Geografía: sus Fundamentos Teóricos en la Filosofía Materialista Dialéctica. 6 Análisis histórico concreto de la contradicción principal de la geografía. c) La contradicción principal de la geografía en el siglo XX, hasta 1980.
Geografía: sus Fundamentos Teóricos
en la Filosofía Materialista Dialéctica.
6 Análisis histórico concreto
de la contradicción principal de la geografía.
c) La contradicción histórica principal de la geografía
en el siglo XX, hasta 1980.
Luis Ignacio Hernández Iriberri.
https://dimensionalidad.webnode.mx/.
15 feb 17.
6 Análisis histórico concreto
de la contradicción principal de la geografía.
c) La contradicción histórica principal de la geografía en el siglo XX, hasta 1980.
La geografía como ciencia de “los fenómenos en los lugares”, fue llevada hasta sus últimas consecuencias en el siglo XIX, en tanto que la “geografía del espacio” siempre estuvo ahí, como un fantasma, por más que por “decreto” se excluyera a la cartografía en la identidad de la geografía, puesto que, lo que en los mapas está de fondo, es el espacio.
Paradójicamente, fue con los fundamentos del segundo positivismo, el empirocriticismo, que un par de geógrafos, el norteamericano William M. Davis (1850-1934), y el mexicano Miguel E. Schulz (1851-1922), empezaron a aportar una nueva manera de tratar con los fenómenos en geografía, fenómenos siempre objeto de estudio cada uno, de alguna otra ciencia.
Desde mediados del siglo XVII, estaba claro que no se podía prescindir de la consideración de los fenómenos tanto naturales como sociales, en geografía. El problema que se planteó a partir de entonces, fue el cómo tratar con ellos, sin que el geógrafo interfiriera en el tratamiento el objeto de estudio de otras ciencias especializadas en ellos; y ese fundamento del empirocriticismo de que el conocimiento es exclusivamente lo empíricamente dado a los sentidos, dio la pauta para comenzar a entender el tratamiento espacial (o geográfico) de los fenómenos.
Los fenómenos estaban ahí, regidos por sus propias leyes y como objeto de estudio de otras ciencias, pero en tanto que consideración geográfica, con fundamento en el empirocriticismo, pasaron a ser exclusivamente, como “lo empírico y apriorísticamente dado a los sentidos”, meras “unidades morfológicas”; es decir, “formas de espacio”. Lo que interesaba al geógrafo de una montaña, no eran ya las características de su estructura geológica (asunto de los geólogos), sino su mera existencia como un “hecho” dado en sus dimensiones espaciales y su evolución; y lo mismo con la atmósfera que con la hidrósfera, la biósfera o la sociosfera. En principio, con ello, el tratamiento de los fenómenos, estaba salvado. Unas cosas eran “los fenómenos” como “formas del conocimiento a posteriori”, según el empirocriticismo, y otra cosa eran “los hechos”, como “formas del conocimiento a priori” (es decir, de un conocimiento innato o preexistente en el pensamiento), y entre ellos, la “forma a priori del espacio”.
Aquí pensábamos insertar una nota al pie, pero por su extensión, decidimos comentarla como parte del texto, por demás, explicativo de las vicisitudes de la contradicción histórica principal de la geografía durante el siglo XX. Cuando estudiantes en la Facultad, uno de los escasos fundamentos teóricos con que se nos impartieron los conocimientos de “los fenómenos”, era la distinción entre éstos, y “los hechos” geográficos. Pero toda explicación teórica no pasaba de hacer esa diferencia (que seguramente, por la mente de aquel profesorado, también pasaba la idea de: “lo que eso fuera”). Desde nuestra posición materialista dialéctica, ese “fundamento teórico”, no pasaba de ser una estupidez, pues, ¿acaso no todo fenómeno es un hecho, o todo hecho un fenómeno en sí mismo? Esta diferencia pues, se nos hacía un dislate positivista sin la menor importancia.
Todavía, por ahí de 2009 o 2010, cuando publicábamos en nuestro Blog: espacio-geografíaco.over-blog.es/, en forma cronológica todos nuestros materiales a la par que íbamos llenando los vacíos de conocimientos históricos y teóricos dejados ahí por diversas razones, se nos hizo esa pregunta de cuál era la diferencia entre “hecho” y “fenómeno” geográfico, y con la incomodidad de que al concluir la primera década del siglo XXI aún había quién preguntara tal cosa, no obstante, nuestra respuesta fue dada, a su vez, en la misma ignorancia de su verdadera razón de ser. Sin embargo, muy poco tiempo después, al llegar a la recuperación de nuestros materiales y el “llenado de vacíos” en el período de fines del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, estudiamos con detenimiento lo que antes habíamos pasado por alto: los fundamentos filosóficos del segundo positivismo, el empirocriticismo, en la contradicción histórica principal de la geografía. Y entonces, aquello que en el marco del positivismo clásico nos era una trivialidad, en la versión del empirocriticismo, adquirió una importancia, por demás, notable.