Comentario a: Materialismo y Empirocriticismo, 1909; de V.I. Lenin (7/9)

18.12.2018 14:54

Comentario a:

Materialismo y Empirocriticismo, 1909;

de V.I. Lenin (7/9)

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

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(25 abr 17)

 

Del Cap V. La novísima revolución de las ciencias naturales

y el idealismo filosófico.

 

                                 Está claro que con el inicio del siglo XX, se da un inusitado desarrollo de la ciencia y de la técnica: aparece el globo dirigible; Max Planck establece el quanta como frecuencia de la luz; se descubre el fenómeno radioactivo que Bequerel da a conocer en 1901, a lo que se suma el descubrimiento de los Curie y de Röhetgen; se confirman las leyes hereditarias de Mendel; primer vuelo de los hermanos Wright; se produce el primer automóvil de uso social; se descubren los primeros tipos sanguíneos; Marconi logra la primera trasmisión de un mensaje radiofónico; se descubre la radiación radioactiva; Pávlov descubre los reflejos condicionados; aparece la teoría de la relatividad de Einstein; se desarrolla el estudio de las neuronas; Milikan logra medir la carga del electrón.

 

                                 Todo ello detona la expresión de los idealistas de la época, por un lado, por lo que dan en llamar la “crisis de la física”; y por otro, su gusto por el hecho de que “la materia desaparece”, como repudio, dice Lenin, de la realidad objetiva fuera de la conciencia, que sustituía el materialismo por el idealismo y el agnosticismo.

 

                                 Lenin destaca la diferenciación entre el tratamiento del problema según el “realismo ingenuo” de los físicos que por “materia” entienden su forma de “sustancia”, y que se refiere a las propiedades acerca, más que de la realidad, de la naturaleza de la materia.  Es decir, que, observa Lenin, los físicos pierden de vista el aspecto gnoseológico del problema, el aspecto acerca de su realidad.

 

                                 Gnoseológicamente, Lenin muestra que para el idealismo, por “materia”, entienden la forma sustancial dela misma; para el materialismo, apunta Lenin, por “materia” se entiende “la realidad objetiva, existente independientemente de la conciencia humana y reflejado por ésta”[1].

 

                                 Más aún, donde dicha realidad objetiva está en permanente movimiento, y lo uno no puede ser sin lo otro, de modo que no hay movimiento sin materia (sin realidad objetiva), como tampoco puede haber materia sin movimiento.  Sin embargo, con todo lo suscitado con los avances de la ciencia, en particular de la física, los idealistas pretenden, con la “desaparición de la materia”, concebir el movimiento sin materia.  A lo que Lenin no deja ocasión para volver a la crítica esencial al empirocriticismo, y expone: “La materia ha desaparecido, se nos dice, queriendo sacar de ahí deducciones gnoseológicas.  Y el pensamiento, ¿perdura?, preguntamos nosotros”[2].  Evidentemente, si para el empirocriticismo no existe la materia sino el pensamiento, Lenin cuestiona: a la “desaparición de la materia”, entonces todo desaparece, y, para empezar, su propio pensamiento.  Pero si a pesar de “la desaparición de la materia” el pensamiento perdura, entonces se cae en el idealismo que los empirocriticistas quieren negar.

 

                                 Luego Lenin revisa apartado por apartado, las direcciones de la física contemporánea (de su tiempo), primero, en el “espiritualismo inglés”; luego en el “idealismo alemán” y en el “fideísmo francés”; y finalmente, en el “idealismo ruso”.  Y en un par de pasajes conclusivos, Lenin apunta: “El fondo del idealismo “físico” de moda consiste en la “incertidumbre de pensamiento”, en la cuestión de la objetividad de la física”[3], así como en el relativismo del conocimiento, entendido este no como un conocimiento en relación a un marco teórico o a un sistema de referencia, sino como un conocimiento en el cual no sólo no hay “verdades absolutas”, sino que queda sujeto a la prioridad del subjetivismo.

 

 


[1]        Op. Cit. p.252.

[2]        Op. Cit. p.258.

[3]        Op. Cit. p.296.  Subrayado nuestro en función de que en la contemporaneidad de nuestro tiempo, ese vuelve a ser un “novísimo principio”, tal como lo expone Edgar Morin en su “pensamiento complejo”, como Alfredo Tecla en su en su manual de metodología empirocriticista, “El Método Ante la Incertidumbre”.