Desarrollo de la Ciencia Moderna de la Geografía. Introducción.

23.01.2016 15:39

Desarrollo de la Ciencia Moderna de la Geografía.

Introducción.

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.*

Dimensionalidad.webnode.mx

17 ene 16.

 

                                               Durante mucho tiempo nos centramos en estudiar la ciencia de la geografía en sus orígenes; y ello es lógico, pues ir al origen, es entender su esencia, su naturaleza.  Nunca quedará agotado del todo su estudio, pero hace tiempo (en los años ochenta), quedó comprendido en sus aspectos más generales y esenciales  esa naturaleza de la geografía como ciencia del estudio del espacio[1].

 

                                               Luego (parte de los años ochenta y noventa), tuvimos que centrar nuestros estudios en la comprensión de eso que era el objeto de estudio de esta ciencia: el espacio.  Ningún geógrafo que afirme que el objeto de estudio de esta ciencia es el espacio, puede eludir el estudio del mismo desde sus propiedades y definición de lo que el espacio objetivamente es; puesto que se entiende, en consecuencia, que el estudio de la realidad y naturaleza del espacio, es el estudio mismo de la geografía, y por extraños que fueron los resultados, llegamos a la conclusión de que: el espacio es la dialéctica de la dimensionalidad material del vacío.  Había que ser consecuente con ello por principio de la ciencia; y ello necesariamente nos condujo a una ciencia de la geografía radicalmente diferente de la “acostumbrada”.

 

                                               Pero ese resultado, esa teorización científicamente fundamentada, no fue fruto de un ingenio subjetivista, sino, por lo contrario, del largo análisis objetivo de su historia; y, en consecuencia, la comprensión más amplia y profunda de esa teorización de punta, está en centrar el estudio, ahora, en los pormenores de la Época Moderna (la geografía del siglos XVI a nuestros días).

 

                                               Al entrar al estudio de la Época Moderna, lo primero es entender la estructura objetiva de su desarrollo histórico.  Es decir, en este caso, entender el desarrollo de la geografía por lo que esta ciencia ha sido en los hechos en cada etapa de su evolución, independientemente de nuestros deseos.

                                               Y así, encontramos ocho momentos históricos objetivos que, dialécticamente agrupados por pares contrarios tal como así se presentan en la historia en función de privilegiar en cada uno un opuesto u otro de la contradicción histórica esencial de la geografía, dan, por lo tanto, cuatro etapas.

 

 

                                               Queda definida en ello la serie de artículos en los cuales iremos explicando cada uno de esos ocho momentos históricos; que por los datos geográficos podrán ser “ligeros”, divulgativos; pero que por la atención a los fundamentos filosóficos que determinan la manera de pensar en cada uno de esos momentos históricos, podrán resultar “pesados”.  La finalidad, es formular un ensayo general y esencial de base para futuros análisis más profundos y exhaustivos pro cada etapa y período.

 

                                               Finalmente, diremos que, si bien el pensamiento dialéctico viene de antiguo, desde Heráclito entre los siglos VI-V ane, éste no se retoma sino hasta principios del siglo XIX en el idealismo filosófico de Hegel; convirtiéndose a dialéctica materialista con Marx y Engels, para la segunda mitad de ese mismo siglo.

 

                                               Nuestro análisis geográfico teórico lo elaboramos con estos fundamentos filosóficos, la dialéctica materialista, donde lo esencial, es el movimiento del objeto de estudio, su desarrollo histórico por la causalidad objetiva de sus contradicciones.  Este análisis (en tanto contradicciones no-antagónicas), puede expresarse en las relaciones funcionales, o por las relaciones físicas externas, entre sus opuestos.  Ello es así, porque, esencialmente, los opuestos en toda contradicción son uno y lo mismo, pero considerados en dos momentos diferentes de su transformación dialéctica.   Así, el “espacio” (e) es “los fenómenos” (f), donde “f” es igual “e” en forma desplegada (e = f (f)); y donde “e” es igual a “f”, en su forma condensada (f = f (e)).

 

                                                           Así, los opuestos en la contradicción histórica esencial de la geografía, son, de una parte, el espacio (junto con el tiempo, filosóficamente, “formas de existencia de la materia”); y de otra, los fenómenos (estos por su parte, filosóficamente, “formas de movimiento de la materia”**; ello quiere decir, en consecuencia, que el “espacio” es “los fenómenos” (tanto naturales como sociales), sólo que en forma de espacio desplegado en eso que denominamos espacio, ya plenista o bien, vacuista; como espacio multifacético en la infinitas formas de movimiento y transformación de la materia; y “los fenómenos” son espacio, como espacio condensado en sus formas de existencia.

 

 

