El Desarrollo Imperialista del Capital y las Luchas Cualitativas del Proletariado. Primera Parte.

01.11.2017 15:13

El Desarrollo Imperialista del Capital

y las Luchas Cualitativas del Proletariado*.

Luis Ignacio Hernández Iriberri**.

https://dimensionalidad.webnode.mx/

 

 

 

                                          A iniciativa de la juventud del “Movimiento de Izquierda Revolucionaria” (MIR), y con el auspicio de la Facultad de Historia de la Universidad Nicolaíta de San Miguel de Hidalgo (UNSMH), tuvo lugar el “Coloquio del Centenario de la Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917”, al que respondimos en su Convocatoria con la ponencia: “El Desarrollo Imperialista del Capitalismo, y la Luchas Cualitativas del Proletariado”.

 

                                          Sabíamos, de antemano, que tal evento no podía ser sino profundamente simbólico; y así lo fue, tanto más, bajo el aplastante momento histórico por el que atravesamos; y ese simbolismo, a su vez, no es otra cosa que el grado de conciencia sobre la forma para alcanzar los objetivos inmediatos del proletariado, pero, a la vez, de la conciencia acerca del futuro en la necesidad de la reorganización de la sociedad en una nueva manera de producir y distribuir la propia riqueza generada con su trabajo.  En síntesis, no otra cosa, que una caracterización que el estado del marxismo en México en estos momentos.

 

                                          Al exponer aquí el trabajo que presentamos en esa conmemoración de la Revolución Socialista en Rusia, lo hacemos en cuatro partes: 1) Unos comentarios generales (el presente texto); 2) La ponencia como tal (la transcripción íntegra, con un agregado de último momento: el concepto de “Capitalismo Monopolista de Estado”); 3) Comentarios particulares sobre el Coloquio (la rica experiencia del evento); y, 4) Comentario particular sobre nuestra ponencia (como un agregado o explayamiento sobre su contenido).

 

                                          En este primer aspecto, de los comentarios generales, debemos apuntar unas siete u ocho cosas de peculiar importancia para entender el contexto del evento y sus documentos, por lo menos de los que conocimos, de la IV Mesa de Trabajo en la que participamos el día 31 de octubre.

 

                                          Lo primero que hay que decir al respecto, es que, cierto es, este Coloquio ha tenido lugar a treinta años del reflujo del movimiento proletario internacional; primera condición como para no esperar nada grandilocuente.  Luego, en una segunda consideración, como consecuencia de esas tres décadas de retroceso del movimiento proletario y socialista, tomó predominancia el profundo embate ideológico caracterizado por la llamada “New Age” (la “Nueva Era”), , con sus tintes medievales de vuelta al esoterismo y lo oscuro; con la llamada “posmodernidad”, en la idea de “dejar atrás” la Época Moderna, la Ilustración, desechando con ello la ciencia y su método de pensamiento, la lógica, haciendo culto, a su vez, al oscurantismo del medievo; con el impulso y favorecimiento a filosofías en el pensamiento idealista subjetivo, como con los planteamientos metafísicos del llamado “pensamiento complejo”, o los embustes del “plagio de banderas” de denominado “marxismo crítico”, una renovación de las posiciones de la filosofía de la superestructura de la Escuela de Frankfort en el llamado “neomarxismo”.  En suma, formas del pensamiento alienante contra los que el marxismo consecuente actual tiene ahora que luchar mediante la severa crítica a la confusión que difunden, y, he aquí el problema, de la que no pocos deseosos del estudio de marxismo de hoy en día, escapan a su influencia y distorsión.

 

                                          Una tercera condición previa a hacer para entender el contexto, es la realidad política actual, en la que el resultado de esas tres décadas de estancamiento operado por las directrices reformistas (PRD y demás pandillas de rufianes en una cofradía de mafiosos, que hoy también se renuevan; o de “Ejércitos Zapatistas de Liberación Nacional”, que sin pretender el poder, se reducen a “liberar” a algunas de las naciones (o etnias, que es el significado equivalente de nación), de Chiapas), ha arrojado un movimiento social desmoralizado, con un sentimiento de desamparo total, que antes que responder a un llamado de proyecto ideológico y social, se ase con desgarradora fuerza  al llamado de “la esperanza de México”, traducido como la confianza ciega y última en el líder (o la lideresa) que por encima de todo (y de toda ley científica económica y social objetiva), habrá de resolver.  Todo ello, reflejo de una profunda confusión social, política e ideológica.

 

                                          De esto último se desprende la necesidad de comentar un cuarto punto especial: una realidad política de discrepancias en la interpretación, ya no de la realidad en función de la teoría marxista, sino del marxismo mismo (interpretaciones por las que todos somos poseedores de la verdad y el planteamiento correcto).  Todo ello, resultado, pues, de treinta años de confusión ideológica y política (es decir, en la que el enemigo histórico del proletariado ha hecho lo suyo).

