Aplicación del Materialismo Dialéctico a la Teoría de la Educación. Conclusiones.
Aplicación del Materialismo Dialéctico
a la Teoría de la Educación.
Conclusiones.
Luis Ignacio Hernández Iriberri.
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(3 jul 17).
Conclusiones.
Estructurar la teoría de la educación popular proletaria en un símil en el que los cimientos sean los postulados, las piedras angulares sean los principios, los teoremas sean los muros mismos, y en ellos, las categorías fundamentales, aquellas piedras que se imbrican a las piedras angulares; y donde las través, loza, o claves, serían como las hipótesis, leyes y teorías; es, pues, un ejemplo de la necesidad de entender dicha teoría de la educación como una sólida y resistente teoría, que en la aplicación del materialismo dialéctico a todo ello, le da el necesario y suficiente rigor científico.
Dicha formalización teórico-científica de la educación popular es el resultado, la abstracción y generalización teórica de ese esfuerzo de reflexión hecha a lo largo de varios años para definir el tipo de educación que queremos para la formación del proletariado. Es, pues, la transformación de la práctica en la teoría para, elaborada esa formalización teórica, transformara ahora en un mayor nivel de conocimientos en una nueva y más rica acción práctica.
Ninguna otra teoría de la educación o ninguna otra teoría pedagógica, tiene esa solidez o consistencia lógica alcanzada por esta teoría de la educación popular proletaria, como programa científico de formación ideológica y social del proletariado.
Ha sido este ensayo la última contribución a los lineamientos generales de dicha teoría. En lo subsiguiente, viene la parte fina en varios aspectos: 1) la asimilación de la teoría por todos; 2) la profundización teórica en los aspectos particulares; y, 3) las aplicaciones didácticas.
Los docentes democráticos y progresistas de educación básica, en un largo esfuerzo de cinco lustros, superando las influencias ideológicas burguesas al servicio del capital, las desviaciones, las inducciones a la confusión, superando incluso en el lenguaje las categorías del idealismo subjetivo, han cristalizado una teoría pedagógica con fundamentos en la educación dialéctico materialista para la formación omnilateral del ser humano, partiendo del reflejo objetivo de la realidad objetiva, con pleno fundamento científico, como sólo podía haberlo hecho este gran colectivo, sin duda, envidia sana desde Makarenko y Lunacharsky, hasta Bogdán Suchodolsky, hacedores de los fundamentos de la educación proletaria.
Frente a las propuestas educativas del Estado burgués, que con los fundamentos filosófico-pedagógicos del pragmatismo y su “Modelo Dual”, formador de un ser unilateral en el conocimiento, enajenado e idealista subjetivo en la interpretación del mundo, en tanto que, renunciando a toda teoría, reduciendo el método de la ciencia a un mero “instrumental” para el aprendizaje empírico, pretende que el sujeto sea el portador del reflejo subjetivo de la realidad objetiva, en la medida de su reflexión sobre su actividad empírica, y sólo de su propia actividad empírica, guiada por la determinación subjetiva de lo útil, en un proceso selectivo de fuerza de trabajo calificada de “capital humano”; enajenación del sujeto a través de la cual, se innova en una forma más de obtención de plusvalía relativa. Para todos los demás que no participen de ese proceso selectivo, se les aplicará la educación alienante en la teoría pedagógica de la llamada “Pedagogía Crítica”, cuyos fundamentos filosófico-pedagógicos se enraízan en el idealismo subjetivo oscurantista del llamado “pensamiento complejo”, en el que el conocimiento objetivo en el reflejo objetivo de la realidad, se suple por el reflejo subjetivo de la realidad objetiva; en donde la causalidad (o determinismo), se sustituye por el “indeterminismo” (la ausencia de causalidad), en la que la lógica o pensamiento racional, se suprime y abandona, poniendo en su lugar el mero “asociacionismo” que emana del “diálogo de saberes” (no sólo de una “multidisciplinaridad” que aún conserva el conocimiento especializado, sino de una “interdisciplinaridad” que va prescindiendo de la especialización en aras del “saber colectivo”, y que, aún más, va más allá en la “transdisciplinaridad”, en la frivolización absoluta de la formación científica rigurosa); que reduciendo todo el saber al “consenso” de ese “diálogo de saberes”, simplemente omite la esencia de lo que demuestra lo verdadero: la corroboración en la práctica social y el experimento; y sin lo cual, a su vez, prescinde de la capacidad de la previsión científica; y, en consecuencia, con todo ello como criterios de la verdad, esta, la verdad, queda suplida por la simple “validación” del conocimiento; hoy “validado” por el “consenso” del “diálogo de saberes”, como en la Edad Media lo fue por el “principio de autoridad” de los padres de la iglesia, los doctores escolastas.
Es por ello que, a esta posición reaccionaria, idealista subjetiva, le sea tan inapreciable como mal entendida, la supuesta “teoría del caos”, en donde para lo aleatorio y la incertidumbre, desde luego, no hay ciencia que valga. Sólo que, cuando estos idealistas entiendan realmente lo que es la famosa “teoría del caos”, comprenderán que ello, en un sarcasmo descomunal, no es sino la “teoría del cosmos”, la teoría de la armonía y el máximo orden llevado a lo infinitesimal, de la naturaleza.
Un nuevo docente de la teoría pedagógica de la educación popular proletaria, que haga suyos los fundamentos materialistas dialécticos, que asimile dicha teoría pedagógica científica, se hará invulnerable. Dejará de “resistir” a los embates ideológicos y políticos del capital que se arma de toda suerte de engaños con los que hasta hoy los ha confundido, para tomar la iniciativa en la crítica fundada científicamente, a las propuestas educativas del Estado. No será ya la simple lucha gremialista, sino, más aún, la lucha ideológica en manos de quien, como docente, por su propia naturaleza profesional, debe asumir el compromiso social, precisamente, de esa lucha ideológica, respondiendo por la sociedad. Esa responsabilidad y compromiso social es lo que hace la conciencia social. Hoy, como nunca antes, el formador de la conciencia ha de asumir la conciencia de sí en su identidad con los fundamentos materialista dialécticos y científicos de la teoría pedagógica de la educación popular proletaria. Lo básico está hecho, lo fundamental y esencial ha cristalizado; lo demás, es esgrima de detalles frente al enemigo histórico.