Breviario Materialismo Dialéctico. Cap. V. Teoría del Conocimiento Materialista Dialéctica. 4) Lógica, dialéctica y teoría del conocimiento.
Breviario
Materialismo Dialéctico.
Cap. V. Teoría del Conocimiento Materialista Dialéctica.
4) Lógica, dialéctica y teoría del conocimiento.
Luis Ignacio Hernández Iriberri.
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21 dic 16.
Cap. V. Teoría del Conocimiento Materialista Dialéctica.
4) Lógica, dialéctica y teoría del conocimiento.
Lenin hizo una observación extraordinaria cuando afirmó la identidad dela lógica, la dialéctica y la teoría del conocimiento; tres categorías semejantes, pero que expresan relaciones distintas de un mismo hecho. Con dicha identidad, Lenin hizo ver la convergencia final de dos procesos históricamente dados: 1) el desarrollo histórico del pensamiento científico (la lógica); y 2) el desarrollo histórico del pensamiento filosófico dialéctico materialista (la dialéctica y teoría del conocimiento), en donde ambos procesos son una y la misma cosa.
El pensamiento científico, eminentemente deductivo, se movió desde ese razonamiento clásico de la Antigüedad (básicamente abstracto), a su renacimiento en el siglo XV en donde se dejó de lado el pensamiento puramente abstracto, y el razonamiento ya fue acompañado de la experimentación en lo concreto. En este proceso se enfrentaron gnoseológicamente las corrientes del empirismo, que da prioridad a la experiencia (la observación, la descripción, la medición), por sobre lo teórico o deductivo; y el racionalismo, que por su parte da prioridad a lo teórico o deductivo sobre la experiencia en el proceso del conocimiento; representadas respectivamente por F. Bacon y R. Descartes. Fue de dicha discusión entre el empirismo y el racionalismo que a lo largo del siglo XVIII se rescató, a su vez, el pensamiento dialéctico con Kant y Hegel, y por ello, en su forma idealista, que, con la aparición de Marx y Engels, esa dialéctica se invirtió de su forma idealista a su forma materialista. Ya el desarrollo del materialismo dialéctico y su teoría del conocimiento, convergieron con el pensamiento científico, deductivo, lógico, determinado con precisión los criterios de la verdad.
La convergencia histórica e identidad del pensamiento científico y el pensamiento materialista dialéctico, ya desde fines del siglo XIX y ampliamente para el siglo XX, hizo entrar en crisis al pensamiento filosófico idealista, que como nunca antes ya no sólo renunció a la objetividad, sino a la causalidad, en un indeterminismo y subjetivismo absolutos, negando la posibilidad del conocimiento de la esencia misma de la realidad, se redujo a un pleno solipsimo (de solus, único; e ipse, el mismo), por el cual, según el idealismo, sólo existe el sujeto y su conciencia, y todo cuanto le rodea, es un mundo de apariencias en a conciencia de dicho sujeto.
Ante ello, una nueva y reciente variante del idealismo subjetivo del “criticismo” (idealismo subjetivo de origen kantiano de mediados de los años noventa, particularmente influyente en el ámbito educativo como "pedagía crítica"), aceptando la existencia objetiva de la realidad, e incluso la percepción de la misma mediante los órganos de los sentidos (la base materialista del conocimiento), considera, no obstante, que el conocimiento no se produce por el reflejo objetivo de esa realidad objetiva, en tanto que en el proceso de percepción de la realidad, el sujeto vicia el proceso sensorial, de modo que la representación final de dicha realidad es ya sólo producto de su subjetivismo. Se aproxima así al materialismo dialéctico, pero lo deforma desde una posición idealista subjetiva.
Dicho idealismo subjetivo contemporáneo que en el abandono de la objetividad, la causalidad o determinismo, la lógica y la verificación en la práctica social, acabó contraponiéndose abiertamente a la ciencia, sustituyéndola por el “saber”, entendido éste no como el reflejo del mundo, sino como la intuición de individuo acerca del mismo. E imposibilitado a penetrar en el conocimiento de la esencia de dicha realidad objetiva desentrañando un saber verdadero, redujo la verdad a una mera “validación” del saber, obtenida en el consenso del llamado “diálogo de saberes”. Artificialmente dictaminó el fin de la Época de la Modernidad, desechándola de conjunto con todos sus aportes históricos culturales (dado en el movimiento que llamó, de “contracultura”), y esencialmente, desechando su contribución esencial: la formalización del pensamiento científico, y del método lógico hipotético-deductivo de la ciencia, sustituyéndolo por la llamada “New Age” de la “posmodernidad” (corriente ideológica que venía desde los años sesenta-setenta en forma difusa, pero que en el paso de la década de los setenta a los ochenta, se formalizó como todo un sistema ideológico a partir de los preceptos del existencialismo, el pragmatismo, y principalmente de la llamada “filosofía de la superestructura” de la “Escuela de Frankfurt”, más conocida como “neomarxismo”). Toda una generación de jóvenes intelectuales no bien formados en la teoría marxista, pronto incurrió en las desviaciones que tal ideología planteaba, presentándose como un “desarrollo del marxismo”, conceptualmente cómodo para la llamada “clase media”, particularmente extendida durante el adverso período del reflujo del movimiento proletario internacional tras el derrumbe de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (1990), durante la última década del siglo XX y primera del siglo XXI.
La nueva lucha proletaria que se despierta en los inicios de la segunda década de este siglo, vuelve a someter a crítica toda esa reacción alienante, retomando el pensamiento lógico, dialéctico, y de una teoría del conocimiento científicamente fundamentada.