Aplicación del Materialismo Dialéctico a la Teoría de la Educación. La Contradicción Principal de la Teoría de la Educación Popular (4).
Aplicación del Materialismo Dialéctico
a la Teoría de la Educación.
La Contradicción Principal
de la Teoría de la Educación Popular (4).
Luis Ignacio Hernández Iriberri.
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(17 jun 17).
La contradicción principal
de la teoría de la Educación Popular (4).
Tal cual el positivismo engañó a una gran masa de intelectuales poco o nada críticos en el siglo XIX, así se repitió la historia con el caso del constructivismo en el paso del siglo XX al XXI. Y ello estuvo en consonancia con los hechos económico-sociales y políticos, no sólo nacionales, sino internacionales, en esos años de las décadas ochenta a dosmil.
El imperialismo estadounidense había adoptado, desde los años sesenta, una estrategia de endeudamiento de los países, principalmente latinoamericanos, con el objetivo, no tanto de dependencia, como de financiamiento a partir del pago de los intereses de esa deuda, de la “carrera armamentista”, que a la larga la Unión Soviética no pudo sostener, dado que su propio financiamiento salía exclusivamente de los impuestos a su población, y en ello hubo un límite, que llevó a utilizar fondos de otros sectores económicos, generándose lo que nunca había ocurrido en su economía: la crisis de ésta, al extremo que ello acabó con la disolución de la URSS en 1990, y el fin de la experiencia socialista de Estado del siglo XX.
En México, hacia mediados de los años ochenta, en la secuencia de crisis económicas recurrentes ya cada seis años, (1976, 1982, 1988, 1994), más la necesidad imperiosa de tener que declarar una moratoria (lo cual finalmente no se hizo), la inconformidad político-social condujo a diversos movimientos obreros a nuevas luchas. Surgió la corriente de sindicatos independientes, y tomaron fuerza los movimientos democrático-sindicales en los viejos aparatos sindicales colaboracionistas. Por referirnos sólo a la educación, se fracturó entonces el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), y surgió la organización democrática de la “Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación” (CNTE),y con ello volvió la consigna de la educación popular como una necesidad social de educación de masas en las reminiscencias de Freire.
Hasta aquí, todo es historia; siempre susceptible de precisarse y reinterpretarse, pero, en general, hechos dados. A partir de aquí, estamos en la contemporaneidad plena y viva; por lo tanto, lo dicho para esta parte debe considerarse sólo como lo que no podría ser sino así, en tanto los hechos político-sociales no se conviertan en luchas de la historia.
Así que, con la salvedad de esas interpretaciones, a nuestro parecer, la CNTE (como otros movimientos democrático sindicales, entre ellos el “Movimiento de Técnicos y Profesionistas” del sindicato petrolero, en el cual el que esto escribe participó), ha tenido desde entonces un carácter de lucha denominada “economicista”, es decir, de reivindicaciones gremiales en una lucha político-sindical, en donde el problema pedagógico-educativo como problema de lucha ideológica, no comenzó a ser considerado sino una década después, a mediados de los dosmil, en una subfracturación, ahora, de la CNTE, originándose el grupo sindical del “Comité Ejecutivo Nacional Democrático” (CEND), en donde, en un largo proceso, se ha venido elaborando una propuesta alternativa al proyecto educativo del Estado capitalista burgués ya no sólo en reivindicaciones gremiales económicas, o quizá económico-políticas, sino más esencialmente aún, reivindicaciones de clase proletaria ideológicas o político-ideológicas.
En consecuencia, la educación popular en la consigna de educación de masas en general, de la CNTE, es llevada más allá, como una teóricamente fundamentada educación popular en la consigna de una educación ideológica de clase social proletaria, o educación socialista. Susceptible de ser criticable no sólo en lo siempre dable a la crítica, sino en una serie de limitaciones de una concepción socialista, producto de una marcada influencia de esas engañosas posiciones “neomarxistas” o de la filosofía de la superestructura de la “Escuela de Frankfurt” (de la que parte de la propia intelectualidad que ha asesorado, ha sido víctima como con el positivismo y el constructivismo, luego de quince años de derrumbado el sistema socialista). De este modo, dicha propuesta teóricamente fundamentada, vuelve a ser el proyecto pedagógico socialista para la futura educación en México.
Si algo esencial en los aspectos superestructurales como lo es el programa educativo en el conjunto de las bases materiales que el capitalismo tiene que crear para la edificación del socialismo, ha sido ya echado con fundamento suficiente. Eso es precisamente ese programa pedagógico socialista. Se puede decir que es lo último que faltaba para un triunfo revolucionario de nuestra sociedad en forma segura en una clara y fija dirección. Frente a ello, aparece el proyecto del Estado en el fundamento filosófico-pedagógico del pragmatismo, en el llamado “Modelo Dual”, que ni por el fundamento filosófico-pedagógico, ni por su pretendida solución práctica en el vínculo educación-producción, es ni siquiera equiparable al proyecto socialista descomunalmente superior. Lo cual no significa otra cosa, que ya en los hechos, la solución a la contradicción principal con el triunfo ideológico del proletariado. Y como Engels lo expresa respecto del triunfo de la teoría elaborada conjuntamente entre Marx y él: el triunfo pleno y real, será cuando todos los trabajadores democráticos y progresistas de la educación, hayan asimilado su propio proyecto filosófico-pedagógico socialista.