6. Consistencia Lógica del Desarrollo de la Geografía Sobre la Base de los Postulados de Eratóstenes: Conclusiones. I Parte

17.06.2019 10:08

6.  Consistencia Lógica del Desarrollo de la Geografía

Sobre la Base de los Postulados de Eratóstenes:

Conclusiones. I Parte

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

https://dimensionalidd.webnode.mx/

 

            Conclusiones. I Parte

 

                                 En 1974, estando en el bachillerato, nos registramos en el “Área de Económico-Sociales”, habiendo decidido hacer los estudios profesionales de geografía.  Lo primero que hicimos fue empezar a recopilar información sobre la historia y teoría de la geografía, con el obvio interés de saber a qué íbamos.  De inmediato destacó la falta de información al respecto, que atribuimos a nuestra inexperiencia para hacernos de ella; pero pronto vimos, a través del desconocimiento mismo de nuestros profesores de geografía, que ese era un problema real.

 

                                 En 1975 ingresamos al Colegio de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, y creímos que ya ahí, esas dudas acerca del objeto de estudio y método de la geografía, así como de las fuentes acerca de su historia, se resolverían; más aún, cuando frente a nosotros estaba la principal autoridad en la materia en México, el Dr. Jorge A. Vivó Escoto, quien nos dio una respuesta sencilla, la cual sólo describía el mismo caos teórico y la ausencia de una lógica histórica; e, impensadamente, ahí se definió nuestro destino y misión como geógrafo: <<teníamos que poner orden>>.

 

                                 Al final de los estudios profesionales en 1979, ya teníamos una buena cantidad de información y fuentes recopiladas, mismas que en su cantidad, eran directamente proporcionales al caos teórico en esta disciplina de conocimientos.  Y en ese actuar impensado, de la manera más natural, habíamos venido aplicando a toda esa información el análisis materialista dialéctico, como el sistema filosófico en el que nos habíamos venido formado de manera autodidacta desde 1967; y con tales bases, teníamos ya nuestra propia interpretación de la historia y teoría de la geografía.  Y fue gracias al Dr. Carlos Sáenz de la Calzada, que nos hizo ver la importancia de lo que teníamos en las manos y que nos sugirió elaborarlo como tesis de grado, que finalmente cristalizó en ella con el título de “Geografía: Fundamento de su Teoría del Conocimiento” (1983).

 

                                 De manera inicial, nuestra interpretación de la historia y teoría de la geografía no era en nada diferente a lo estudiado y aceptado como geografía en nuestros estudios profesionales: el que la geografía era una “ciencia del estudio de la distribución, causas y relaciones de los fenómenos naturales y sociales”.  El problema inicial era sólo “poner orden” a aquel caos, conforme al método dialéctico materialista, en una formalización teórica de esos conocimientos; es decir, establecer su objeto de estudio (retomado de su enunciado ya dado), y método en función de sus postulados, principios, categorías fundamentales y leyes en un orden axiomático (todo esto último, precisamente sin orden ni argumentación).

 

                                 Un año después, en 1980, al concluir el análisis y elaboración de ese intento, lo que reportábamos al Dr. Carlos Sáenz de la Calzada, entonces Director de Tesis, fue que, “la hipótesis no se verificaba, era falsa”; esto es, que la geografía no podía fundamentarse como una ciencia, sobre la base de definir su objeto de estudio en la heterogeneidad de la “relación de los fenómenos naturales y sociales”.  De ello no se seguía ninguna axiomatización lógica, deducida, de sus postulados, principios y categorías que nosotros habíamos generalizado de su historia.  Su sugerencia fue que concluyéramos la tesis con esa conclusión; algo totalmente válido, pero que con su característica de “resultado negativo”, no nos dejaba el sentido de lo esperado en una normal afirmación categórica de algo.  Y entonces, ya en 1981, nos dispusimos a rehacer la investigación sobre la base de una distinta categoría principal como objeto de estudio.  Y subyacente a los conceptos de “distribución” y “relaciones”, en su generalización, un feliz día de ese 1981 encontramos que esta categoría era el espacio.  Y toda una nueva reinterpretación de la historia y teoría de la geografía adquirió una lógica perfectamente consistente con ello en tanto su objeto de estudio.  Nuestra afirmación categórica, en pleno sentido positivo, era ahora, que la geografía, entonces era: una “ciencia del estudio del espacio” (y no refiriéndonos con ello al “espacio cósmico, sino a “algo” denominado así, lo que ello fuese).

