Comentario a: Materialismo y Empirocriticismo, 1909; de V.I. Lenin (8/9)
Comentario a:
Materialismo y Empirocriticismo, 1909;
de V.I. Lenin (8/9)
Luis Ignacio Hernández Iriberri.
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(26 abr 17)
Del Cap VI. El empirocriticismo y el materialismo histórico.
El problema de fondo se revela aquí por Lenin, cuando éste divide en dos bandos a los machistas rusos: 1) los “integrantes y consecuentes adversarios del materialismo dialéctico”; y, 2) los que se pretenden “marxistas”, y el que dice Lenin, el que más nos interesa.
Interesan más esos empirocriticistas que pretenden hacerse pasar por “marxistas”, porque claramente engañan y deliberadamente confunden a las masas tergiversando la verdadera teoría marxista con supuestas “correcciones y desarrollos” a Marx, con sutiles y peligrosos falseamientos como el que Lenin comenta citando a Bogdanov, a saber, que: “El ser social y la conciencia social, en el sentido exacto de ambos términos, son idénticos”[1]; tesis fundamental de Marx que Bogdanov sutilmente reelabora y que el poco entendido no desentraña en su falacia. Bogdanov identifica el ser social y la conciencia social, consecuente con se esencia empirocriticista de la identidad (o monismo) del sujeto y el objeto, por lo cual, afirma, “no hay objeto sin sujeto”. Lenin pone en evidencia la falacia anotando simplemente el enunciado correcto de la tesis de Marx: “La conciencia social refleja el ser social”, no son idénticos, sino objetivamente diferentes.
Al tratar aquí sobre el materialismo histórico, Lenin aclara que: “el materialismo en general reconoce la existencia real y objetiva del ser (la materia), independientemente de la conciencia, de las sensaciones, de la experiencia, etc, de la humanidad. El materialismo histórico reconoce el ser social independientemente de la conciencia social de la humanidad”[2]. En ambos casos la conciencia no es más que el reflejo del ser. En ello es en donde radica la diferencia esencial entre el materialismo dialéctico en general, como la elación general entre la materia y la conciencia; y el materialismo histórico como la relación particular entre el ser social (“la objetividad de las formas de comunicación y actividad de los hombres; la relación material de los hombres con la naturaleza en el proceso de producción de bienes materiales, y las relaciones clasistas que los hombres contraen en el proceso”[3]), y la conciencia social (las ideas sociales, políticas, morales, religiosas, etc, socialmente dados). Así, no debe entenderse el materialismo histórico como algo distinto de materialismo dialéctico, sino tan sólo como la aplicación del materialismo dialéctico a lo histórico-social*.
El “materialismo histórico” no es “otro tipo” de materialismo, sino el mismo materialismo dialéctico (gnoseológico), aplicado a la importante práctica social. Y de ahí que Lenin apunte en el contenido de su crítica: “el positivismo en general y el machismo en particular, se han preocupado sobre todo de purificar sutilmente la gnoseología, simulando la gnoseología, simulando el materialismo, ocultando el idealismo bajo una terminología aparentemente materialista (…) Nuestros machitas no han comprendido el marxismo, porque les tocó abordarlo, por decirlo así, del otro lado, y han asimilado -a veces no tanto asimilado como aprendido de memoria- la teoría económica e histórica de Marx, sin haber distinguido claramente sus fundamentos, o sea, el materialismo filosófico”[4].
En Bogdanov**, dice Lenin, se ve “por arriba” el materialismo histórico, ciertamente vulgar y muy averiado por el idealismo, y “por abajo” el idealismo, disfrazado de términos marxistas, ajustado al vocabulario marxista (…) [que] no son más que unas palabras disimuladoras de la filosofía idealista. Una filosofía cada vez más sutil de las doctrinas antimaterialistas presentadas como marxismo…”[5].
