraciones y descubrimientos, las observaciones astronómicas y localización de lugares, los autores y sus aportes, y las utilidades de la geografía a la administración de la colonia en los trabajos como las obras de desagüe, para explicar finalmente la cartografía correspondiente a esa periodización de la historia dada por siglos; concluyendo con la fundación de instituciones ya en el México independiente del siglo XIX, con la fundación de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y la utilidad práctica de la geografía dada en la Comisión de Límites.
Esta estructura de la obra de Orozco y Berra acerca de la historia de la geografía, nos da un esbozo de su concepto de geografía en él como historiador, y dado en la segunda mitad del siglo XIX. Quizá, y muy seguramente, en tanto historiador, no elabora un apartado que se dedique a los fundamentos teóricos de la geografía como ciencia, a la definición de su objeto de estudio y método dado en ciertos principios de axiomatización, categorías, procedimientos deductivos, hipótesis, leyes o protocolos; y, por lo tanto, su concepto de la geografía sólo puede generalizarse de esa estructura de temas, de modo que, puede decirse que para el historiador Manuel Orozco y Berra, la geografía es una ciencia de la exploración en extensión del espacio terrestre plasmada en mapas, con fundamentos especiales en la observación cosmográfica (lo que hoy conocemos como Astronomía de Posición), y cuyas aplicaciones, por lo menos en esos momentos del siglo XIX, estaban referidos a la ingeniería (como en el caso particular del desagüe de la Ciudad de México).
Todo ello generaliza perfectamente bien el hacer de la geografía y su concepto como ciencia del espacio terrestre en el siglo XIX particularmente en México, pues en esos momentos históricos, la geografía, principalmente en Europa, era la herencia del dictado de una geografía fenomenista de Ritter y Humboldt, ya en la obra de Ratzel de los fenómenos sociales en función de los naturales que llevaban a la antropogeografía y el determinismo geográfico; o de Richttofen, de los fenómenos naturales en función de los sociales en un vasto enciclopedismo; formas del hacer geográfico aparentemente más desarrollado en el sentido histórico, pero, a la vez, inmersa en el opuesto fenomenista de la contradicción histórica fundamental del pensamiento geográfico.
La geografía en el siglo XIX en México, seguía siendo, pues, una geografía moderna del período de la Ilustración, y, en ese sentido, más rigurosamente científica que la europea en ese mismo periodo, pero reflejando a su vez aún la falta de consolidación plena como ciencia, pues todavía hacia fines del siglo XIX, el estudio del espacio terrestre y el concepto mismo de espacio, estaban ya en la conciencia teórica; principalmente en Rusia con Krasnov y Chizhov, en Estados Unidos con William M. Davis, en Alemania con Alfred Hettner, como en Francia, muy incipientemente, en Vidal de la Blache y en el propio México con Miguel E. Schulz; pero justo en ese momento inicial de la abstracción y generalización del concepto de espacio como objeto de estudio en esta ciencia dado en la “morfología”, que aún llevaría un siglo completar su teorización.
A los “Apuntes para la Historia de la Geografía en México”, pues, no se le puede reprochar esa falta de análisis de sus fundamentos teóricos, tanto por ser sólo “Apuntes…”, como porque en general en la geografía en el mundo se daba esa limitación. La obra antes dicha de Manuel Orozco y Berra, como su complemento en su trabajo titulado “Materiales para una Cartografía Mexicana”, en consecuencia, debe entenderse como un valioso material para, a partir de él, poder abstraer y generalizar la teoría, como la historia misma de la geografía.
* Mapa perdido que luego fue encontrado por Miguel Sánchez Lamego en Europa; y vuelto a extraviarse, para volver a ser rescatado hacia principios de los años ochenta por el autor de estos ensayos y entregar una copia a la Mapoteca Nacional “Manuel Orozco y Berra” en 2009, en donde finalmente se conserva.