Comentario a: Geografía, Prolegómenos; de Estrabón. Del Libro II. Cap. I-IV. Del error de Estrabón (6/).

19.01.2019 14:22

Comentario a: Geografía, Prolegómenos; de Estrabón.

Del Libro II. Cap. I-IV. Del error de Estrabón (6/).

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

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(9 nov 18).

 

Del Libro II. Cap. I-IV. Del error de Estrabón.

 

                                 Hemos visto (al comentar el Cap. IV del Libro I, invitando tener presente el dato), que Eratóstenes tenía un previo conocimiento (en los rangos de medida de la época), de las distancias, principalmente de Alejandría, que fijaba a los 31° latitud N (con un error de medio grado), a Rodas, conocida a los 36° jN, con una diferencia, pues, de 5°, que la determinaba inicialmente con un valor de 3,750 estadios.  Y he aquí lo esencial de este hecho: de dividir 3,750 estadios entre 5°, se obtenía el valor de 740 estadios para 1°; y dado que un estadio equivale a 157.5 m, 1° sería igual a 116.5 km (cuyo valor real, es de 111.1 km), es decir, con un error inicial de 5 km.  Poco a poco, a fuerza de la navegación y medición constante, se fue ajustando dicha medida de distancia, hasta obtenerse por Hiparco el valor entre Alejandría y Rodas, de 700 estadios, es decir, 1° = 110.1 km.

 

                                 Eratóstenes conocía la posición de Siena (Assuan), considerada entonces sobre el Trópico de Cáncer, que tiempo atrás Eudoxo había fijado en 24° (con un error de medio grado), dando así una diferencia de 7° entre Alejandría y Siena, equivalente a 770.9 km.

 

                                 El dato curioso conocido por Eratóstenes como el encargado de la Biblioteca de Alejandría, de que el día del Solsticio de Verano se iluminaba completamente el fondo de un pozo en Siena, no fue útil para “descubrir” la redondez de la Tierra, lo que ya se sabía, ni para conocer el valor de grados o distancia a Alejandría, ya conocida; sino fue útil para que en el cerebro de Eratóstenes saltara la “chispa” de asociar la relación de proporción de los grados y distancia de Alejandría a Siena, con los grados y distancia o perímetro de la circunferencia terrestre; esto es, en unidades actuales; 7° : 770.9 km, como 360° : PT (perímetro de la Tierra), obteniendo el valor para PT = 39,964.6 km (contra los 40,042.5 km promedio del perímetro ecuatorial real, o de 40,009.1 km de perímetro polar).

 

                                 En ese punto conviene insertar el trascendental comentario de Estrabón a poco del inicio del Cap. II del Libro II.  Dice ahí nuestro autor:

 

“…si se toma, entre las medidas de los modernos, aquella que más reduce la medida de la Tierra, como la de Posidonio, que la estima en 180,000 estadios…”[1] (28,350 km).

 

                                 Esto es, Estrabón, discretamente, está tomando como mejor el procedimiento de medida del perímetro de la Tierra de su maestro, el estóico Posidonio, y más aún, le está atribuyendo a él el valor obtenido, lo que, a nuestro juicio, no es así, siguiendo los mismos datos dados por Estrabón en cuanto a que Posidonio consideraba la distancia entre Alejandría y Rodas, en 5,240 estadios (825 km), que hacía equivalente a 7.5°, que Estrabón indica como la cuarta parte del Zodiaco (de 30° de ancho), de modo que el perímetro de la Tierra para Posidonio resultaba, a su vez, en 252,000 estadios, o 39,690 km.

