Geografía: sus Fundamentos Teóricos en la Filosofía Materialista Dialéctica. 1 Explicación del Problema. a) La geografía por lo que no era.

11.02.2017 17:11

Geografía: sus Fundamentos Teóricos

en la Filosofía Materialista Dialéctica.

1  Explicación del Problema.

a)  La geografía por lo que no era.

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

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7 ene 17.

 

       1  Explicación del Problema.

 

a)  La geografía por lo que no era.

 

                                           En 1974, finalmente, habíamos decidido hacer los estudios profesionales de geografía, y, lógicamente, comenzamos a tratar de prepararnos en el entendimiento básico de todo ello: qué era la geografía, cuál era su objeto y método de estudio, qué necesidades sociales se resuelve con ello.  Lo que entendíamos en ese momento, es que la geografía era, por su etimología, una ciencia de la “descripción gráfica de la Tierra”, lo cual se expresaba en los mapas, pero que iba un poco más allá, en la explicación de las relaciones entre los fenómenos naturales y sociales en los lugares, y con múltiples variantes, así se definía al mismo tiempo su objeto de estudio, donde los mapas, la cartografía, era sólo un “lenguaje”, su forma de expresión.  Las particularidades, los aspectos esenciales de su rigor científico, pensábamos, “ya lo adquiriríamos en la Facultad”.

 

                                           Los estudios profesionales los empezamos en 1975 convencidos de que eso era lo que profesionalmente queríamos ser, e intuitivamente, con algunas nociones generales acerca de la estructura de la ciencia, comenzamos a cuestionar sobre el rigor en los fundamentos teóricos y metodológicos de aquella definición.  Aceptábamos de buen grado esa geografía tal como se nos planteaba, aún más, en mucho, habíamos optado por ella, precisamente por esa diversa multiplicidad de conocimientos en el campo de las demás ciencias, sólo que, al tratar con ello, con rigor científico, no bastaba el exclusivo argumento de tener por objeto de estudio una supuesta síntesis de las relaciones entre los fenómenos en los lugares.  Ello reducía a la geografía a una especie de “ciencia de ciencias”, empirista, descriptivista y enciclopédica; más aún, por la clasificación de “ciencia social” que se le daba en su lugar entre las ciencias, resultaba ser una pretendida “ciencia social de síntesis de un sistema de ciencias”.  Y poco a poco, de nuestras lecturas, fuimos comprendiendo que ese era un problema no sólo reiteradamente tomado de otros momentos de la historia, sino que, en ese momento, al igual que en otros tiempos (principalmente a mediados del siglo XIX), estaba en el centro de un debate internacional, particularmente intenso a la aparición de las primeras Revistas de Geografía, justo en el lapso de esos mismos años: Herodot (Francia), GeoCrítica (España), Roter Globus (Alemania), Antípoda (Estados Unidos).

 

                                           En principio, esa síntesis por las relaciones entre los fenómenos, no podía ser dada por las “relaciones internas” entre ellos, asunto objeto de estudio de las ciencias especiales; de modo que ese concepto de relación tenía que referirse, en todo caso, a las “relaciones físicas externas” en un determinado lugar en el planeta.  Y para nosotros, impensadamente, allí empezó nuestro propio trabajo en el campo de la investigación en geografía teórica.

 

                                           Coo no podía ser de otra manera, y ello no debe confundir cuando se está en el debate teórico, esa discusión internacional sobre el objeto de estudio de la geografía en el que nos estábamos insertando, presentaba a la geografía en el mayor y descomunal caos.  Pero lo principal que ya podíamos entender de ello, es que tal hecho no era casual, al tratarse de los fundamentos teóricos de una ciencia, desde un conjunto diverso de variantes de la filosofía idealista subjetiva: el positivismo, el emirocriticismo, el neokantismo, el pragmatismo, el estructural-funcionalismo, el “neomarxismo”; no había, y esto nos llamó poderosamente la atención, un solo análisis marxista real (por más que no faltaba quien así lo presentara), ni siquiera en las mismas fuentes de la geografía soviética.  La geografía, toda, como en ese entonces lo hizo ver David Harvey, estaba empantanada en la creencia de que de una serie de estudios de modelos aplicados, brotaría el fundamento teórico (resultado, precisamente de la coincidencia gnoseológica en ello de esos fundamentos filosóficos idealista subjetivos).  Faltaba la aplicación de la dialéctica materialista a la geografía, y ello era lo que estaba en nuestras manos.  El supuesto de partida era que, en una ciencia milenaria como la geografía, pero en donde, por lo menos en ese momento histórico, dominaban las posiciones idealistas, todo “ya estaba ahí”, y sencillamente, con las herramientas de la dialéctica materialista, sólo había que ponerle orden a ese descomunal caos.

 

                                           En 1979 egresamos de los estudios profesionales, y de inmediato, a la sugerencia de trabajar en ello hecha por el Dr. Carlos Sáenz de la Calzada (finalmente asesor de nuestra tesis de Licenciatura), comenzamos esa tarea de “poner orden” en los fundamentos de nuestra ciencia.  Prácticamente, dos años después, en una sesión más con el Dr. Sáenz de la Calzada, nos presentamos para informarle que, en nuestra consideración, el resultado de nuestra investigación era que la hipótesis no se verificaba: no era posible homologar lo heterogéneo, no había manera de pasar en corma continua en las relaciones físicas externas entre los fenómenos, del capo de los fenómenos naturales a los sociales.  Y ciertamente no había manera de hacerlo, en el concepto de relación, por más que se partiera del principio del materialismo dialéctico de la relación universal de los fenómenos.  Es decir, todos los fenómenos están en relación, y ello hace que sus relaciones externas sean sólo manifestaciones del vínculo entre sus relaciones internas; y el vínculo interno general entre la naturaleza y la sociedad, se da en el proceso productivo, en la transformación de la naturaleza por el ser humano, objeto de estudio no de la geografía, sino de la economía, y más particularmente, de la economía política.

 

                                           La sugerencia fue dejar la tesis así, con esas conclusiones, ello era válido; pero no cumplía con el propósito final de “poner orden”.  Habíamos logrado explicar lo que la geografía no era, pero lo que queríamos era lo contrario: explicar con todos los fundamentos lógicamente planteados, lo que la geografía era.  Dicho en otras palabras, apenas estábamos a la mitad del camino; pero lo que seguía, la segunda mitad, era encontrar ahora, “lo que no estaba dado”, lo que faltaba en toda la discusión históricamente dada; y entonces, “poner orden”, pretendidamente por “el simple arreglo de lo dado”, se transformó en “poner orden” por el complejo proceso de una radical abstracción y generalización teórica.