Aplicación del Materialismo Dialéctico a la Teoría de la Educación. Categorías Fundamentales (2).
Aplicación del Materialismo Dialéctico
a la Teoría de la Educación.
Categorías Fundamentales (2).
Luis Ignacio Hernández Iriberri.
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(23 jun 17).
Categorías Fundamentales (2).
Memoria e inteligencia. Por memoria, es del dominio común entenderla como la capacidad de retención de datos, y dicha capacidad está determinada por diversos factores como la atención, el interés, la asociación o el contexto, la organización mental o el método. La memoria es fundamental para le pensamiento científico, pues de ella depende la capacidad de análisis de múltiples factores en la posible relación causal de un fenómeno. Por supuesto, la inteligencia como su opuesto dialéctico, se refiere, por su parte, a la capacidad de entendimiento o comprensión de las cosas en función de un cúmulo de datos. La inteligencia, en tanto capacidad de comprensión o aprehensión de las causas y esencia de las cosas, se despliega en la aplicación metódica y sistemática tanto de la dialéctica materialista, como del método de la ciencia (distinguible ello del pensamiento idealista, que lo asume, por su parte, ya como un acto intuitivo, o bien como habilidad operativa). La memoria e inteligencia forma una unidad de opuestos no antagónica, esto es, que los opuestos no se niegan excluyéndose mutuamente, sino se complementan y transforman el uno en otro.
Ambas facultades enunciadas en dichas categorías son susceptibles de perfeccionamiento y desarrollo en la medida del entendimiento y ejercicio práctico por el sujeto, del conjunto de factores que le determinan. La memoria resulta básicamente de la actividad empírica, como la inteligencia resulta básicamente de la actividad racional; ambos aspectos, pues, son fundamentales para la elaboración del conocimiento y la formación de la conciencia. La pretendida supresión de la memoria en favor del entendimiento o comprensión, tal como lo plantean diversas posiciones idealistas, es, en realidad, un atentado a las bases del pensamiento racional, al que se le despoja de lo que ha de ser pensado, y de la determinación de sus causas posibles en una multiplicidad de hechos posibles en relación, los cuales dejan de ser retenidos.
Ser humano y psique. Hasta el periodo de la Ilustración en el siglo XVIII, el pensamiento humanista del Renacimiento fue la poderosa arma ideológica contra el oscurantismo teocrático medieval. Con Juan Jacobo Rousseau (1712-1718), y su obra “Emilio o de la Educación”, 1762, se reconoce al individuo y su psique, en medio de los procesos sociopedagógicos naturales a la educación, como opuestos no-antagónicos entre sí. Sin embargo, durante la primera mitad del siglo XIX, con el psicólogo y pedagogo idealista Herbart (1776-1841), la psique retoma el carácter medieval de “alma”, confrontándose nuevamente con el humanismo en forma de contradicción antagónica.
El humanismo surge como forma de reivindicación terrenal de la dignidad del ser humano, frente a la prioridad teocrático medieval del “alma”. En la Edad Media, determinada absolutamente por la teología, lo importante era el “alma” y la “salvación” de la misma en el Reino de los Cielos; de ahí que ese fuera el fundamento del Tribunal del Santo Oficio (la Santa Inquisición), para quemar vivo al “hereje” y al “impío”, pues lo que se hacía con ello, era, al fin, “la purificación del alma” atrapada en castigo en el cuerpo humano despreciable.
Esa psique que en el medievo fue el “alma”, en la época actual es el “conocimiento innato” de Descartes, “la cosa en sí”, o el “conocimiento a priori” de Kant, o las "estructuras mentales que se implantan en el cerebro", del racionalismo crítico popperiano; “entes etéreos”, dados por la divinidad como hechos revelados.
Hay en el ser humano una psique, pero no como el idealista concepto de “alma”, sino como una psicología y carácter propio de cada individuo, en parte, y sólo en parte, socialmente determinada. Ello es lo que hace esta unidad de contrarios y su transformación de un opuesto en otro. Es decir, ser humano y psique se identifican en una unidad, pero se diferencian en la actividad de la práctica social. La psique es el ser humano desplegado en la diversidad, como éste es la psique misma generalizada.
Formación omnilateral y formación unilateral. Educar, hemos visto, es dar la formación de un proyecto de individuo y de sociedad; esa formación puede ser negativa, de alienación y enajenación; o positiva, en los más altos valores morales, en la amplia apreciación estética, y en el conocimiento de lo verdadero. Esta última formación constituye, necesariamente, una formación omnilateral (es decir, en todos los sentidos posibles), que representa una formación plena en sentido positivo. La formación unilateral, esa en la que sólo se procura un individuo exclusivamente en el despliegue de sus “capacidades” y sus “habilidades”; es decir, como algo determinado unilateralmente por las condiciones materiales en que se vive, y no por las posiblemente obtenidas en la formación de una opción multilateral dable (en donde se considere al individuo, en este caso, a la niñez en general, como un sujeto acabado, ya con un criterio formado y no precisamente en formación), es propia de un sistema económico-social que prepara al individuo, no en el despliegue de sus condición humana, sino simplemente como un elemento productivo (es decir, como un sujeto enajenado).
En la Educación Básica, cuando el infante está en pleno proceso de formación, cuando nada en él está acabado o determinado definitivamente, esa formación omnilateral representa el ofrecimiento de todas las opciones posibles para que, en su momento, en las determinaciones propias ya del uso de su criterio y en la conciencia de sus capacidades y habilidades propias por él mismo reconocidas, opte, desde esa base conocimiento omnilatral, por la profundización del conocimiento especializado*.
El individuo en una intelectiva formación omnilateral y en los valores del aprecio al trabajo y el colectivismo, no sólo tendrá una base de cultura en el conocimiento universal, sino, esencialmente, será un sujeto social dispuesto y en las capacidades y habilidades para integrarse en la producción económico social, en donde la sociedad, eventualmente, se lo demande, cifrándose en ello la transformación de un opuesto en otro, donde los conocimientos unilaterales u omnilaterales se desplieguen en el conocimiento especializado o unilateral, tanto como éste quede “condensado” o generalizado en aquel.
* Cuando el Secretario de Educación Pública en la Reforma Educativa 2017 en México, ya por ignorancia o bien por los deliberados intereses del capital de formar un sujeto alienado y en la enajenación al sistema de producción de “la ganancia máxima”, plantea las cosas exactamente al revés, con la metáfora de “cambiar una hectárea de conocimientos con un centímetro de profundidad”, por el evidente absurdo como propósito de la Educación Básica, de una niñez con <<un centímetro de capacitación, por 10,000 m de profundidad>>. La idiotez es evidente.