Crítica a la "Pedagogía Crítica".

13.12.2017 15:44

Crítica de la “Pedagogía Crítica”.

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

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(12 dic 17).

 

                                           En los tiempos de Marx, el ataque al marxismo se hizo directamente  queriendo refutarlo, evidentemente, sin éxito alguno (Dühring, Bahuer); luego, en los tiempos de Lenin, ese ataque al marxismo se intentó desde los que se hicieron pasar por “marxistas”, pero derivaban todo vulgarmente al reformismo y revisionismo (Bogdánov, Brestein, Kautsky), fracasado; y, finalmente, a partir de los años treinta, ese ataque a la teoría científica del proletariado, se ha hecho mediante la usurpación de la teoría (Gramsci, Lukács, Marcuse, etc); esto es, decirse “marxistas” cuidando no evidenciar las tesis reformistas y revisionistas, y usando el lenguaje radical “muy revolucionario”, haciendo la crítica al capitalismo con la trampa de sustituir las categorías originales de Marx, por conceptos sinónimos, aparentando con ello, incluso, “desarrollos del marxismo”, pero con o cual se ha venido desvirtuando la teoría, al punto de intentar el absurdo de querer hacer pasar a Marx por un idealista filosófico.

 

                                           Estas tres etapas de ataque y tergiversación del marxismo, han tenido su sustento filosófico idealista en cada momento, que fue del llamado primer positivismo de los Dühring (severamente criticado por Engels en el Anti-Dühring, 1878); luego, con el segundo positivismo, abiertamente idealista, más conocido como el empirocriticismo (Bogdánov; ampliamente criticado por Lenin en su Materialismo y Empirocriticismo, 1908); a lo que le sucedió una diversificación de filosofías idealistas encubiertas bajo el ropaje del “marxismo”, como la “filosofía de la superestructura” de la Escuela de Franckfurt o del llamado “neomarxismo” (que aprendió bien el estilo de los “desarrollos del marxismo” de Gramsci, cambiándole de nombre a las categorías originales).  Y, paralelamente a ello, apareció el “realismo crítico”, de George Santayana (donde el idealismo usa el término de “realismo”, como sinónimo de “materialismo”, éste a su vez, sinónimo de lo “empírico”, por lo que el “realismo crítico” es, en el fondo, una filosofía idealista del “empirismo crítico”; algo que Engels ya había refutado en su tiempo en la historia de la filosofía hecha por los idealistas); y donde el término “crítico”, no se refiere al “juicio lógico” (al kriterión), como el conocimiento lógicamente deducido (o hipotético-deductivo), sino, a semejanza del marxismo, reconociendo la existencia de la realidad objetiva, plantea, metafísicamente, que el conocimiento se da en la experiencia inmediata con la realidad y en forma acabada, por la implantación en el cerebro de las “esencias” o “estructuras mentales” que se dan entre el sujeto que piensa y el objeto pensado (no como el marxista reflejo objetivo de la realidad objetiva).

 

                                           Dicha filosofía idealista del “realismo crítico” o “empirismo crítico”, tuvo una especie de “contraparte”, que en realidad es su complemento: la filosofía del “racionalismo crítico”, paralelamente desarrollado por Karl Popper.  Especie de “contraparte”, porque en esta propuesta el conocimiento no viene de la realidad objetiva en forma de “esencias”, sino kantianamente, como lo que existe de por sí en el conocimiento o en la razón (el a priori); pero complemento, porque aquí “lo crítico”, sí se refiere al juicio lógico, incluso hipotético.

 

                                           Finalmente, de manera relativamente reciente, ha aparecido el autodenominado “marxismo crítico” (una renovación del llamado “neomarxismo” de la “Escuela de Frankfurt”, particularmente formado a partir de la disolución de la Unión Soviética), pero cuando el marxismo es crítico por excelencia, tal denominación resulta una redundancia y un absurdo; pero es que aquí, el “marxismo crítico” es una forma renovada de la revisionista crítica al marxismo bajo pretexto del “stalinismo”, donde la crítica al marxismo se plantea como una superación no sólo del “formalismo de la Academia de Ciencias de la URSS”, sino incluso como “la superación del ya viejo Marx”.

