Comentario a: Materialismo y Empirocriticismo, 1909, de V.I. Lenin (5/9)

18.12.2018 14:39

Comentario a:

Materialismo y Empirocriticismo, 1909;

de V.I. Lenin (5/9)

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

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(23 abr 17)

 

Del Cap III. La teoría del conocimiento del materialismo dialéctico

y del empirocriticismo.  Tercera Parte.

 

                                 La tercera parte acerca del mismo tema, Lenin va aún más a  ciertos aspectos particulares de primordial importancia: 1) qué es la materia y qué es la experiencia; 2) el error de Plejanov en lo tocante al concepto de “experiencia”; 3) de la causalidad y de la necesidad en la naturaleza; 4) el “principio de la economía de pensamiento” y la cuestión de la “unidad del mundo”; 5) el espacio y el tiempo; y, 6) la libertad y la necesidad.

 

                                 Lenin, en su crítica al empirocriticismo de Mach y Avenarius, en realidad, está elaborada de manera sistemática la filosofía del materialismo dialéctico al abordar los problemas más relevantes de la teoría del conocimiento.  A los argumentos de la negación de la materialidad del mundo por los empirocriticistas Mach y Avenarius, Lenin finalmente apunta: “es materia lo que, actuando sobre los órganos de nuestros sensoriales, produce la sensación; la materia es la realidad objetiva que las sensaciones nos trasmiten…”[1]; en la crítica a los argumentos tautológicos y contradictorios con que Mach y Avenarius definen la “experiencia”, Lenin revela no más que “lo que ha servido desde hace mucho tiempo para encubrir los sistemas idealistas y sirve ahora a Avenarius y cia, para su ecléctico tránsito de la posición idealista al materialismo, e inversamente”[2].

 

                                 Sin embargo, en la crítica al empirocriticismo. Lenin observa que Plejanov comete un error en una gran confusión: “la experiencia -retoma Plejanov a Carestanzus, partidario de Avenarius haciendo suya la idea-, es para el empirocriticismo tan sólo objeto de investigación y no, en manera alguna, medio de conocimiento”[3].  Según esto, la “experiencia pura” de Avenarius (el conocimiento como lo exclusivamente dado directamente a los sentidos, es sólo “objeto de investigación” y no fundamento gnoseológico, de modo que allí caben tanto la materia como las ideas, satisfaciendo el embuste de un empirocorticismo “materialista” en un momento dado.

 

                                 En el apartado de la causalidad y de la necesidad en la naturaleza, Lenin le concede un amplio espacio de análisis, anteponiéndose que la cuestión dela causalidad es de singular importancia.

 

                                 En esa elaboración sistemática del materialismo dialéctico, Lenin aquí retoma a Feuerbach, quien “reconoce en la naturaleza las leyes objetivas, la causalidad objetiva, que sólo con aproximada exactitud es reflejada por las representaciones humanas sobre el orden, la ley, etc.  El reconocimiento de la leyes objetivas en la naturaleza está para Feuerbach indisolublemente ligado al reconocimiento de la realidad objetiva del mudo exterior, de los objetos, de los campos, de las cosas, reflejados por nuestra conciencia”[4].  Las mismas ideas las rescata Lenin tanto de Engels en su “Antidühring”, como en su “Ludwig Feuerbach…”, como de Dietzgen, no dejando duda alguna de lo categórico de la afirmación materialista acerca de la causalidad; es decir, de su objetividad, de su necesidad y su anteposición al efecto, lo que lleva a la ley objetiva como una condición gnoseológica fundamental, y no como el arbitrio subjetivista que empieza negando la causalidad, y termina sujetándola al “ingeniosidad del espíritu humano”, por el que , en la <<la fórmula kantiano-machista: “el hombre dicta las leyes de la naturaleza”, siendo la fórmula del fideísmo*.

 

                                 Por lo que toca al apartado sobre “el principio de la economía de principio”: es decir, del máximo saber con la ayuda de los medios cognitivos mínimos, Lenin simplemente lo ridiculiza reductio ad absurdum, usando un pensamiento más cómodo (en una economía de pensamiento), por otro más elaborado y complejo, y haciendo ver el falso criterio de la verdad en ello.

 

                                 Luego viene el quinto apartado, de extraordinaria importancia: el análisis del espacio y el tiempo.  Lenin, exponiéndolos primero con los fundamentos del materialismo dialéctico, apunta: 1) el espacio y el tiempo son objetivos; es decir, son realmente existentes en la realidad objetiva, lo cual quiere decir, a su vez, que, 2) el espacio y el tiempo son materiales.  Retomando a Feuerbach, anota: 3) “no son simples formas de los fenómenos, sino condiciones esenciales del ser”[5]; es decir, no son conjuntos de propiedades espaciales y temporales de los fenómenos, sino condiciones de la materia en movimiento, que no puede moverse sino en el espacio y en el tiempo.

 

                                 Aclara Lenin que en tiempos de Engels, en su discusión con Dühring al respecto, no se trataba del alcance científico sobre el desarrollo de los conceptos de espacio y tiempo, sino de la solución concreta al problema gnoseológico; esto es, como algo más allá de los puntos antes mencionados.

 

                                 Luego Lenin analiza dichos conceptos en la filosofía del empirismo idealista subjetivo del “novísimo positivismo” de Mach, como él le llama, y donde este dice: “el espacio y el tiempo son sistemas ordenados de series de sensaciones”[6], por lo que resulta, expone Lenin, que “no es el hombre con sus sensaciones que existe en el espacio y en el tiempo, sino que son el espacio y el tiempo quienes existen en el hombre, quienes son creados por el hombre”[7]; que Lenin, finalmente, luego de su crítica exhaustiva, califica de “nocivo idealismo fideísta reaccionario”[8].

 

 


[1]        Op. Cit. p.137.

[2]        Op. Cit. p.141.

[3]        Op. Cit. p.142.

[4]        Op. Cit. p.145.

*        Y Lenin no podía imaginar lo que vendría en esta corriente de pensamiento del empirismo idealista subjetivo luego de 1927, en que Heisemberg establece su “principio de incertidumbre”, muy singular en la física cuántica.

[5]        Op. Cit. p.165.  Subrayado suyo.

[6]        Op. Cit. p.168.

[7]        Op. Cit. p.168.

[8]        Op. Cit. p.170.