5. Consistencia Lógica del Desarrollo de la Geografía Sobre la Base de los Postulados de Eratóstenes: Las teorías de la “asimetría causal de rotación” y “simetría dimensional”. g) teoría del espacio geográfico 1

14.05.2019 14:58

5.  Consistencia Lógica del Desarrollo de la Geografía

Sobre la Base de los Postulados de Eratóstenes:

Las teorías de la “asimetría causal de rotación”

y “simetría dimensional”

g) teoría del espacio geográfico.

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

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  1)  el espacio del ámbito geográfico.

 

                                 Ahí está, en la historia de la ciencia de la geografía, una enorme cantidad de propiedades objetivamente descubiertas en el tratamiento empírico del espacio terrestre a lo largo de la historia humana.  Hasta ahora, nunca había sido teorizado, a pesar de que se han dado definiciones del mismo que aparentaría esa teorización; sin embargo, la recurrencia de esas disímbolas definiciones ha estado en función de sus mismas limitaciones subjetivistas, empíricas y superficiales, como consecuencia de la carencia de una verdadera elaboración teórica de su concepto.

 

 

Los conceptos históricamente dados de las propiedades del espacio

y en particular del espacio geográfico, a lo largo de la historia del pensamiento humano.

 

Antes de Anaximandro, el concepto de espacio tenía apenas unas 15 propiedades 

 

                                 El geógrafo actual, de una geografía fenomenista, empírica, descriptivista y enciclopédica, que no se define por sí misma sino en función de otra ciencia, un geógrafo que no distingue a la geografía en su propia naturaleza, de su supuesta “condición aplicada” y hace de ésta “aplicación” toda geografía; con una nula formación científica, y por lo mismo, fácilmente influenciado por el subjetivismo de autores con “ideas geniales”, ha venido, en el curso del siglo XX, de una definición de moda del espacio geográfico a otra; curiosamente, mucho antes de reconocer a éste como su real objeto de estudio.  Puede decirse incluso, que todos los atores en la disciplina de conocimientos geográficos, aún estudiosos de los fenómenos naturales y sociales, han hablado de una u otra forma del espacio geográfico, evidenciándose con ello que como concepto invariablemente presente, no sólo ha sido una delas categorías principales, sino que esta es la categoría fundamental más esencial en geografía, en tanto que, finalmente, su objeto mismo de estudio.

 

                                 Nosotros concluimos, desde 1981, que el espacio en el ámbito de la geografía era realmente el objeto de estudio de la geografía, y no, como estaba propuesto desde principios del siglo XX, del estudio de los fenómenos naturales y sociales en su distribución[a].  Dos años después, en un simposio en el Instituto de Geografía del la UNAM en 1989, finalmente se aceptó (como siempre, como hecho de moda impactante), que el objeto de estudio de la geografía era el espacio; sin percibirse (a falta de formación científica) que de ese concepto no había aún definición, y más aún, que como “espacio geográfico”, necesitaba ser aclarado: “el objeto de estudio de la geografía, es el espacio”; pero si a ello se agrega “espacio geográfico”, entonces en la definición aparentemente está presente lo mismo que se está definiendo (tautología).  Una ciencia se define por su objeto de estudio, pero repetir en el objeto de estudio lo mismo que se quiere definir, no dice nada; es como decir que la geografía es o estudia “algo” geográfico (y en donde nos volvemos a preguntar qué es eso).

 

                                 Esa determinación de la “geografía como ciencia del estudio del espacio”, la dimos así, sin definir el concepto de “espacio”, dado que desconocíamos las propiedades esenciales de ese “algo” (el espacio), que lo expresábamos en su forma muy particular en el ámbito de la geografía, como “espacio geográfico”.  Esto es, que, dicho de otro modo, hasta simplistamente, el espacio geográfico es geográfico, porque no es ni “espacio cuántico”, ni “espacio cósmico”.  Pero más interesante aún, y que ya distinguíamos desde entonces, que tampoco es “espacio terrestre” exclusivamente.

 

                                 El “espacio geográfico”, el espacio del ámbito de la geografía, es, pues, una abstracción (y no por ello un subjetivismo) de un espacio mesocósmico aplicable no sólo a la Tierra, sino, como forma de existencia de la materia, a cualquier otra forma de movimiento de la misma en su estado intermedio entre el microcosmos y el macrocosmos.