 

                                           Esto es que, 1) el empirismo idealista como el conocimiento acabado dado directamente de la “reflexión de la experiencia”, es una forma de tergiversar y pretender sustituir el pensamiento materialista; y, 2) lo crítico, esa especie del a priori kantiano, una forma de tergiversar y pretender suplantar con ello la dialéctica de la teoría del conocimiento; y todo ello, dado en un lenguaje marxista cargado de feroz “crítica al capitalismo”, finalmente atenuada con un falso fundamento ideológico.

 

                                           Si estos fundamentos filosóficos del “empirismo crítico” se trasladan a los fundamentos pedagógicos, aparece entonces la llamada “pedagogía crítica”, en particular de Peter McLaren como el más influyente en México; esto es, la teoría de la educación sustentada en el “empirismo crítico”, por lo cual, la teoría del conocimiento materialista dialéctica (la teoría científica, marxista, del proletariado), dada en el reflejo objetivo de la realidad objetiva, se sustituye por el pragmático empirismo idealista del conocimiento dado directamente de la apropiación de las “esencias” de la realidad, o “reflexión de la experiencia” (exactamente, en esencia, la propuesta del Estado del “Modelo Dual” –absolutamente inviable en México–, en la mano enfundada en el títere con la que se distrae, en lo que la “pedagogía crítica” –ahora lo estamos entendiendo–, es la supuesta “propuesta de oposición” filtrada con la otra mano).  Esta propuesta de educación* se da en el proceso del conocimiento que ahora hace el “sujeto histórico” (el que piensa y tiene la iniciativa histórica de la transformación de la sociedad), vago término difuso y academicista, con el cual se suplanta la categoría materialista histórica de una clase social concreta: el proletariado.  Cierto es que el sujeto histórico de este momento histórico, lo es el proletariado (como del siglo XV al siglo XVIII lo fue la burguesía, la que en su momento era la que pensaba y hacía la iniciativa de la transformación social), pero, evidentemente, ese es un recoveco academicista a modo, para eliminar la categoría marxista de una clase social y de la misma lucha de clases sociales.

 

                                           La pedagogía crítica se plantea como “la crítica a la dominación” (así en abstracto, que quizá debería de suponerse como dominación del capital, del régimen burgués), en una “crítica social en el pensamiento contestatario”[3], para “guiar por la pasión y el principio, para ayudar a los estudiantes a desarrollar la conciencia de la libertad, reconocer tendencias autoritarias, y conectar el conocimiento con el poder y la capacidad de emprender acciones constructivas”[4], pretendiendo la idea de que el conocimiento se determina por el poder (y no por el reflejo objetivo de la realidad objetiva).

 

                                           “El pensamiento crítico –se dice en la fuente de esta cita– es la capacidad para deliberar y discernir, que desarrolla un sujeto con el fin de formar un juicio propio sobre distintos asuntos, evitando los dogmas y adoptando una postura crítica”[5], válido para el estudiante de educación superior, pero lo que tendría que considerarse como posible en un infante de educación básica, el cual aún no tiene un criterio formado como para distinguir un dogma.  Lo esencial no está en el lenguaje ni el discurso de impostura (que opera como un embuste), sino en los fundamentos que hacen la teoría del conocimiento.   Es pues, un lenguaje y discurso “radical”, pero para desviar el verdadero sentido de una educación popular en los verdaderos fundamentos del marxismo.

 

 


*        Por demás, invocando a Paulo Freire, un discípulo directo que estudio en la Escuela de Frankfurt.

     [4]        Ibid (subrayado nuestro)

[5]        Ibid.