El "abc" de la Teoría del Espacio
El “abc” de la Teoría
del Espacio Geográfico
Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri
https://dimensionalidad.webnode.mx/;
26 octubre 2009.
Aprender el “abc...”, ciertamente es un poco más complejo que aprender el “aeiou”. En esto último consideramos la noción de espacio entendido en su forma más elemental como distancia; y vimos que las distancia geográfica (el espacio geográfico), tiene su fundamento en un grado de abstracción cada vez mayor, en donde la concreta superficie física de la Tierra se nos desaparece en las nociones matemáticas abstractas de esfera o elipsoide.
Cabe preguntarnos ahora, dado que mucho se dice que el espacio geográfico es la superficie terrestre; bien, ¿pero, de cuál superficie? El viejo geógrafo tricartiano no acertaría a decir más que: <<pues de cuál habría de ser, sino de la única superficie terrestre>> (y ya lo podemos imaginar golpeando con un pie el suelo que pisa, diciendo <<esta>>); y quizá, para el desconcierto no sólo nuestro, sino principalmente suyo, agregaría: <<...y de todo “esto”...>> (indicándonos con la mano y el brazo extendido girando en 360º hacia nuestro espacio tridimensional)...; y el desconcierto estaría en el hecho de que, entonces, el espacio geográfico como superficie, algo por definición bidimensional, resultaría ser una “superficie tridimensional”. Es decir, en una noción compleja, el espacio geográfico como “la epidermis de la Tierra” (según Tricart); que hemos visto está muy en boga; no significaría “la superficie o extensión bidimensional exterior”, sino el “espesor o volumen mismo de esa epidermis”. Lo que, dicho sin metonimias, no sería más que la pura y simple Troposfera (por demás, ese “espacio humanizado”).
Pero nuestro desconcierto aumentaría al empezar a reflexionar sobre el agujero de ozono, como la “humanización” de la estratósfera; y luego de pensar en el papel de los satélites artificiales y viajes a la Luna, entenderíamos que el espacio geográfico tricartiano iría más allá de la estratósfera; y más aún, las naves Voyager, o la capacidad de observación del Hobble, nos acabarían diciendo que el espacio geográfico, prácticamente, es el Universo mismo; con lo cual nos quedamos igual, y tenemos que volver al principio.
¿Cuál superficie terrestre?; más precisamente dicho aún, ¿cuál de todas las superficies terrestres? Obviamente, aquí el geógrafo martoniano y tricartiano se quedó atorado en la historia preguntándose: <<¿pues qué acaso la Tierra tiene varias superficies?>>.
Y vamos a tener que explicarle que sí; y más aún, que estudiar el espacio geográfico en la noción de “espacio como superficie”, nos plantea ahora un “abc” de la teoría del espacio, por la cual dejamos de entender a éste como una función simple lineal, para entenderlo como una función cuadrática, en donde su expresión más simple es:
S = 4pR2
O que, si pensamos en el elipsoide, sería igual a:
S = 4 p(ab)2
Pero si tan sólo pensamos en la “epidermis tricartiana”, la magnitud del espacio geográfico se resolvería, ya no por una función cuadrática, sino cúbica, por:
V = [4/3 p(RT2)3] – (4/3 p(RT1)3]
Esto es, en donde RT2 puede ser el radio, ya de los límites de la Troposfera, o bien del Universo mismo, según veíamos, menos el radio comúnmente considerado de la Tierra, de 6,369 Km (y esto no es mas que una bobería matemática que me la estoy “pirateando” de un libro de texto –porque no les voy a decir cuál; en todo caso después, para no pasar mal a la historia de la ciencia–, con una cierta adecuación de mi parte, que espero que esté bien).
Ese es el espacio geográfico entendido como superficie (incluso en el singular concepto del espesor de la “epidermis de la Tierra”). Cuando elaboramos nuestra tesis de Licenciatura, obviamente, no podíamos sino partir de esa misma noción martoniana, que, al poco tiempo, superamos.
En lo personal consideramos a Eratóstenes como “el padre” de la Geografía, en razón de que fue éste el que finalmente pudo determinar la medida del perímetro de la Tierra, y con ello de todo lo demás; el valor de la extensión de su superficie y el volumen de la Tierra misma. Antes de ello, el conocimiento geográfico no podía ser sino sólo algo puntual (dado que no se sabía qué había más allá), y a la vez indeterminado (dado que no podía saberse hasta dónde llegaban los límites o extensión).
La determinación matemática en Geografía, es pues, una condición sine qua non; no sólo por principio general de la ciencia, sino por la naturaleza de la Geografía misma (y en esto no hay ningún “cientificismo” positivista, sino un elemental recurso de conocimiento cada vez más exacto de aquello que consideramos nuestro objeto de estudio).
Así, pues, geográficamente, ¿cuántas superficies tiene la Tierra, y cuál de todas, o por que todas, es lo que se supone que estudia el geógrafo?