 

                                 Decir que la geografía estudiaba el espacio (en el entendido de lo que ello fuera); cuando ni los diccionarios de filosofía ni las definiciones de la física en general eran precisas en ello, en aquel 1981, hacía de nuestra propuesta algo que parecía lindar con la “ciencia-ficción”, siendo tan diferente a lo que había parecido ser durante veinte siglos de historia “oficial”.  Y tan desconcertante nos fue a nosotros mismos, que retuvimos el trabajo durante todo 1982.

 

                                 Así, sin una noción clara del concepto de espacio en la ciencia en general, sin la comprensión, y más aún, el prejuiciado rechazo al materialismo dialéctico (al “marxismo”, al “comunismo”), en esos años previos al derrumbe de la experiencia socialista de la Unión Soviética (1989), y en medio de una geografía que por siglos no podía definirse por ella misma, sino en función de otras ciencias en el fundamento estraboniano, por veinte siglos incuestionado éste en su evidente error lógico de sustitución de tesis, tuvimos que empezar a elaborar nuestra propia teoría de la geografía (en contra de todo y de todos).

 

                                 Contando con muy pocos datos sueltos por ahí en uno que otro ensayo de historia y de teoría de la geografía obtenida en el posgrado en el curso de los años ochenta, nos dimos cuenta que, independientemente, habíamos redescubierto algo a lo que Alfred Hettner ya se había aproximado muchísimo hacia 1930 sobre la base del análisis empiriocriticista, pero lo cual aumentó nuestra seguridad y convicción de que estábamos en el camino correcto.

 

                                 Pero se vinieron encima años muy duros, muy difíciles, la década de los años noventa del siglo pasado: una crisis económica que destruyó no sólo nuestra capacidad de seguir trabajando con posibilidades independientes en la difusión de nuestras ideas, sino en la capacidad misma de poder pensar en la teoría de la geografía.  Estudiamos entre 2003 y 2009 una Maestría en Educación Superior por razones de estar involucrados laboralmente en la educación; y luego hicimos un Doctorado en Filosofía, para reforzar nuestros fundamentos filosóficos en geografía teórica; y no fue sino hasta el año 2009 que, en una situación por demás absolutamente circunstancial, que creamos nuestro Blog: https://espacio-geografico.over-blog.es/, dotándonos nuevamente de nuestra capacidad para publicar y difundir nuestras ideas, recuperando nuestro trabajo de geografía teórica.

 

                                 Durante 2009-2010, publicamos cronológicamente todos nuestros materiales acumulados, y para 2011-2012, estábamos ya en condiciones de publicar lo nuevo.  Entonces la crisis política del país nos involucró en el asesoramiento filosófico-pedagógico al profesorado democrático de educación básica*, el cual había venido desarrollando lo que denominaban como un “Proyecto Alternativo de Educación, Ciencia y Cultura” (PNAECC), para el cual aportamos los fundamentos dialéctico materialistas en la educación, en esa misma lógica que lo habíamos hecho para la geografía.  Y se desató sobre nosotros la represión política fascista con la detención policiaca arbitraria sobre nuestro hijo (no resuelta sino 73 días después), pero que nos distrajo de todo cuanto estábamos haciendo, y que en el reclamo de la reparación del daño conforme a la demanda de Derechos Humanos, nos consumió una lucha de denuncia política hasta principios de 2017; lapso en el cual, a mediados de 2014, en una acción oscurantista, se dañó nuestro Blog desde el Servidor en España; de donde, para principios de 2015, creamos el actual Blog: https://dimensionalidad.webnode.mx/; y luego nos continuamos con el proceso electoral de 2018, por lo que no ha sido sino hasta este 2019 que hemos vuelto al trabajo geográfico (ciertamente, cuando ya todo a nuestro alrededor parece derrumbarse).

 

                                 A partir de aquí, recuperada la geografía original, la verdadera geografía espacista  de Eratóstenes, ésta reclama ahora de sus estudiosos un verdadero espíritu de geógrafos (el espíritu de Anaximandro, de Demócrito, de Eratóstenes, de Crates, de Hiparco, de Ptolomeo, de Toscanelli, de Vespucio, de Mercator, de Hettner), en la investigación del espacio geográfico, no esperando que “alguien”, de alguna otra ciencia, como por dos siglos así ha sido en la nula formación científica del geógrafo; venga a decirnos qué es eso; sino que, a partir de lo dado, como la definición de espacio geográfico aquí expuesta, dicho geógrafo se plantee el método e hipótesis de cómo abordar su estudio y desentrañar paso a paso sus propiedades, regularidades y leyes.  Esa definición del “espacio geográfico” como “el estado de vacío relativo de la transformación, conexiones y relaciones continuo-discretas en un sistema de referencia”, no es hoy, algo más complejo que lo que en 1981 lo fueron los conceptos mismos de “espacio” y “vacío”, resueltos en el curso de las siguientes tres décadas.

