El Método, Contra la Incertidumbre. Conclusiones.

24.09.2016 09:55

El Método, Contra la Incertidumbre.

Conclusión

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Luis Ignacio Hernández Iriberri.

https://www.dimensionalidad.webnode.mx

(23 sep 16).

 

Conclusión.

 

                            Podemos concluir que mediante el sofisma (la suplantación de tesis o la introducción de un cuarto término), no siempre fácil de detectar por quien se está formando y abreva en el método, lo que se pretende en esencia, es confundir, y con ello, despojar al proletariado, en este caso, de su propia teoría, el marxismo, la dialéctica materialista, como de la ciencia y su método, fundamentales herramientas no sólo para interpretar el mundo acertadamente, sino para transformarlo en su interés.

 

                                 De particular atención es el método, la manera de hacer para llegar a un fin, donde esa manera esencial es el método de la ciencia, pues éste, entre otras formas de conocimiento (cotidiano, místico, esotérico, etc), es el único conocimiento que se ocupa de la verdad.

 

                                 La dialéctica como método, no sólo generaliza a la ciencia y su método, sino a la vez, con ello, se convierte en su fundamento.  El método de la ciencia es, en general, la forma de la sistematización del conocimiento, a través de la observación-descripción-explicación, y la analogía-análisis-síntesis, en un proceso hipotético-deductivo encaminado al conocimiento de lo verdadero; que encuentra en la dialéctica materialista el método gnoseológico o método de la teoría del conocimiento en el fidedigno reflejo objetivo de la realidad objetiva.

                                

                                 La teorización de la sistematización del conocimiento viene enriqueciéndose desde el siglo XVI, y a mediados del siglo XIX converge con la teoría del conocimiento de la dialéctica materialista (la teoría del reflejo), en donde ambos se enriquecen mutuamente, y, finalmente, se hacen uno; de modo que la ciencia y el método de la ciencia no sólo es ya exclusivamente “sistematización del conocimiento”, sino lo es, como método completo desde sus fundamentos filosóficos, “sistematización del conocimiento, con fundamento en una teoría del conocimiento dialéctico materialista”.

 

                                 La sistematización del conocimiento con la generalización y fundamento en la teoría del conocimiento dialéctico materialista, hace tanto de la dialéctica materialista una filosofía “todopoderosa porque es exacta” (Lenin), como de la ciencia y su método la herramienta más poderosa en manos del oprimido, el proletariado, para liberarse.

 

                                 Así, no es casual el persistente intento de los ideólogos de la burguesía para distorsionar y confundir, y no se han conformado con propugnar sus propias ideas que invariablemente chocan con la realidad, sino que, ya desde los años treinta del siglo XX, encontraron una estratagema para desarticular esta síntesis de <<la sistematización del conocimiento y su generalización y fundamento en la dialéctica materialista>>, recurriendo a una filosofía de falsa bandera: el llamado “neomarxismo” (la filosofía superestructuralista de la Escuela de Frankfurt), en la que, con el lenguaje del marxismo, se hacen pasar tesis falsas a su nombre.

 

                                 El antecedente de ello fue la impostura “marxista” de Antonio Gramsci (1891-1937), algunas de cuyas tesis principales rompen la dialéctica y mediatizan el pensamiento marxista; como la tesis de los “Bloques Históricos”, por la que, en el supuesto de una “síntesis dialéctica”, anula el análisis estructural dialéctico de Marx, y con ello su tesis dialectico materialista esencial de la “determinación de la conciencia social por el ser social” que queda diluida en ello; o la tesis del “consenso”, con la cual pretende “desarrollar a Marx”, quien supuestamente hizo del aparato de Estado algo inocuo a usarse indistintamente por cualquier clase social, idea absurda, sobre todo cuando no se leen sus conclusiones sobre el levantamiento de la Comuna de París; o la tesis de la “hegemonía”, por la cual hace una supuesta “síntesis dialéctica” de la tesis marxista de la “dictadura del proletariado”; o la tesis de la “praxis”, con lo cual supuestamente vuelve a “desarrollar a un Marx insuficiente en la dialéctica”, anulando la dialéctica misma, y en vez de entender ésta por la transformación de los opuestos, rompe la dialéctica al interponer un concepto “mediador”, la “praxis”, que hace esa función; superchería de la impostura marxistoide, que será retomada por Horkheimer (1895-1973), en la “teoría crítica”, particularmente en la “crítica de la modernidad y el racionalismo” de la “Escuela de Frankfurt”, junto con Adorno (1903-1969), y su dialéctica de la negatividad (el entender las cosas no por lo que son, sino por lo que no son; las cosas son la negación de lo que deberían ser, y para entenderlas, hay que hacerlo por lo que no son; en un pesimismo negativista hasta el nihilismo extremo); o de Marcuse (1898-1979), de cuyas ideas viene la crítica a la ciencia y a la tecnología como “enemigas de la sociedad”, creadoras de “necesidades falsas”, imponiéndonos una “gran renuncia” a los valores sociales, y sustituyendo a la clase obrera como determinante en el proceso revolucionario, por los intelectuales, estudiantes y desempleados; o de Fromm (1900-1980), que centrando la atención en los estudios de la superestructura “dando por supuestas las determinaciones del ser social”, elabora las ideas “psicosociologistas”, en las que prescinde de la lucha de clases, en una supuesta síntesis de Freud y Marx; seguidos, en una segunda etapa por otros autores como (Habermas (1929-…), en quien, siguiendo a Marcuse, la ciencia y la técnica se convierten en ideología; entre otros, y otras corrientes ideológico-filosóficas, como la de Popper (1902-1994), para quien, en su “racionalismo crítico”, el marxismo y su posición determinista, sólo son simulación de cientificidad; hasta llegar, en una tercera etapa, al surgimiento de la “posmodernidad”, con Lyotard (1902-1994), seguidor de las ideas de Fromm en la fusión de Freud y Marx, y la interpretación “psicológico-social” de los fenómenos sociales; así como del llamado “pensamiento complejo”, con Morin (1921-…), ideólogo del idealismo subjetivo del “imaginario social”.

