5. Consistencia Lógica del Desarrollo de la Geografía Sobre la Base de los Postulados de Eratóstenes: Las teorías de la “asimetría causal de rotación” y “simetría dimensional”. e) La “simetría dimensional”.

16.04.2019 12:13

  5.  Consistencia Lógica del Desarrollo de la Geografía

Sobre la Base de los Postulados de Eratóstenes:

Las teorías de la “asimetría causal de rotación”

y “simetría dimensional”

e) La “simetría dimensional”.

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

https://dimensionalidd.webnode.mx/

 

  e)  La “simetría dimensional”.

 

                                 Egresamos de los estudios profesionales de geografía (1979-1980), y ya existía en nosotros la idea de crear una asociación profesional con sus publicaciones respectivas y sus logos de identidad, y hasta nos diseñamos un Ex Libris (sello que nunca mandamos a hacer); y en todos los casos, esos logos de identidad involucraban un mapa desplegado, un mapamundi, un Globo Terráqueo, e, intuitivamente, la presencia en ellos de la Luna; es decir, que, la identidad esencial de la geografía en la representación del espacio terrestre y la influencia en él de la Luna, estaba ya desde entonces en nosotros, aún antes de elaborar nuestra tesis de grado y en contra de todo lo que hasta ese momento se nos había enseñado en la Facultad.  Y luego de nuestra tesis y los fundamentos del conocimiento geográfico elaborados en ella, el espacio geográfico lo concebimos como una gran esfera que abarca las cinco sextas partes de la distancia entre la Tierra y la Luna, determinado precisamente por la interacción de los campos gravitacionales de ambos cuerpos.  Eran, entonces, los primeros años de la década de los ochenta del siglo XX.

 

 

 

                                 Transcurrieron casi treinta años, en el curso de los cuales aquellas ideas se fundamentaron y enriquecieron aún más; y de la manera más circunstancial, hacia mediados de 2009, nos vimos involucrados de pronto en la creación de nuestro Blog por Internet, el que con toda legitimidad titulamos: https://espacio-geografico.over-blog.es/ (luego oscurantistamente hackeado y dañado desde el Servidor a mediados de 2014).  En los campos para insertar la identidad del Blog, se daba la opción de instalar lo que en esa plataforma se denominaba, un “Avatar” (que según el Diccionario asumimos como una “vicisitud”, o una circunstancialidad, en este caso, de identidad del Blog), e instalamos un logo que de alguna manera años atrás nos revoloteaba en la cabeza como una máxima simplificación o abstracción, y una máxima generalización y esencialidad de la representación del espacio terrestre: la interacción de tres planos perpendiculares entre sí, formando la geometría del espacio tridimensional euclidiano.  En su centro, con tintes rojos y amarillos, representamos el centro de la Tierra; y en un ángulo simbólico fuera de ese espacio en el sistema euclidiano, colocamos otro semejante más pequeño representando el espacio de la Luna.  No está en ello ni la Tierra ni la Luna concretas con sus cualidades, sino sólo está la representación del espacio tridimensional de ambos astros.  Fue el primer paso en la concreción final de nuestra teoría del espacio inherente a la geografía.

 

 

                                 Ese logo de abstracción de una identidad, fue producto de la fructífera analogía con un cristal, y cuando revisamos la teoría de la cristalografía, nos dimos cuanta de que, finalmente, teníamos los fundamentos, ya no sólo filosóficos, sino, además, físico-matemáticos de la teoría del espacio en geografía.  Y, como lo hemos venido tratando aquí, ello, en plena consistencia lógica con los postulados de la geografía de Eratóstenes.

 

                                 Un siguiente problema a resolver fue la adecuación o correspondencia de ese abstracto sistema geométrico, a la estructura concreta de la Tierra.  El plano ecuatorial del sistema geométrico estaba de suyo objetivamente determinado en correspondencia con el plano ecuatorial de la Tierra.  Pero los dos planos de simetría meridional requerían de una definición, justificada ya sea convencionalmente, o como preferentemente lo encontramos, determinados, a su vez, objetivamente.  Estudiando el problema, volvimos a nuestro antiguo “Atlas de Nuestro Tiempo”* (1964), de Frank Debenham y Francisco Vázquez Maure.

 

                                 Al igual que para la objetividad en la condición de la simetría bipolar con el ecuador de la Tierra, también podía establecerse objetivamente (es decir, por las propiedades naturales de la Tierra), la simetría meridional: y ahí estaba la línea central en el doblez de las láminas de las páginas 114-115, en que se despliega el mapamundi del Océano Pacífico; esto es, el meridiano de simetría en los 160° long. Oeste; y por la parte opuesta, los 20° long. Este, pasando por el centro de África.

 

 

                                 De pronto, como en el modelo kepleriano de los sólidos perfectos para las órbitas planetarias, quedaba armado nuestro modelo propio del espacio geográfico objetivo y concreto.  El plano perpendicular a los 160° long. Oeste, se definía por las coordenadas 70° long. Oeste y 110° long. Este, el cual, asimétricamente divide a la Tierra en un Hemisferio de Agua (el Océano Pacífico), y, en general, un Hemisferio Continental.