 

                                 Al geógrafo actual, con nula formación científica, ese panorama debe, incluso, paralizarlo; pero debe entenderse que los últimos veinte siglos, sólo fueron para avanzar, porque no había otra posibilidad, en el conocimiento empírico-concreto del espacio geográfico, en lo que se resolvía uno de los problemas más complejos dados al pensamiento humano: el concepto de “espacio”.  Pero resuelto ello, es con ese fundamento que debe continuarse ahora en la elaboración teórica del conocimiento del espacio geográfico, con los rudimentos con que en su momento así ha empezado todo ciencia especial.  No tenemos que empezar por la idea de una “alta ciencia muy elaborada”, eso no corresponde a la objetividad; por lo contrario, modesta y sencillamente, sólo tenemos que continuar por una ciencia con consistencia lógica, en la que, a partir de un concepto ya comprobado, se deduzca el siguiente, tal como así lo hemos demostrado en este trabajo, retomando la investigación geográfica de lo simple a lo complejo y de lo general a lo particular, a partir de su estado teórico dado en la geografía espacista hasta el siglo XVIII.

 

                                 Históricamente dado, está todo ese trabajo del conocimiento empírico-concreto del espacio geográfico expuesto en el desarrollo de la cartografía como reflejo y análisis del espacio geográfico, aportando un gran cúmulo de categorías para la teoría acerca de éste, que debemos generalizar del estudio de la propia historia natural del espacio geográfico.  En la diferencia entre el error lógico de suplantación de tesis dado en la geografía de Estrabón, que históricamente va del idealismo estoicista de éste, al empirismo racionalista en la Ilustración, al positivismo y empiriocriticismo en los siglos XIX-XX, y al racionalismo crítico y “pensamiento complejo” de fines del siglo XX a la actualidad (fines de la segunda década del siglo XXI), y el conocimiento geográfico lógicamente consistente con los postulados de Eratóstenes y dado con fundamento en la dialéctica materialista, está ahí de fondo, una formación del estudioso de la geografía, ya como un mero empirista descritptivo enciclopedista, o bien como un investigador de las relaciones causales del espacio como tal, con los elementos de la ciencia; de modo que a esta última propuesta del conocimiento geográfico, ha de acompañarle una rigurosa formación de la ciencia y el método de la ciencia (sin confundir ello con la disposición de deslumbrante alta tecnología cibernética y los Sistemas de Información Geográfica, lo cual es sólo una herramienta técnica).

 

                                 Un concepto determinante en el cambio de los fundamentos teóricos del positivismo empirista, descriptivista y enciclopedista que sustentó el conocimiento geográfico durante los siglos XIX-XX, incluso en su forma empiriocriticista o de racionalismo crítico, fue la introducción, por nuestra parte, del concepto de “estado de espacio”, por el cual, cualquier fenómeno natural o social, deja de considerarse en el conocimiento geográfico por el estudio de las propiedades, relaciones, vínculos y leyes propias de tal fenómeno, objeto de estudio, en esas condiciones, de otra ciencia; para estudiarse exclusivamente en la faceta de sus propiedades, relaciones, vínculos y leyes espaciales; es decir, de ese fenómeno, cualquiera que sea, estudiado exclusivamente en sus propiedades espaciales, en términos de un “estado de espacio”, ya discreto (con masa), ya continuo (como campo).  A esto se había aproximado muchísimo la propuesta empiriocriticista de W.M Davis, M.E Schulz, y A. Hettner, en el defecto, en su idea “morfologista”, de una categorización, no de espacio, sino de “paisaje”, retomando los conceptos generales del fenómeno estudiado como tal; por lo que, a diferencia de ello, en nuestra propuesta se hizo necesario todo un aparato de categorías fundamentales como reflejo de las propiedades más generales y esenciales del espacio estudiado en sus condiciones particulares, con más de un centenar de conceptos inherentes al espacio (haciendo una especie de “lenguaje propio”).

 

 


*        El Comité Ejecutivo Nacional Democrático (CEND, Sección XVIII, de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, CNTE).