Breviario Materialismo Dialéctico. Cap. VI. La Realización Social Humana. La Teoría del Humanismo. 2) Surgimiento del humanismo.
Breviario
Materialismo Dialéctico.
Cap. VI. La Realización Social Humana. La Teoría del Humanismo.
2) Surgimiento del Humanismo.
Luis Ignacio Hernández Iriberri.
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26 dic 16.
Cap. VI. La Realización Social Humana. La Teoría del Humanismo.
2) Surgimiento del humanismo.
El pensamiento humanista surge lentamente en el período prerrenacentista, si bien desde el siglo XIII, en la parte final de la Baja Edad Media, sus antecedentes bien se remontan hasta el Renacimiento Carolingio entre fines del siglo VIII y principios del siglo IX, y las ideas filosóficas de Juan Escoto Erígena (810-877), que retomando el fundamento teológico, pero panteísta, del innatismo de Dios, por lo cual se entiende que Dios sólo es en sí mismo, y “desbordándose” de sí, genera la escala de los seres: el mundo inorgánico en sus límites, luego la flora y la fauna tendiendo hacia el “centro de Dios”, y entre ello y los seres divinos, está el ser humano, que lucha por trascender al grado superior, antes que, en el pecado, hundirse en el mundo de los seres inferiores; con lo cual estableció un pálido fundamento de la naturaleza y justificación del ser humano, que siendo Dios mismo como parte de Él, tiene cierta autonomía; frente a la teología neoplatónica de su reflexiva creación y predestinación.
Luego, ya en el Renacimiento en el siglo XV, en la lucha abierta contra la religión y sus fantasías supersticiosas sustento de la teocracia medieval, ese pálido humanismo panteísta se expresó ya en su forma más general y esencial en el desplazamiento de Dios como centro de las preocupaciones, poniendo en su lugar al ser humano. El pensamiento humanista pasó así del panteísmo (todo es Dios), al deísmo (siglos XV-XVIII, el reconocimiento dual tanto de la existencia de Dios como problema puramente teológico, del Reino de los Cielos; como del reconocimiento del ser humano, como eminente problema del Reino de la Tierra).
Desplazar a Dios del centro de las preocupaciones para, en su lugar ubicar al ser humano, conlleva el problema esencial de la teoría del humanismo: resolver qué es el ser humano, y para qué es; lo cual se expresa respectivamente como la solución a los problemas de la conciencia en sí, como de la conciencia para sí del ser humano.
Durante los últimos cinco siglos (a partir del siglo XV), la humanidad avanzó consistentemente, si bien oscilando entre el materialismo y el idealismo, en la formación, en principio, de esa conciencia en sí, condición necesaria para abordar subsiguientemente para elaborar la conciencia para sí. Primero con las heroicas luchas renacentistas (s.XV-mediados del s.XVII), en que con el sacrificio en las hogueras inquisitoriales, se rescató de las llamas lo que para los clérigos sólo era el burdo y corruptible cuerpo humano, vulgar “prisión del alma”; luego, con el desarrollo de la ciencia y su método durante la Ilustración (mediados del s.XVII-XVIII), en donde finalmente Dios pasó a segundo plano; e inmediatamente después, con el siglo de las “Grandes Narrativas”, el siglo XIX, en el pensamiento idealista dialéctico del mismo Hegel, se consumó, finalmente, la esencia del humanismo: el ateísmo pleno. Para, por último, a partir de mediados del siglo XIX y por todo el siglo XX, surgió y se desarrolló el marxismo, y con ello, la teoría del comunismo, llevando al ser humano incluso, al establecimiento y desarrollo de las primeras formas y expresiones de la sociedad socialista. Todo lo que se puedo avanzar en esa dirección de una conciencia en sí del ser humano, hasta ahí llegó; con el derrumbe de aquella experiencia socialista (1991), advino un reflujo por veinticinco años, que todo lo ganado socialmente en esa dirección, se perdió.
En un pensamiento progresista, prácticamente tenemos que comenzar de nuevo, en una sociedad para la que la ciencia no sólo le es ajena, sino en el influyente discurso reaccionario y oscurantista de la “posmodernidad”, incluso la ciencia y la técnica, separadas de un interés de clase de quien las administra, se juzgan y presentan adversas a la sociedad, y más aún, en donde el humanismo y su esencia ateísta, plenamente proletario, se suple por un humanitarismo cristiano burgués misericordioso.
Qué tan drástica es esta afirmación, puede constatarse en un solo hecho: hoy en día no hay quién no se diga “humanista”. Así no tenga la menor idea de lo que ello significa, por lo que fácilmente se acaba confundiendo con el “humanitarismo” caritativo y misericordioso. Pero basta hacernos una pregunta, la más simple y elemental de todas, y a la vez, la más trascendental, para poder entender el grado de nuestra conciencia en sí como seres humanos.
La explicaremos en el siguiente apartado, pero quede aquí la reflexión: ¿Qué quiere decir “ser humano”; de dónde viene la palabra misma de “humano”? Si al momento de leer esto se tiene la respuesta, se está ya en una avanzada conciencia en sí. Carecer de la respuesta inmediata, muestra nuestro atraso, en la medida de nuestra indiferencia a la reflexión de lo que somos, y de todo lo que ello, alegórica o metafóricamente, significa.