“Geografía: Fundamento de su Teoría del Conocimiento”. Las nuevas hipótesis en geografía.
“Geografía: Fundamento
de su Teoría del Conocimiento”.
Las nuevas hipótesis en geografía.
Luis Ignacio Hernández Iriberri.
7 ene 2010,
b) Las nuevas hipótesis en geografía.
Obvio es que si Eratóstenes había terminado para siempre con las especulaciones acerca de las dimensiones y forma de la tierra, así como con las mitológicas conjeturas sobre lejanas tierras continentales, sobre la posible longitud y curso de los ríos, sobre la extensión de los océanos, adquirían otra dimensión metodológica: adquirían el rango de verdaderas hipótesis geográficas.
Y aparte de ser esto otra contribución a la sistemática de la geografía en tanto que, como la señala F. Engels la hipótesis es el motor de la ciencia, es la “forma del desarrollo de la ciencia”[1], en la metodología de la ciencia geográfica cobra importancia la analogía y la simetría como métodos de investigación.
El Globo Terráqueo de Crates representa la primera teoría desarrollada por la hipótesis de la simetría continental, cuya suposición establece la existencia de los continentes Periécos, en el hemisferio norte y opuesto al Ecumene, y Antecos y Antípodas en el hemisferio sur.
Un supuesto hipotético más, que se desprendía de la simetría continental, fue la estancia de los océanos Atlántico y Pacifico principalmente.
Ya viejas hipótesis por simetría habían sido planteadas tiempo atrás por la escuela espacial-cartográfica, cuando el mundo conocido se reducía al ecumene griego; una de ellas y la más famosa, fue la de establecer el curso y longitud del Nilo al comprarlo por simetría con el Danubio (Ister), tal como se comparaban los Pirineos con los Montes Atlas o el Adriático con el Golfo de Sidra (Golfo de los Sirtes), el Mar Negro con el Mar Rojo, entre otras simetrías.
Por su parte, la escuela fenomenológico-historiográfica no tenía necesidad de plantarse hipótesis, sino de precisar los hechos ya sociales o ya naturales, por un lado verificando su existencia y despojándolos de la fábula, y por otro ubicándolos correctamente en el espacio; muestra de lo cual es la obra misma de Estrabón, quien por su parte resume el conocimiento fenomenológico-historiográfico hasta su tiempo, valorando en su justa dimensión el hecho histórico escondido en la obra poética, e intentando mejorar el mapa del mismo Eratóstenes en cuanto a precisar la configuración del Mediterráneo y sus longitudes verdaderas siguiendo los cálculos Posidonio.
No obstante la aparente confluencia de las dos escuelas fundamentales de la geografía, e incluso su supuesta unificación en los trabajos estrabonianos, es en este momento histórico en que precisamente quedan deslindados dos campos de esta ciencia, pues Estrabón es para la escuela fenomelógico-historiográfica, lo que Eratóstenes habría sido ya para la escuela espacial-cartográfica: quien resume el sabe acumulado en ese sentido hasta su tiempo, y quien traza sus perspectivas. Si para Eratóstenes el geógrafo supondrá a alguien versado en física y geometría; para Estrabón todo geógrafo debe suponer a alguien avanzado en filosofía e historia.
Finalmente ello se entiende por las raíces en que ahondan sus respectivos pensamientos científico-geográficos. La escuela espacia-cartográfica se desprende de la escuela filosófico-naturalista de los jónicos, que con Dicearco, retoma la parte física de Aristóteles y queda estrechamente ligada y relacionada a la escuela filosófica epicureista. La escuela fenomenológico-historiográfico, parte de la influencia de la filosofía eleática de Parménides y Zenón de Elea (490-430 ane), y continua en la línea de pensamiento de Zenón de Citio (336-264 ane), y Crisipo (281-208 ane), jefes de la escuela filosófica estoica que con Polibio y Posidonio, discípulos de esta escuela filosófica, se retoman sus lineamientos en geografía dentro de los marcos de la ética aristotélica, que en sus sentido exacto expresada en la “Geografía” de Estrabón, a su vez, miembro de la escuela filosófica estoicista.
La escuela fenomenológico-historiográfica de la geografía, desde Hecáteo y Herodoto hasta Estrabón y Plinio, se caracteriza por ser una geografía narrativa sobre el ser y acontecer humano, donde la historia, “termino que en general significa informe”[2], en sentido estricto es la historia humana; razón por la cual, “todo acontecimiento de carácter natural o físico, no interesa al historiador sino en la medida en que dicho acontecimiento ha contribuido a las relaciones corrientes y libres del hombre”[3]; y eso es exactamente lo que califica la obra geográfica de dichos autores, en especial la que lo explicita: la Geografía de Estrabón, que al final de su primer capitulo expresa; “… luego de haber compuesto nuestras Memorias Históricas, útiles, según creemos, para la filosofía moral y política, hemos decidido añadir también esta obra, que posee la misma forma y esta referida a las misma personas, sobre todo a las que se encuentran en posiciones elevadas. Además, de la misma manera que allí se hace mención de lo que se refiere a los hombres y a las vidas ilustres y se omite lo que no tiene importancia ni gloria, también aquí conviene dejar de lado lo que es pequeño y vulgar, y detenernos en las cosas ilustres y principales y en aquellas en las cuales lo que se refiere a la acción es digno de memoria y agradable"[4]
De esta manera, si la Geografía de Erastóstenes se había elevado a un saber hipotético-deductivo; la Geografía de Estrabón lo había hecho en la forma de un saber informativo-narrativo sobre lo "único (...) individualizado por dos parámetros fundamentales, la cronología y la geografía"[5], estableciendo "la correlación del hecho con los demás hechos por medio de los cuales el hecho mismo es <<explicado>> o <<comprendido>>"[6].
[1] Engels, Federico; Dialéctica de la Naturaleza; Grijalbo; México, 1961; p.204.
[2] Abbagnano, Nicola; Diccionario de Filosofía; Fondo de Cultura Económica; México, 1966; (v. Historia).
[3] Espasa-Calpe; Diccionario Enciclopédico; editorial Espasa-Calpe; Madrid, 1979. (v. Historia).
[4] Estrabón; Geografía. Prolegómenos; Editorial Aguilar; Madrid, 1980; p.26.
[5] Abbagnano, Nicola; Diccionario de Filosofía; Fondo de Cultura Económica; México, 1966; (v. Historia).
[6] Ibid. (v. Historia)