Editorial: Los Costos del Intelecto.

10.09.2019 13:06

Editorial

Los Costos del Intelecto.

 

En la ideología capitalista, todo se compra y todo se vende, todo es objeto de negocio (de “negación al ocio”), por el que hay que “vivir para trabajar”, y punto.  Pero en la ideología comunista, las cosas son exactamente al revés; no se trata de “comprar y vender”, sino de intercambiar en ayuda mutua económica, bienes por bienes, bienes por servicios, o servicios por servicios, no sólo para “negar el ocio” y “trabajar para vivir” en lo individual, sino en el beneficio colectivo y social.  Está claro que esta ideología no es realizable en el reino del capital, y para la ideología comunista en el capitalismo, el “trabajar para vivir” en la necesaria lógica de éste, nos obliga en conciencia a una justificación, por lo menos para satisfacción propia, aun cuando a su vez, para la conciencia de una lucha colectiva, no sólo para que no decaiga la producción de ideas, sino para contener y revertir los avances del oscurantismo.

 

Por cuarenta años (1980-2019), hicimos investigación “no-oficial” institucional, sino investigación “proscrita”, en el campo de la geografía teórica, de la cual, en consecuencia, no obtuvimos nunca ningún ingreso económico, y, antes, al contrario, laborando principalmente en la docencia de estudios superiores, de ahí tuvimos que financiar esos trabajos de investigación.  Sin poder publicar fuimos como “no-existentes” por quince años (1994-2009), año último en que creamos nuestro Blog, https://espacio-geografico.over-blog.es/, y ese desarrollo tecnológico “nos puso de nuevo en este mundo”.  Entonces, como muchos otros en condición semejante, publicamos nuestra producción intelectual sin remuneración alguna por ello.  El siguiente paso en el desarrollo profesional, estaba en el legítimo derecho de percibir una remuneración por ese trabajo como cualquiera que publica un libro.  Y, al poco tiempo, hacia el 2012, aparecieron las primeras empresas que, desde luego en la lógica del capitalismo, vieron en esa necesidad, una “oportunidad de negocio”, y surgieron como empresas mediadoras entre un “mecenas” y el “creador de ideas”; semejante a la “monetarización” pagada por Google o Youtube u otras plataformas, por vistas, por seguidores, por inserción de propaganda comercial y “clicks” en ella, etc, que ya venía desde tiempo atrás favoreciendo el surgimiento de innúmeros sitios de charlatanería sensacionalista con no más finalidad que una “clientela cautiva que monetarizara”.

 

De este sistema de “mecenazgo” no nos enteramos, no obstante, sino apenas recientemente, siete años después de su creación, lapso en el cual independientemente intentamos el mismo recurso a través de empresas de transferencia de dinero, con relativo éxito, que nos dio una valiosa experiencia.  Enterados de esas empresas de “crowfulding” (de “financiamiento colectivo”), elegimos una con la que estamos en el trámite para operar esa remuneración de manera amplia.

 

Para el “mecenas”, para el “usuario del servicio”, para aquel a quien le es valioso el trabajo que publicamos, ese sistema (no obstante, diríamos, “cibernético”), no deja de tener sus “incomodidades”: el suscribirse al sistema creando una cuenta, y el disponer de una tarjeta de crédito a través de la cual se toman los depósitos autorizados.

 

Al final, algo no menos farragoso que el envío por Oxxo de esa suscripción y un correo electrónico al cual enviar los trabajos (la diferencia real es la comisión, de 5% en TryCelery, y del 7% en Oxxo u otro sistema de transferencia de dinero), teniendo que hacerlo físicamente yendo a depositar (un procedimiento, diríamos, “rupestre”).

 

A su vez, algo tenía que modificarse en nosotros como autores: el contener nuestro deseo de dar a conocer a todos todas nuestras ideas; lo cual fue una necesidad, incluso en esos años anteriores, en la lucha contra una ciencia “oficial” institucional, que por décadas ha deformado el conocimiento científico geográfico.  Por una parte, esa lucha se dio satisfaciendo esa necesidad: nosotros hicimos lo nuestro cumpliendo con nuestro momento histórico); por otra parte, el nivel de conocimientos, obviamente, ya es mayor; pero, a la vez, se hace ya el momento de la justedad en la posible remuneración por lo que se produce e interesa y sirve a otro; y todo ha convergido ya en su momento para ello.  De ahí que ahora nuestro Blog ha de ser ahora prácticamente sólo un “escaparate” de lo producido, a manera de resúmenes; en lo que, para el suscriptor en justa correspondencia, en su privilegio, habrán de ser los documentos in extenso entregados por correo electrónico (a la par que algunos de los resúmenes nos sirvan como artículos para activar el Diccionario que hasta ahora ha estado sin uso).

 

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Los Costos del Intelecto.

 

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Segunda Parte