 

                                 Pero he aquí que el historiador Estrabón “compone” a su maestro en el valor correcto de la distancia entre Alejandría y Rodas dada por Eratóstenes en 3,750 estadios, 590 km, y con ello, entonces, Estrabón rompe la consistencia lógica de los datos.  Ahora los 7.5° estimados por Posidonio ya no corresponderán a sus 5,240 estadios, sino a 3,750 estadios; esto es, 7.5° : 3,750 estadios :: 360° : PT; lo que, en consecuencia, arrojó un valor proporcional a 360° del perímetro de la Tierra, en 180,000 estadios, o 28,350 km.  Pero este error ya no fue de Posidonio, sino de Estrabón, quien ha reducido el perímetro de la Tierra en poco más de 10,000 km, una cuarta parte del perímetro real de la Tierra.  Y por los siguientes quince siglos, resolver ese problema en la búsqueda de la “cuarta parte faltante de la Tierra”, se convirtió en el principal problema de la investigación geográfica.

 

                                 Por último, Estrabón se adentra en su Cap. V del Libro II de sus prolegómenos, y se refiere a la transformación de la esfera terrestre en un plano, no como un conocimiento geográfico, sino cosmográfico y de “los geómetras”, a lo que reduce el saber de Eratóstenes, Hiparco y Gémino, haciendo de la “geografía”, una especie de “compendio” de todo ello, apenas como su base, para luego ser “compendio” de todas las demás ciencias.  Y en función de ello, Estrabón explica el método general de su “geografía”: la descripción explicativa enciclopédica.

 

                                 Terminan las ideas centrales de Estrabón en cuanto a los fundamentos teóricos de la geografía en su Libro II en este Cap. V, con el problema de la representación a escala y la generalización en ella de lo representado, tanto en la esfera como en el plano.  Para los geógrafos como Eratóstenes, Crates, Hiparco o Gémino, esa es la geografía, y no es motivo de explicación como fundamento teórico, si acaso en los términos pedagógicos en que Hiparco explica la construcción de las Proyecciones Cartográficas.  Pero para Estrabón que no es geógrafo, eso es un hecho notable y parece entrar en contradicción cuando anota: “…tratar de expresar en un mapa geográfico, de la manera más simple que sea posible, la figura y la magnitud, e indicar al mismo tiempo cuál es y de qué tamaño esta parte del globo terrestre, pues esta es la tarea específica del geógrafo”[2]; y, por lo tanto, ésta debería ser la tarea misma de Estrabón, y no la de describir enciclopédicamente como historiador los hechos de los lugares.  Pero a continuación anota: “Réstanos hablar de las inclinaciones”[3], o sea, de las latitudes, y “aquellas rectas que denominamos principios”[4], esto es, el Sistema de Coordenadas; y añade: “Esta tarea debe ser realizada sobre todo por los que se dedican a la astronomía, como lo hizo Hiparco”[5], al que evidentemente no reconoce como geógrafo, y con ello despoja a la geografía de la misma cartografía, volviendo, por demás, a la reiterada idea de que “los geógrafos no tienen por qué preocuparse de aquello que está fuera de nuestra tierra habitada..., partiendo del mismo supuesto que Hiparco, a saber, que la magnitud de la Tierra es de dos cientos cincuenta y dos mil estadios conforme lo consigna también Eratóstenes”[6].

 

                                 Los últimos párrafos de su Segundo Libro en este Cap. V, se refiere a la discusión de los “anficios” y los “heteroficios”, es decir, a los habitantes entre los Trópicos que proyectan su sombra tanto al norte como al sur; y los habitantes extratropicales cuya sombra, en el hemisferio norte, se proyecta permanentemente al norte.

 

                                 Así terminan los dos primeros libros de la obra de Estrabón, en los que discute los problemas teóricos de esta ciencia.  El resto de sus diecisiete libros los dedica a esa descripción enciclopédica de los lugares del mundo del Imperio Romano.

 


[1]        Op. Cit. p.176.

[2]        Op. Cit. p.220.

[3]        Op. Cit. p.243.

[4]        Op. Cit. p.243.

[5]        Op. Cit. p.244.

[6]        Op. Cit. p.244.