Breviario Materialismo Dialéctico. Cap. IV. Formalización Teórica del Materialismo Dialéctico. 3) Leyes. c) Ley de la Contradicción.

10.11.2016 15:28

Breviario

Materialismo Dialéctico.

Cap. IV.  Formalización Teórica del Materialismo Dialéctico.

3) Leyes.  c) ley de la unidad y lucha de contrarios.

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

https://dimensionalidad.webnode.mx

4 oct 16.

 

Cap. IV.  Formalización Teórica del Materialismo Dialéctico.

 

3)      Leyes.

 

c) Ley de la unidad y lucha de contrarios.

 

                                 La ley de la unidad y lucha de contrarios, o simplemente ley de la contradicción, es la ley esencial de la dialéctica materialista; es la fuente del movimiento y desarrollo del mundo.

 

                                 Marx y Engels, en su obra <<La “Sagrada Familia, o Crítica de la “Critica Crítica”>> (1845), uno de sus primeros trabajos, en el que hacen la crítica a los filósofos hegelianos hermanos Bauer y adeptos (a quienes se refieren precisamente como “la Sagrada Familia”).  En un apartado sobre Proudhón a cargo de Marx, éste (en contra de la forma estática y mecánica que lo plantean los hermanos Bauer a partir de Proudhón, y queriendo ver éstos un “enlace dialéctico” por encima o desde fuera de la contradicción misma, anota una idea esencial para entender lo que es una contradicción dialéctica: “El proletariado y la riqueza son términos antagónicos.  Forman en cuanto tales, un todo.  Ambos son modalidades del mundo de la propiedad privada… (pero) de lo que se trata, es de la posición determinante que una y otra ocupan en la antítesis, no basta con decir que se trata de los dos lados de un todo”[1].

 

                                 La unicidad del proletariado y la riqueza, radica en el estar contenidos en el mundo de la propiedad privada como algo idéntico a sí mismo; en donde proletariado y riqueza son lo mismo, sólo que el proletariado es riqueza “condensada” (el trabajo), y la riqueza, el proletariado “desplegado” (la explotación del trabajo).  La propiedad privada no está por encima o como por fuera, ni “media” entre esos opuestos, sino representa su objetiva y concreta unidad en la identidad.

 

                                 Esta unidad de los opuestos en la objetiva y concreta identidad del objeto de estudio, es el punto de partida, en consecuencia, en el análisis de la contradicción.  Lo primero es, pues, ubicar un objeto de estudio, objetivo y concreto, en el cual, como identidad, estará contenida la contradicción que le da movimiento y desarrollo.

 

                                 Lo segundo será observar, en el examen del objeto de estudio, las posibles diferencias, en las cuales se pondrán de manifiesto los opuestos.  Así, teniendo como objeto de estudio la objetiva y concreta propiedad privada, de su examen se observará la diferencia entre el proletariado (la fuerza de trabajo al que le es inherente la propiedad social), y la riqueza (la explotación de la fuerza de trabajo, que, en este caso, se genera de la apropiación de la propiedad social en forma de propiedad privada).  En un principio, entre los opuestos ya diferenciados, no se verá incluso, ni oposición siquiera, se verán dos hechos aislados entre sí; pero, a poco, de un examen más detenido; en un tercer lugar, se verá ya que se oponen el uno al otro como contrarios.  En un primer momento, esos contrarios sólo nos parecerán estar ahí, en ellos no veremos una negación mutua.

 

                                 De ahí que, en una cuarta instancia, descubriremos que la contrariedad entre los opuestos, en realidad está implicando una negación del uno por el otro, entendiéndose que en ello estará ya, una contradicción plenamente dada.

 

                                 En estos cuatro pasos descubrimos el desarrollo de una contradicción; luego vendrá el problema de cómo se resuelve la misma.  En general, dialécticamente, una contradicción se resuelve en la inversión y transformación de los opuestos (lo cual, por lo tanto, no debe entenderse mecánicamente como el simple cambio de posición de un opuesto como dominante); esto es, sino cuando un opuesto como un momento de la contradicción, se convierte en un momento no sólo dominante, sino, más aún, transformado a sí mismo, es decir, donde el mismo desaparece junto con su contrario, y a partir del cual, donde se genera una nueva identidad.

 

                                 Hay dos tipos generales de contradicciones: las contradicciones antagónicas y las contradicciones no-antagónicas.  En las antagónicas, la solución se da por simple eliminación de un opuesto en ese proceso de inversión de los opuestos, y la transformación en sí misma del opuesto dominante, de modo que, no pudiendo existir los monopolos en la dialéctica, a partir de este último (y eliminado el otro), en el seno del mismo, que en un primer momento aparece como una identidad sin diferencias, a poco se manifestarán las mismas, generándose una contradicción nueva y diferente, e incluso, quizá, de nuevo tipo, cambiando, por ejemplo, de antagónica a no-antagónica.

 

                                 Sin embargo, aun cuando en el mismo proceso, las contradicciones no-antagónicas se resuelven de una manera más compleja; en lugar de la eliminación simple de un opuesto, lo que se da es la síntesis de ellos.

 

                                 En dicha síntesis (de sin, con; y thesis, juicio lógico), lo que ocurres es una combinación de los opuestos, aun cuando no a manera de amalgama, sino una combinación en la que ambos se extinguen, dejan de existir como lo que eran, y aparecen en una nueva sola identidad.  La razón de la etimología, se debe a que, en esa combinación, el enunciado de la proposición del opuesto que se afirma (a manera de “X es Y”), se combina a través de una mediación con el enunciado de la proposición del otro opuesto que opera como antecedente (a manera de “Y es Q”).  Luego, por lógica formal, si “Y es Q” y “X es Y”, podemos afirmar que, a su vez, luego entonces, “X es Q”.  El elemento “Y” en ambas proposiciones es el que opera como elemento mediador por el cual, de una “X” que sólo era reconocida como “Y”, ahora dicha “Y” aparece como algo nuevo, convertida en lo que ahora se reconoce como “Q”.

 

                                 Dejando de lado ese lenguaje abstracto que en su generalización a algunos ayudará a entender, pero que a otros podría hacer de esto algo indescifrable, traduzcamos todo ello en dos ejemplos, uno para la contradicción antagónica, y otro para la contradicción no-antagónica.

 

                                 La contradicción “proletariado-riqueza” generalizada como revolucionaria lucha de clases por el poder, violenta, en ese acto revolucionario en sí mismo se da la solución por eliminación de un opuesto propio a la condición de una contradicción antagónica.  “Proletariado y riqueza” como contradicción no-antagónica, supondrá una solución en la que ambos opuestos se sintetizan en una nueva identidad; es decir, donde tanto el proletariado como la riqueza desaparecen, dando lugar a algo nuevo: una sociedad emancipada, en la que se generará una nueva contradicción inmersa en una nueva identidad.

 

 


[1]        Marx-Engels; La Sagrada Familia o Crítica de la “Crítica Crítica”; Editorial Grijalbo; 2ª edición; México, 1967; p.100.