 

                                 Luego entonces, después de todo este tiempo en que ha sido determinado y demostradas las propiedades esenciales del espacio, el objeto de estudio de la geografía debe ser precisado en su definición concreta.  Y así, pasando de su definición filosófica y su definición física, el espacio, objeto de estudio de la geografía, es: “el vacío relativo de la dialéctica de las transformaciones continuo-discretas en un sistema de referencia determinado”.

 

                                 La diferencia de esta definición del espacio geográfico de cualquier otra, está en que ella no es producto de “genialidad” alguna, no es una “propuesta” subjetivista, sino la objetiva generalización y síntesis de un conjunto de propiedades esenciales que en los últimos cuarenta años, teníamos, incluso, que demostrar en su existencia real, objetiva y concreta (el vacío y la propiedad del continuo vacuo, y con ello el espacio mismo, además de forma de existencia, como una forma más del movimiento de la materia).

 

                                 Evidentemente, en esa definición tampoco hay un “rebuscamiento” como para hacer las cosas “misteriosas” e “interesantes” (como resultaría de una propuesta subjetivista).  Lo que hay en ella es simple y llanamente, lo mismo que ya se había planteado como una gran intuición por Anaximandro en su ápeiron, como en el vacío por Demócrito, que Eratóstenes rechaza como la definición de espacio dada su complejidad, y que no tuvo respuesta científica hasta el año 2012 con la demostración de la existencia de ello con otro nombre: el “campo de Higgs”.

 

                                 Entender ahora qué es el “vacío relativo” (eso que denominamos como el vacuum), no es más complejo -hemos dicho ya en otros artículos-, que lo que fue entender a partir de 1981, qué era el espacio y sus propiedades esenciales, el vacío, no sólo en su existencia, sino en su naturaleza.  Y es aquí, entonces, que entender aquello para cuyo estudio desde Eratóstenes hasta Hettner no se tenía elementos teóricos, pero que ahora para nosotros sí, que comienza la teoría del espacio en geografía; entendido filosófica y físicamente como el continuo campo vacío, en una mayor esencialidad geográfica ya como la teoría del “vacío relativo”, que en tanto objeto de estudio de la geografía, es, al mismo tiempo, la teoría de la geografía misma, dada ya no por la sumatoria de sus hechos empíricamente resumidos, sino por lo teórica deducción lógica de sus propiedades y leyes.

 

                                 El concepto de lo “relativo”, como una aclaración más, no está dado según la idea relativista einsteniana para el que el valor de la velocidad de la luz es el “sistema de referencia”; sino está dado en esa relatividad galileana de la mutua referencialidad de los sistemas de referencia mismos.  Esto es, en donde x,y,z es sistema de referencia del sistema de referencia a,b,c; tanto como el sistema de referencia a,b,c, lo es del sistema de referencia x,y,z; por lo que para el estudio del espacio en geografía (el “vacío relativo”), es suficiente la física newtoniana (por lo menos, quizá, de momento, yendo más allá de su concepto de “vacío absoluto”).

 

                                 No hay nada de qué sorprenderse por estos enunciados, pues ya intuitivamente desde fines de los años setenta a principios de los ochenta cuando la intensa discusión internacional en geografía teórica dio inicio, ya en la revista española “Geocrítica”, se cuestiona a la geografía como ciencia del estudio del espacio, como tal, estudiosa de una “realidad geometrizada” y de un “vacío” al que, como tal, nada había qué estudiarle.  Pero ese era el cuestionamiento de la cerrazón que no comprende la ciencia ni el método de la ciencia, que en vez de asumir consecuentemente el reto al intelecto para una investigación científica lógicamente consistente con las propiedades de su objeto de estudio y desentrañarlas, con malabares sofísticos se eludió esa responsabilidad, y se continuó en aquello mismo de lo que se quería salir (el empírico descriptivismo enciclopédico de los fenómenos).  Nosotros asumimos ese desafío siendo consecuentes con el espíritu de la ciencia y su método; ciertamente implicando tiempo y esfuerzo de pensamiento en el ejercicio de abstracción; pero tres décadas después, demostramos que esa “geografía espacista” no sólo era posible, sino que ella era la geografía en sí.

