"El Capital, Crítica de la Economía Política", de K. Marx.  En el 150 Aniversario de su Publicación.

09.10.2017 13:55

"El Capital, Crítica de la Economía Política",
de K. Marx.  En el 150 Aniversario de su Publicación.

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

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(Escrito entre el 2 y 20 de septiembre de 2017).

 

 

                                           Mucho se escribirá en estas fechas acerca de la obra esencial de Marx, “El Capital…” 1867, al cumplirse el Ciento Cincuenta Aniversario de su publicación.  Y, no obstante, pudiera pasar desapercibido, como en general lo ha sido por este siglo y medio, justo eso que subyace en el descomunal título de “El Capital”; esto es, el subtítulo de, “Crítica de la Economía Política”; y, por lo tanto, refiriéndose a ello, es con lo cual deseamos conmemorar la publicación de esta obra fundamental en la historia del pensamiento científico, que compendia lo que se denomina como marxismo: la síntesis de la dialéctica materialista, expuesta en forma viva en el fenómeno del capital; la teoría del socialismo científico (es decir, que rompe con toda consideración socialista utópica); y la teoría de la economía política.

 

Primera edición del "El Capital, Crítica de la Economía Política", de Carlos Marx, 1867.

 

                                           Por el sólo título de “EL Capital”, Marx pudiera pasar a la historia como el principal teórico de dicho sistema económico social.  Marx descubre en dicha obra las leyes esenciales del capital, eso que tanto preocupaba a los teóricos de este orden de cosas desde el mercantilismo a los inicios del liberalismo económico, pasando por la fisiocracia: cómo se genera la riqueza; qué es lo que da valor a la mercancía; cómo se da la distribución de la renta.  Hasta allí, los capitalistas estarían complacidos con él.  Pero lo que hace a Marx ser el terror del capital, es precisamente eso que él pone como subtítulo a su obra: la Crítica de la Economía Política.

                                          

Carlos Marx: nuestra lectura de la obra en Fondo de Cultura Popular, 1987.

 

                    La obra de “El Capital”, estrictamente en cuatro tomos o partes , expone, en el primero, el proceso de producción; en el segundo, el proceso de circulación de la mercancía; en el tercero, el análisis del capitalismo en su conjunto; y en el cuarto (no agregado a la obra en su conjunto por Engels, quien la compiló a la muerte de Marx), la teoría de la plusvalía, como análisis histórico de las teorías económico políticas; la obra en su conjunto tiene como alma precisamente la crítica de la economía política, es decir, la crítica histórica de un vínculo entre la economía y la política; esto es, de las relaciones sociales de producción.

 

                                           Debemos entender la crítica en Marx, no vulgarmente como el “juicio negativo” sin más, ni en las posiciones del idealismo subjetivo empirista, como el empírico “juicio de la experiencia”; sino como el sometimiento al juicio lógico, no sólo formal, sino, ya en Marx, el juicio lógico dialéctico.  Es en ese sentido que El Capital es la exposición viva de la filosofía materialista dialéctica, y, por lo tanto, del reflejo de las materiales y objetivas relaciones y contradicciones dialécticas del mundo del capital.

 

                                           En la crítica de la economía política, pues, Marx descubre lo que rige el desarrollo histórico de la sociedad: la lucha de clases sociales, inmersas en las relaciones históricas de producción social (que denomina simplemente como “modos de producción”).  El orden capitalista es, pues, uno de esos modos de producción económico-social surgido históricamente, y cuyo movimiento y desarrollo está impulsado por su contradicción principal: por una parte, el carácter de la producción social (en las tierras, en las fábricas, con los medios de comunicación y transporte, y la contratación de mano de obra asalariada: el proletariado); y, de otra parte, la apropiación de dichos medios de producción social en unas pocas manos: la burguesía), constituyendo con ello la propiedad privada del capital; de modo que el capital es precisamente eso: la apropiación privada de los bienes de producción social por la clase social burguesa, en las relaciones de explotación del trabajo asalariado de la clase social del proletariado.  Liberarse de ese yugo de la explotación del trabajo asalariado en donde la mayor parte de la jornada de trabajo es gratuita en favor de la ganancia del capitalista, es lo que mueve al proletariado a su lucha irrenunciable por su emancipación y la instauración de su propio orden económico social: la sociedad socialista, en el principio de: “A cada cual según su trabajo, y a cada cual según su capacidad”.  Y ésta, apenas como una transición histórica hacia el futuro de una emancipación social plena, dada propiamente en la sociedad comunista, en donde, evolucionados los valores morales de la sociedad en su conjunto como condición necesaria, regirá el principio de: “A cada cual según su trabajo, y a cada cual según su necesidad”.