 

                                 Todos asumen abrevar en el “viejo Marx” (por demás, obsoleto), y, a la vez, “corregirlo y aumentarlo”; en cierto modo combatidos y contenidos durante la existencia de la Unión Soviética, principal centro de producción y difusión de la dialéctica materialista; pero a partir de los años noventa de ese mismo siglo, tras su caída, tomó fuerza la ideología del llamado “posmodernismo” (en una convergencia en él, de las filosofías del existencialismo, el pragmatismo y el “neomarxismo”), no como producto de algún aporte novedoso y revolucionario del pensamiento, sino por simple oposición a la modernidad (a esa época histórica entre los siglos XVII y XVIII, este último el llamado por ello como “El Siglo de las Luces”, y por lo tanto también conocida como la “Época de la Ilustración”); y más aún, como negación a ella y sus principales logros: el surgimiento y desarrollo del pensamiento científico y su método.

 

                                 Lo que hemos visto en la obra de Alfredo Tecla, “El Método Ante la Incertidumbre”, es uno más de esos intentos, pretendiendo convertir el pensamiento dialéctico materialista en idealismo subjetivo fenomenológico de resabios kantianos, por el cual, remedando la teoría del reflejo, la realidad, para éstos, por demás amorfa, caótica e incierta, se “inculca” en el cerebro en forma de “estructuras mentales”.  La paradoja es que recurren a esta obra, justo quienes están deseosos de aprender el método dialéctico materialista, y, sin referencias, se ven embaucados por esta piratería.

 

                                 Hoy, a falta de aquellos extraordinarios manuales de materialismo dialéctico (y a reserva de que quizá se puedan descargar por Internet), queda hacer algo aún mejor: seguir el consejo de Lenin, y estudiar directamente las fuentes de la dialéctica materialista: las obras directas de Marx y Engels, sabiendo extraes de ellas el método.  No se hace confiable ya, en esta circunstancia, ni autor ni bibliografía alguna de supuesto “marxismo” (e inclúyanse en ello estas notas).  Es necesario, pues, volver a las fuentes originales, a Marx, a Engels, y a Lenin, y hacer una heurística (una búsqueda y descubrimiento “por el vagabundeo en el laberinto”, aplicando algún modelo de análisis), tal como lo hizo Lenin, extrayendo el método dialéctico materialista de dichas fuentes (con la ventaja de que Lenin ya nos dio lo esencial de ello); y por lo tanto, no temer al mito de la supuesta “complejidad de Marx”.

 

                                 Una siguiente serie de artículos que nos hemos propuesto editar, es un “Breviario de Materialismo Dialéctico”; así, un documento abreviado del estilo de aquellos manuales, para tener una base de dicha teoría.  Pero luego convendrá hacer otro Breviario, ahora como base para seguir el consejo de Lenin; es decir, de algún modo, orientar la lectura de las fuentes originales, de modo que se haga posible extraer de ellas el método.  Nada habrá mejor que ello, y es una necesidad apremiante en tanto que, como lo expresara Engels en una idea semejante: la medida de la asimilación del marxismo por el proletariado, será la medida de su emancipación.

 

 

Bibliografía.

 

Bacon, F; Instauratio Magna; en “Nuevo Organon”; Editorial Porrúa, Col. 

Sepan Cuántos N° 293; México, 2009.

Frolov, I.T; Diccionario de Filosofía; Editorial Progreso; Moscú, 1984.

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Barcelona, 2004.

Gorsky, M.D-Tavants, P.F; Lógica; Editorial Grijalbo, 2ª edición; México, 1968.

Kursánov, G; Manual de Materialismo Dialéctico; Ediciones Palomar; 

México, 1966.

Rosental, M.M-Iudin, P.F; Diccionario Filosófico; Ediciones Pueblos Unidos; 

Montevideo, 1965.

Tecla, Alfredo; El Método Ante la Incertidumbre; Editorial Taller Abierto, 

15ª edición; México, 2001.