 

   

Revista Geocrítica: caricatura criticando al "geógrafo geómetra" 

por su supuesta "falta de compromiso social"

 

                                 En ese “vacío relativo”, en tanto tal, ocurren las “la dialéctica de las transformaciones continuo-discretas”; esto es, las interacciones entre los campos físicos y las masas.  Y en este punto está el último contacto con esa vieja geografía empírica de los fenómenos.  Más aún, el concepto d espacio como “forma de existencia de la materia”, como el “vacuum”, está en el ámbito filosófico; pero incluso el concepto de espacio como el “vacío relativo”, o como un “campo continuo”, está aún en el ámbito de la física.  El concepto de espacio, para hacerse realmente “espacio geográfico”, el espacio del ámbito de la geografía, debe traducirse a las categorías de ésta; y así, la interacción entre los campos (gravimétrico, térmico, barométrico, eléctrico, lumínico, magnético), y las masas (litosféricas, como las montañas; atmosféricas, como las masas de aire; hidrosféricas, como los océanos, lagos o ríos; biosféricas, como los bosques, selvas o sabanas; o sociosféricas, como las sociedades o las poblaciones), que nos emite a aquella vieja geografía estraboniana por defecto, se generaliza, y con ello empezamos a tomar datos, primero, en forma de los estados continuos y discretos, despojados de las cualidades particulares de esos campos o masas; pero más aún, segundo -y siendo esto lo esencial de esta teoría que finalmente deslinda de todo fenómeno-, esas abstracciones de los campos y masas en los estados continuos y discretos que no son  sino formas de ser del espacio en su modo vacuo (el campo, el continuo), o en su modo pleno (las masas, lo discreto), son en consecuencia, a su vez, “estados de espacio”.

 

Estados de espacio en la básica geometría euclidiana,

y estados de espacio, por ejemplo, en la geometría topológica.

 

                                 De los estados de espacio, como geógrafos, no nos interesan sus cualidades particulares que no sean las espaciales [b], tanto internas como en sus conexiones y relaciones externas.

 

                                 Y las condiciones más generales y esenciales de las conexiones y relaciones de los estados de espacio, se dan entre la masa terrestre y sus campos gravitatorio, electromagnético, lumínico, térmico y barométrico (entre otros posibles); y aquí ya el “vacuum” filosófico o el “vacío relativo” físico las o interacciones continuo-discretas, deben ser entendidas geográficamente como la dimensionalidad; y es por ahí por donde debemos empezar a rehacer lógicamente la geografía.

 

                                 Como en toda ciencia, se tiene que elaborar hipótesis y teorías, y una primera “hipótesis”, que en realidad no era tal pues no necesitaba demostrarse, fue el aplicar a la tridimensionalidad del planeta, la geometría euclidiana tridimensional, en lo que directamente denominamos como la elaboración de la teoría de “simetría dimensional”, que empezó por lo más simple: estudiar la simetría de la esfera terrestre.

 

                                 Pero antes de entrar en las particularidades de esa teoría, conviene, lógicamente, entender esos conceptos de dimensionalidad y de simetría dimensional, a lo que nos referiremos en un siguiente artículo.  Tomaremos el planeta Tierra en su condición de estado de espacio discreto (prescindiendo de momento de su estado de espacio continuo de campo), y comenzaremos a estudiar su geometría en función de los ejes, planos y ángulos de simetría.

 

Simetría dimensional; planos de simetría.

 

 


[a]      Desde 1987, al negársenos la cátedra claramente ganada por concurso de oposición, al quedar “proscrito” de la geografía “oficial” institucional que nos declaraba en condición de “muerte geográfica” y sin posibilidades de publicar, nos quedó siempre la preocupación de que el espacio como objeto de estudio de la geografía, se entendiese en si como “espacio geográfico”, dando lugar a una definición tautológica, que necesitaba ser aclarada; no obstante, quedó ahí en suspenso hasta ahora.

[b]      Hettner no andaba ya muy lejos de resolver l problema.  La diferencia entre lo aportado por Hettner y lo aportado por el autor de estas líneas, está en la diferencia entre los fundamentos filosóficos del empiriocriticismo en el caso de Hettner, y el materialismo dialéctico en nuestro caso.