                                               En ese sentido, ese análisis dialéctico expresado a manera de relaciones funcionales (esto es, por las relaciones físicas externas entre los fenómenos), es válido trasladarlo como análisis a cada uno de esos momentos históricos en estudio, que de manera simplificada nos permite entender la evolución de la geografía por la solución al problema de su objeto de estudio en un largo debate en el que, por cinco siglos (ss.XIV-XVIII), en una primera etapa, en la práctica se trato como el estudio del espacio (digámoslo de momento independientemente de su concepto); primero de un “espacio desplegado” en los fenómenos (ss.XIV-XVII); y luego de los fenómenos “condensados en el espacio plenista” (ss.XVII-XVIII).  Luego, por un siglo más, prácticamente el siglo XIX, en una segunda etapa, se consideró, por lo contrario, que su objeto de estudio eran los fenómenos (es decir, sin que se fuera consciente de ello: “espacio desplegado”), en una negación enfática del estudio del espacio en sí; primero como una descripción enciclopédica de los fenómenos; y luego, en la segunda mitad del siglo, como descripción especializada en una relación funcional naturaleza-sociedad.  Luego, en un medio siglo más, en una tercera etapa, ahora, en la primera mitad del siglo XX, se trató nuevamente como el estudio del espacio, y entendido ya éste, conscientemente, por la propiedad de “la forma”, como un “espacio desplegado” (por su morfología), en los fenómeno; y, acortándose las predominancias en las oscilaciones del debate, en la segunda parte de ese siglo XX, se recuperó la idea de la geografía como ciencia del estudio de los fenómenos, pero, a su vez, ya conscientemente entendiéndose a estos, inversamente, no como “espacio desplegado”, sino como “la condición misma del espacio” pero ahora entendido metafóricamente en el concepto de “paisaje”.  Para, finalmente, en una cuarta etapa, desde la última quinta parte de este siglo XX, hasta la fecha de este siglo XXI, a nuestra propuesta; entendido todo ese desarrollo histórico de tal manera, la geografía recobró en nosotros, en su máxima abstracción y generalización, su objeto de estudio como el estudio del espacio, por el espacio mismo; entendido éste, como su despliegue en “los fenómenos”, pero en donde se entiende ahora a dichos “fenómenos”, ya no como tales (la naturaleza o sociedad, ni por la exclusiva morfología), sino como “estados de espacio” (ya plenistas o vacuistas), es decir, como el espacio mismo en las múltiples e infinitas manifestaciones de su transformación, en la síntesis de la contradicción histórica esencial.

 

                                               Si bien es cierto que ahora ya el concepto de espacio se ha conservado en el pensamiento conservador idealista filosófico de manera subjetiva, aún de nuestros días (segunda década del siglo XXI), en un sofisma metafísico, dicho concepto se da, en un espacio subjetivamente definido, como el “espacio socialmente construido”, entendido estrabonianamente, como el <<lugar de la acción humana>>; pero, en consecuencia, donde lo que se estudia, no es el espacio objetivo como tal, sino, por metáfora, el fenómeno social en sus diversos aspectos; por demás, describiendo “muy explicativa o causalmente”, lo que ya es estudiado en su esencia causal por otras especialidades.

 

                                               La Geografía, al tener al espacio como su objeto de estudio, asumió uno de los problemas más complejos del pensamiento humano.  La geografía, pues, ha dejado de ser ese pueril saber puramente divulgativo, descriptivista de todo cuanto existe, para asumirse la ciencia compleja que resulta de la solución a ese problema complejo de la realidad y naturaleza del espacio; que sólo ahora, luego de veinticinco siglos de evolución del pensamiento humano en la historia de la ciencia, apenas comienza a esclarecerse de fijo con la participación de filósofos, matemáticos, físicos, y finalmente, geógrafos.

 


*     Con estudios de posgrado, Maestría y Doctorado, en Geografía, UNAM, sin titulación (falta de experiencia); con Maestría en Educación Superior, en una universidad privada, titulado luego de dos años de lucha contra la irracionalidad y gracias a que era institución privada y estaba obligada en el justo reclamo; y con Doctorado en Filosofía, por el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos (CIDHEM), profundamente heideggeriano y “posmodernista”, que oscurantistamente, desde 2009, no da trámite a la titulación, en razón de que en la tesis se aplicó el método dialéctico materialista (marxista).  Nos “colgamos”, no obstante, el grado de “Doctorado”, como forma de lucha, como evidencia o a semejanza de la “denuncia de la miseria real”, diría Marx.  Esa lucha se ha dado por los últimos más de cinco años, sin que sea necesario más, por lo que en este artículo es la última vez que recurrimos a esos farsantes “títulos nobiliarios”, que nos fueron necesarios para evidenciar a toda esa ralea de simuladores de la geografía, de la educación y de la filosofía, en su propio terreno y con la misma “autoridad”.  Seamos simplemente “mortales” proletarios con el dominio de la ciencia; la herramienta más valiosa de esta clase social para la transformación racional del mundo.

**    Donde, dialécticamente, formas de existencia y formas de movimiento, a su vez, se intercambian, dado que el espacio es, a su vez, un fenómeno físicoAsí, los opuestos en la contradicción histórica esencial de la geografía, son, de una parte, el espacio (junto con el tiempo, filosóficamente, “formas de existencia de la materia”); y de otra, los fenómenos (estos por su parte, filosóficamente, “formas de movimiento de la materia”*; ello quiere decir, en consecuencia, que el “espacio” es “los fenómenos” (tanto naturales como sociales), sólo que en forma de espacio desplegado en eso que denominamos espacio, ya plenista o bien, vacuista; como espacio multifacético en la infinitas formas de movimiento y transformación de la materia; y “los fenómenos” son espacio, como espacio condensado en sus formas de existencia.

[1]     El espacio; 1) no exclusivamente por la espacialidad de los objetos dada por un conjunto limitado de sus propiedades; 2) no exclusivamente por “el lugar” que ocupa un cuerpo; 3) no exclusivamente por la forma o geometría; 3) no exclusivamente por una distancia; 4) no exclusivamente por una superficie; 5) no exclusivamente por un volumen, ya sea lleno o pleno, o bien, vacuo; 6) mucho menos por la subjetiva idea de un “constructo”; sino el espacio como en lo que en lo más general y esencial es: el vacío; una de cuyas propiedades esenciales es la densidad (e incluso otra aún más compleja y todavía no descifrada: su valor –p, que le da incluso su carácter de “Constante Cosmológica”, como la definió Einstein).