Breviario Materialismo Dialéctico. Cap. IV. Formalización Teórica del Materialismo Dialéctico. 1) Postulados. c) El mundo material objetivo está en movimiento.

27.10.2016 16:37

Breviario

Materialismo Dialéctico.

Cap. IV.  Formalización Teórica del Materialismo Dialéctico.

1)      Postulados.  c) El mundo material objetivo está en movimiento.

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

https://dimensionalidad.webnode.mx

21 sep 16.

 

Cap. IV.  Formalización Teórica del Materialismo Dialéctico.

 

1)       Postulados.

 

c)  El mundo material objetivo está en movimiento.

 

                                 El movimiento es la cualidad esencial de la materia.  Por tal movimiento no debe entenderse sólo la traslación mecánica, cuantitativa, de un lugar a otro, sino esencialmente su cualitativa transformación y desarrollo a partir de la lucha interna de sus contrarios.

 

                                 En el Universo nada está estático de manera absoluta, de modo que lo único absoluto en el Universo, es el movimiento.  El movimiento como cualidad de la materia, no existe independientemente de ella; lo que se mueve, lo que se desplaza y se transforma, es la materia en sus infinitas manifestaciones en los objetos.  Pero, a su vez, ese mundo de los objetos, materiales, no se puede mover sino en el espacio y en el tiempo.

 

                                 Por veinticinco siglos, las nociones de espacio y tiempo significaron uno de los problemas más complejos par el pensamiento.  Hasta los años ochenta del siglo XX, la marxología soviética aún consideraba al espacio y al tiempo como propiedades de la materia; es decir, al igual que el movimiento, como cualidades de las cosas; y en ese sentido, se decía que no es que existan el espacio y el tiempo independientemente de los objetos, sino que la existencia de éstos es espacial y temporal; y en esta idea se seguía la conclusión de Einstein acerca de su noción del Universo como un continuum; esto es, un estado material en el que no existe el vacío.

 

                                 Paradójicamente, la existencia o no del vacío fue un problema cardinal en la filosofía (e incluso en cierto modo en la física misma), hasta no hace mucho, fines del siglo XX, principios del siglo XXI, muy a pesar de su descubrimiento por Otto von Guericke (1602-1686), en el siglo XVII, con el famoso experimento de los “Hemisferios de Magdeburgo” (dos semiesferas que puestas una contra la otra, se extraía de la esfera el aire, y unos caballos tiraban de cada una de manera opuesta sin lograr separarlas).  La explicación clásica fue que la presión externa del aire (+p), las mantenía unidas.  Pero luego, el mismo Einstein valoró el fenómeno como la energía del vacío que tiraba hacia adentro, en forma de una presión negativa (-p), que considerada para el vacío del Universo, la denominó como la “constante cosmológica”*, que tira del Universo en constante expansión, como una fuerza opositora a la gravedad.

 

                                 Finalmente, el vacío se reconoció como algo material y objetivamente existente hacia los años noventa del siglo XX, y de ello resultaba que dicho vacío tenía que ser la cualidad esencial del espacio; de modo que éste dejó de ser puramente “cualidad” de los objetos, para entenderse ahora, además, como “un algo”, condición de existencia de los mismos.  Efectivamente, el espacio es “un algo” y los objetos existen en él, a la vez que es su cualidad de extensión.

 

                                 Acerca del tiempo, este resultó ser un concepto aún más complejo.  Contiene la noción de movimiento, de cambio y desarrollo, pero contra lo que se cree ser sólo una cualidad de las cosas en esas manifestaciones, resultó ser, a su vez, “un algo” real, material y objetivamente existente; el tiempo, a decir del propio Einstein, no era otra cosa que una cuarta dimensión del espacio**, enormemente extraña, porque aun cuando la percibimos, no la “vemos” directamente; es decir, que, nuestra percepción sensorial puede conocer directamente un mundo material de tres dimensiones (ancho, largo, y alto), pero esa cuarta dimensión del espacio sólo la alcanzamos a percibir como la manifestación de movimiento y duración; de ahí que para el pensamiento humano, el tiempo sólo se reduzca a su medida (su cronometración, al movimiento de las manecillas o a la señal digital de un reloj).  No es difícil entender, pues, que en la marxología, aún a fines del siglo XX, el tiempo (como el espacio), fueran entendidos, si bien ciertamente como cualidades objetivas de las cosas, sólo como “formas de existencia de la materia”.  Un término propuesto por Engels, al final, afortunado, pues si bien con los avances de la ciencia entre fines del siglo XIX y fines del siglo XX no se daba para más, que entender al espacio-tiempo como “forma cualitativa”, como “propiedad” de las cosas; con los avances de la ciencia entre fines del siglo XX y principios del siglo XXI, ahora puede entenderse al espacio-tiempo, a su vez, como un “algo” material, a su vez, independientemente de las cosas; y en ese sentido, como una “forma más de movimiento de la materia” (el vacío).  Todo el problema había estado, por influencia de Einstein según su teoría del continuum, no sólo en la negación del vacío, sino en la identidad de éste con “la nada”; y dada esta noción metafísica, a la negación del vacío, se negó el espacio mismo como un “algo”, en un momento dado, independiente de las cosas.

 

                                 Finalmente, este vacío como cualidad esencial del espacio, es lo que permite el movimiento entendido en su forma de traslación.  Se resolvió, así, el ab antiquo problema de Demócrito, de "qué es lo que habría entre dos átomos".

 

 


*        Einstein osciló toda su vida entre la aceptación o no del vacío, y ya reconocía la necesaria existencia del éter, como negaba la posibilidad del vacío.

**      En el tratamiento de las categorías de espacio y tiempo daremos una explicación más específica de la naturaleza del espacio y el tiempo, en su forma de entenderse contemporáneamente en nuestros fundamentos de la dialéctica materialista.