 

 

Karl Marx, 1864.

 

 

                                           Nada espanta más a la burguesía, que el proletariado asimile el pensamiento de Marx expuesto en original, de su puño y letra, e históricamente, a través de su intelectualidad acomodaticia, ha intentado, primero, lo que resultó imposible: la refutación de Marx; luego, en una estrategia más sutil, disfrazando a su intelectualidad de furibundos marxistas, ha intentado discretamente la distorsión de la teoría, de las tesis esenciales, empezando, a lo Gramnsci, por cambiarle de nombre a las categorías ya establecidas por Marx, en el supuesto de un “desarrollo del marxismo”, desarticulando la comprensión de la dialéctica y subjetivizando el reflejo de la realidad objetiva; hasta hoy en día en que -suponiendo que ya nadie lee ni entiende al Marx clásico original-, ahora intenta apropiárselo convertido en un ramplón idealista subjetivo, haciendo un “marxismo a modo”: de la más feroz crítica social como garlito para las masas ingenuas, pero atenuado y falseado como la poderosa herramienta que es para transformar la realidad.

 

Carta de Carlos Darwin a Carlos Marx, agradeciéndole el envío de la publicación del I Tomo de "El Capital".

("Clik" en imagen para amplificar)

 

                                   Cuando la crítica de la economía política en Marx hace ver que el capitalismo surgió en un momento dado de la historia; allá por los siglos XIV-XV con los mercaderes en el trasiego de mercancías entre Europa y China e India y viceversa, y luego, más sólidamente aún, ya con la familia de los Medici en el poder en Florencia, donde el mismo primer Medici, Cósimo (1389-1464), se convierte en el primer banquero de la historia; y que, en consecuencia, como cualquier otro modo de producción anterior (la comunidad primitiva, el esclavismo, el feudalismo), habrá de llegar a su límite de desarrollo y dar paso a un nuevo modo de producción: el comunismo, pasando por la transición a éste en el socialismo, y que esto habrá de ocurrir necesariamente por ley económico política; nada puede aterrarle más a la burguesía y su inmoral orden de explotación capitalista.

 

Maqueta del Estudio de Marx, Inglaterra

 

                       Pero ese nuevo orden de cosas que aparece definitivamente en el siglo XVI tras la caída de Constantinopla (1553) en manos de los turco-otomanos, la antigua Bizancio, capital hasta entonces del Imperio Romano de Oriente, produciéndose el derrumbe del orden feudal; que evoluciona como un modo de producción más avanzado y progresista hasta fines del siglo XVIII, llega a su cúspide con la Revolución Francesa de 1789, y la llamada Revolución Industrial de fines de ese siglo y principios del siglo XIX.  Para entonces, el trabajador asalariado de los obrajes, de los aún pequeños talleres artesanales de un capitalismo manufacturero, comienza a ser el obrero de la minería y de las primeras fábricas industriales, y, a no mucho, adquiriendo conciencia de su propia condición, crea sus primeras formas de organización para luchar contra el capital por sus propios intereses de clase oprimida.  Por los dos siglos siguientes, todo el siglo XIX, el siglo XX y lo que va del siglo XXI, el capital, como capital, seguirá creciendo, pero como orden económico-social, verá su continuo declive y descomposición incontenible; hasta que ese crecimiento del capital, como capital imperial generalizado, ya se obstruye a sí mismo, se estanca, y, tal cual lo vemos hoy en día, sin capacidad para su recuperación económica, ha llegado a su fin.

 

Marx y Engels  en la primera reunión de la "Asociación Internacional de los Trabajadores", 1864

 

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*  Imágenes tomadas de "Carlos Marx, Vida y Actividad"; Editorial Progreso, Moscú, 1987.