Aplicación del Materialismo Dialéctico a la Teoría de la Educación. Categorías Fundamentales (1)

21.07.2017 18:15

Aplicación del Materialismo Dialéctico

a la Teoría de la Educación.

Categorías Fundamentales (1).

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

https://dimensionalidad,webnode.mx/

(23 jun 17).

 

 

               Categorías Fundamentales (1).

                                          

                                           Las categorías fundamentales, esos conceptos esenciales sin los cuales no hay explicación posible de una teoría, o bien, esas “piedras angulares” sobre las cuales se enlaza la estructura de una teoría, son muy evidentes en la práctica educativa dada por toda la historia de la humanidad, y cuyas propiedades comentamos brevemente aquí.

 

                                           Conocimiento e ignorancia.  El par de categorías más fundamentales de la educación.  Como hemos visto en el apartado sobre la categoría fundamental u objeto de estudio, el problema central en educación es la adquisición del conocimiento, y en los fundamentos del materialismo dialéctico, esto ocurre en el reflejo objetivo de la realidad objetiva que determina el conocimiento verdadero, en un proceso dirigido en función del método de la ciencia.  Por su lado, ese conocimiento se juega dialécticamente en el ámbito de la ignorancia; es decir, desde esa ignorancia que no sólo ignora que ignora, sino que, más aún, en una profunda tragedia social, no quiere dejar de ignorar, esto es, que no está dispuesto a hacer nada por superar esa situación de ignorancia que no sabe que ignora, y en su naturaleza permanece indiferente, hasta que algo la mueve a salir de ello con la ayuda de un formador; a, finalmente, esa ignorancia que desea no ser, y hace algo por el conocer.

 

                                           Puede entenderse entonces, que el conocimiento y la ignorancia, son uno y lo mismo, de modo que no hay mejor ignorancia que la de aquel que en su lucha libertaria, por más que conozca y sepa, es consciente a la vez, de la vasta ignorancia respecto de un mundo de cosas por conocer; como no hay peor ignorancia que la de aquel que, condenado a la más miserable esclavitud, no sabe que no sabe, y peor aún, deliberadamente confundido por el orden de cosas para su mejor explotación, no quiere saber.

 

                                           La conciencia de la ignorancia, es pues, conciencia de la necesidad; luego viene no solo lo que el sujeto haga por sí mismo, sino, rompiendo con esa compleja alienación social, lo que la sociedad haga para liberar del yugo a sus integrantes.

 

                                           Enseñanza y aprendizaje.  Únicamente como casos excepcionales los sujetos logran superar su ignorancia por sí solos; les enseña un pensamiento dialéctico materialista natural y una aguda intuición, en una férrea voluntad.  Pero, lo común, es que el sujeto que aprende, sea enseñado.

 

                                           La enseñanza (de “enseña” o “insignia”, como bandera o pendón que guía), como la actividad que forma el conocimiento, aparte de su naturaleza metódica, sistemática, dosificada en forma y contenido, retomando a Piaget según una “genética cognoscitiva”, tiene, además, en ese simbolismo de “insignia”, un carácter no-neutral, o dicho al revés, tiene un “carácter de partido” (no de “partido político”, sino en cuanto al conocimiento en una necesaria toma de posición), sin que esto pueda dejar de ser.

 

                                           Cuando el Estado impone una normatividad en la enseñanza, entre otras razones y como algo que no puede ser sino así (considerando no sólo al Estado capitalista, sino al socialista), impone una necesaria dirección y sentido de la misma.  El Estado, en nombre de los intereses de una clase social, asume la responsabilidad de qué y cómo se ha de enseñar; pero ello implica, dialécticamente al mismo tiempo, qué y cómo ha de darse como aprendizaje; es decir, qué y cómo ha de ser apropiado por el sujeto.  Una enseñanza limitada e insuficiente, dará un aprendizaje limitado e insuficiente.  Un aprendizaje pragmático, corresponde a una enseñanza pragmática.  Un aprendizaje dialéctico materialista, científico, será resultado de la incidencia de una enseñanza dialéctico materialista y científica.  Así, en esa unidad dialéctica de los opuestos, la enseñanza como lo que ha de formar un conocimiento, se transforma y es aprendizaje cuando se despliega en éste; como el aprendizaje, como la causalidad y esencia de la realidad objetiva apropiada por el sujeto, se transforma en la enseñanza “condensada”, mismo que ha sido antes.

 

                                           Conciencia teórica y conciencia empírica.  La conciencia en general, se refiere al “conocimiento reconocido”, no sólo al conocimiento que está ahí, por ejemplo, de un árbol o de una casa, sino al conocimiento por el cual sabemos que ese árbol o esa casa representan o significan algo para nosotros; de ahí que la conciencia de nosotros mismos, está cuando nos reconocemos en un espejo (nuestra propia imagen, representa algo para nosotros).

 

                                           Esa conciencia como reconocimiento, supone, primero, la actividad empírica, sensorial, por la cual, a partir del objeto concreto, nos forma el concepto de “árbol” o “casa”, o lo que se denomina como “conciencia empírica” o “conciencia sensorial”, como el reconocimiento de las cosas en lo concreto real o por los hechos, de manera práctica.  Este era el punto de partida del conocimiento para Bacon.

 

                                           Pero, sobre la base de ese reconocimiento empírico, y como una actividad cerebral superior, está la “conciencia teórica” o “conciencia racional”, misma que ya no requiere del objeto concreto frente a nuestros sentidos (si bien lo presupone), para su reconocimiento, sino que, recurriendo a la memoria y a la abstracción de los elementos generales y esenciales de las cosas, elabora juicios y cadenas de juicios (denominados en  lógica, silogismos), por los cuales, a partir de un conocimiento antecedente ya demostrado como verdadero, afirmamos un hecho nuevo, deducido, y verificable mediante un juicio hipotético dado en el consiguiente.  Este era el punto de partida del conocimiento para Descartes.

 

                                           De este nivel o fase abstracta de la conciencia, surgen las formas del conocimiento superior, como la conciencia moral o la conciencia social y política, o la conciencia religiosa, etc.  La conciencia científica será aquella la más apegada a la realidad concreta, tanto como aquella forma de la conciencia despegada y alejada de la realidad, corresponde al pensamiento fantástico mítico-religioso.