 

                                          Y en este hacer propio de la ideología burguesa, en un quinto punto, ha estado “el fantasma monstruoso del stalinismo”, como la imagen más representativa del socialismo, que, como propaganda anticomunista, ha confundido no sólo a las masas, sino a una buena cantidad de intelectuales bienintencionados que han creído que el estudio del marxismo pasa ahora, necesariamente, por la “crítica al stalinismo”, sin darse cuenta que en tal “crítica”, son impelidos a las posiciones vulgares de la interpretación misma del marxismo.

 

                                          Y comentemos, por último, en esta primera parte, un sexto punto acerca de lo necesario para entender el contexto: una cosa es el estudio y comprensión del marxismo, parte de ello el destacar su importancia y significado histórico; pero otra cosa, y no sencilla, es la aplicación concreta de su teoría (la dialéctica materialista, la economía política y la teoría del socialismo), a la realidad concreta.  Esto que los marxistas repetimos tanto tomado de Lenin, como tantas veces dejamos de ser consecuentes con ello: “el análisis concreto de la realidad concreta”.

 

                                          Y terminemos; a cien años, ciertamente, hay mucho que decir acerca de la importancia y significado histórico, ideológico y político de la Revolución Socialista en Rusia de 1917; pero no más que lo necesario en lo mucho que hay que decir acerca del real “análisis de lo concreto de la realidad concreta”, para poder comprender la abrumadora situación actual.

 

      

 "Clik" en imagen para amplificar.

 

                                          En la IV Mesa del “Coloquio del Centenario de la Gran Revolución Socialista de Octubre en Rusia de 1917”, dos ponencias versaron sobre la “crítica”, rescatando lo mismo a George Lukács que a Roque Dalton (sin duda, aportes culturales al estudio del marxismo); una ponencia, como necesidad académica, volviendo a la vieja disquisición de los “Formen” y “la necesidad” de romper con la “simplificación leninista-stalinista” de los exclusivos modos de producción hoy reconocidos; otra ponencia más, en el significado e importancia ideológica y metodológica del marxismo, en el dicho abstracto de la necesidad del “análisis concreto de la situación concreta”; y, como quinta ponencia, la nuestra, en la que, en su idea central, estuvo el complemento a las demás: un ensayo sobre el análisis concreto de los siglos XX-XXI, para comprender la compleja situación concreta de México y el mundo actual.

 

                                          Un sencillo evento (por lo menos en el segundo día en que lo vivimos), en que un grupo de jóvenes de pensamiento avanzado y progresista (observamos que en la misma proporción, mujeres y hombres), se dieron su lugar en la historia, al no dejar pasar desapercibido el trascendental acontecimiento histórico del Centenario de la Revolución Socialista en Rusia.

 

                                          Más allá de hace treinta años, los estudiosos del marxismo no teníamos más dificultad que, guiados por diversos “manuales”, adentrarnos en el estudio de sus fuentes directas, las obras de Marx, Engels y Lenin, corroborando la interpretación y dejando a nuestra propia madurez la comprensión de su inacabable lectura.  Hoy, sin embargo, los jóvenes estudiosos del marxismo como con los que honrosamente compartí este Coloquio (a los que, a todos, les triplicaba la edad), ya sin aquellos manuales, e incluso hasta con cierta dificultad para hacerse de las obras de dichos autores, tienen frente a sí la necesidad de un doble esfuerzo: primero, el deshacerse de los fárragos de los “intérpretes del marxismo” (quizá suene fuerte, pero luego de Lenin, no debe considerarse a nadie más como “un gran marxista” ˗ idea que he escuchado en dos o tres ocasiones ˗, y menos a aquellos que se presentan como “críticos” del “marxismo del Marx ya viejo y obsoleto”, ello no sólo hace una posición “revisionista”, dogmática y reaccionaria por definición, sino que define una posición específica en una interpretación dada del marxismo, no siempre exenta de posibles desviaciones); y, segundo, adentrarse directamente a las fuentes originales haciendo el descomunal esfuerzo de Lenin, de extraer de su directa lectura, el método dialéctico materialista, esencia del marxismo.

 


*       Ponencia al Coloquio: “Centenario de la Gran Revolución Socialista de Octubre” (30-31 octubre de 2017), convocado por la Facultad de Historia de la UMSNH.

**     Geógrafo (UNAM), con estudios de posgrado en geografía; de una Maestría en Educación Superior; y del Doctorado en Filosofía por el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos (CIDHEM; en donde nuestra tesis de doctorado fue negada por elaborarse con los fundamentos metodológicos del materialismo dialéctico).

 Correo electrónico: geog.lihi@gmail.com; Blog: https://dimensionalidad.webnode.mx/