Lenin, en el contexto de su trabajo, establece sus lógicas conclusiones en la crítica final al empirocriticismo; pero adelantando esta conclusiones más allá de la crítica al empirocriticismo en una generalización mayor particularmente significativa, dice éste: “El genio de Marx y Engels consiste precisamente en que durante un periodo muy largo, de casi medio siglo, desarrolló el materialismo impulsándose una dirección fundamental de la filosofía y no se detuvieron a repetir las cuestiones gnoseológicas ya resueltas, sino que aplicaron consecuentemente y demostraron cómo debe aplicarse este mismo materialismo a las ciencias sociales, barriendo de un modo implacable, como si fueran inmundicias, los absurdos, el galimatías enfático y pretencioso, las innumerables tentativas de “descubrir” una “nueva” línea en filosofía, de “inventar” una “nueva” dirección, etc. El carácter verbal de semejantes intentos, el juego escolástico de nuevos “ismos” filosóficos, el oscurecimiento del fondo de la cuestión por medio de sutilezas rebuscadas, la incapacidad de comprender y de exponer con claridad la lucha de las dos direcciones fundamentales de la gnoseología: he aquí lo que Marx y Engels persiguieron y combatieron en el transcurso de toda su actividad”[6]. Esto es lo particularmente significativo para nuestra lucha de hoy en día, en que ese marismo, esa filosofía materialista dialéctica, debe acabar de ser correctamente asimilada por el proletariado.
[1] Op. Cit. p.311. Subrayado de Bogdanov.
[2] Op. Cit. p.314. Subrayado nuestro.
[3] Forova I.T; Diccionario de Filosofía; Editorial Progreso; Moscú, 1984: v. Ser Social, y Ser Social y Conciencia Social.
* El peligro de hacer una división tajante entre “dos tipos” de materialismo, cuando el ser uno radica no sólo en caer con el “materialismo histórico” aislado, en un “determinismo histórico”; es decir, por el que el movimiento de la sociedad tendría por causa exclusiva las condiciones materiales, como omitiendo el análisis dialéctico; y más aún, dejando a la vista del proceso entendido en esto, la confusa idea de que el “materialismo dialéctico” es la “parte gnoseológica, filosófica”, tendencia propia de los intelectuales y dilettantes del marxismo; mientras que el “materialismo histórico” es la “parte práctica” dada en la economía política, de la lucha de clases, de la teoría del Estado, etc. Sin duda, lo expone Lenin “en la lucha contra los chapuceros” (Op. Cit. p.318), fue más importante entonces el acento en el materialismo histórico, y no en la gnoseología materialista. Debido a esto -continua Lenin- en sus obras Marx y Engels subrayan “más que el materialismo, la dialéctica; y más que el materialismo, lo histórico” (Op. Cit. p.318); y esa división hecha mecánica y absolutista, ha servido a los Bogdanov de toda la historia para presentarse ante las masas con discursos “muy revolucionarios”, criticando al capitalismo, profiriendo toda clase de maldiciones contra la burguesía, y diciéndose “marxistas”; con lo que engañan al falto de teoría, que con ese discurso los cree ciertamente marxistas; que, con tales discursos fáciles, desarman al proletariado sustrayendo la dialéctica de las cosas, en el análisis histórico concreto de las contradicciones históricas concretas.
[4] Op. Cit. p.318. El primer subrayado es de Lenin; el segundo subrayado es nuestro.
** Como en los “Bogdanovs” de todos los tiempos, como en “nuestros “Bogdanovs” actuales, que a la vista del proletariado sencillo (particularmente refiriéndonos al proletariado mexicano para el que, si se tienen apellidos extranjeros, “es inteligente” (y cuanto más raros, “más inteligentes”); si es alemán, “es nazi”; si es ruso, “es comunista”; si habla “a lo cubano”, “es revolucionario”; y así, esta separación entre el materialismo dialéctico e histórico facilita, eludiendo “lo pesado filosófico”, la definición de su falso marxismo (particularmente revestido de “novísimo marxismo”, o “neomarxismo”; de un “marxismo crítico”, o de un “marxismo posmoderno”; en lo que no sólo se sustrae la dialéctica, sino al final, el materialismo mismo, en supuestos “análisis marxistas de la superestructura”, en lo cual se suplanta toda la categorización marxista.
[5] Op. Cit. p.319.
[6] Op. Cit. pp.335-336. Primer subrayado de Lenin. Segundo subrayado nuestro en relación con el materialismo histórico como una dialéctica materialista aplicada.