 

 

 

                                 Por la analogía con la cristalografía, lo que visualizamos de inmediato, fue que, lo que para ésta es la clasificación de las redes cristalinas[a], para nosotros y la teoría del espacio en geografía, fue la matemática del movimiento del espacio terrestre en su historia geológica.

 

                                 Y había, en esa observación de los mapamundis de Debenham-Velázquez Maure, no sólo una asimetría determinada por el meridiano 70° long. Oeste-110° long. Este, que denominamos de “asimetría relativa”, dado que no hacía un hemisferio únicamente continental, sino que incluía al Océano Atlántico; pero que, observando uno de sus globos hemisféricos, en uno, en un plano ortodrómico bastante inclinado (50° respecto del Polo Norte con punto de tangencia sobre los 40° latitud Norte), se hace una “asimetría absoluta”.

 

 

                                 Lo último que estábamos estudiando antes de encontrarnos con el trabajo de Katterfeld de 1962, era, en esa analogía con la cristalografía, la adecuación de los parámetros de clasificación de los cristales, a la simetría dimensional del espacio terrestre, de donde, respecto del plano de “asimetría relativa”, el espacio terrestre lo definimos como un “caso tetragonal”: x=y≠z; a=b≠c; alfa=beta=gama=90°[b].  Pero respecto del plano de “asimetría absoluta”, se tendría un “caso hexagonal” propio a un ovoide (de ejes de simetría x=y≠z; de planos de simetría, a=b≠c; y de ángulos de simetría alfa=gama=90°; beta<90°.

 

                                 Más aún, nos surgió el supuesto hipotético de que la clasificación de las siete estructuras básicas de la cristalografía[c] que muestran desde la estructura más simple y “estable” en la triaxialidad de un cubo (de ejes iguales, planos iguales, y ángulos iguales a 90°), en el caso de la cristalografía, o de una esfera en el caso del supuesto hipotético geográfico, hasta la estructura más compleja e “inestable” dada en la triaxialidad “triclina” para la cristalografía (de ejes de simetría todos desiguales; de planos de simetría todos desiguales; y de ángulos de simetría todos desiguales diferentes a 90°), o de una espacio amorfo en el caso del supuesto hipotético geográfico; que nos representaba la evolución geológica misma de la Tierra, desde su condición totalmente plástica “inestable” y amorfa en el origen de su formación, hasta su relativo enfriamiento y “estabilización” en la esfera actual, tal como puede apreciarse en el cuadro siguiente:

 

Cuadro de la clasificación de las estructuras básicas del espacio en la “simetría dimensional”, 

que hace, a la vez, la hipótesis de la evolución geológica del mismo en el caso del espacio terrestre.

 

                                 Y en este punto, entramos en conocimiento del trabajo de Katterfeld en el cual lo que más nos sorprendió luego de la función de la Luna en el proceso de la formación geográfica de la faz de la Tierra, fue precisamente la identidad de la teoría de la “asimetría causal de rotación”, con la “simetría dimensional” que comenzábamos a elaborar, en la condición del movimiento gravimétrico de la masa de la Tierra.

 

                                 La reflexión que nos hicimos en consecuencia, antes de entrar en cinco años más de receso forzado (2013-2017), dada una represión política, fue el que sí lo que nos estábamos planteando en esa versión hipotética era una “geometrización de la gravimetría de masas” (es decir, el que la gravimetría era la que determinaba esa geometría); o, inversamente, por lo contrario, si era una “gravimetrización de masas de la geometría del espacio” (esto es, el que la geometría del espacio era la que determinaba la gravimetría); y lo que resolvimos, abrió la puerta al más amplio y profundo horizonte en la investigación geográfica: esto es, no hay la “geometrización de la gravimetría”; lo que hay en esa hipótesis, es el movimiento del espacio dado en su geometría.

 

                                 Tanto por Einstein quien estableció que lo que desviaba la trayectoria de un fotón no era la “gravedad” de una masa, sino la curvatura del espacio, la geometría de éste, haciendo pues la equivalencia entre espacio y gravedad; como por la relatividad galileana entre dos sistemas de referencia uno respecto del otro; se hacía enteramente equivalente considerar las cosas desde un punto de vista de la “gravimetriación de la geometría del espacio”; es decir, del estudio del espacio en sí.  Geólogos y geofísicos estudian la gravimetría de la masa de la Tierra como causa; pero enteramente equivalente es para el geógrafo estudiar como causa la geometría del espacio terrestre; es decir, la geometría de la simetría y asimetría tridimensional.

 

                                 Y no sólo a mediados de 2014 se nos destruyó desde el Servidor nuestro Blog https://espacio-geografico.over.blog.es/, por poderosas fuerzas oscurantistas, sino que, como consecuencia de asesorar filosófico-pedagógicamente al profesorado democrático de educación básica que se oponía a la “reforma educativa” neoliberal, se nos descargó un acto represivo del Estado operado en ese entonces (2013), por el gobierno del D.F; lo que en una lucha política asumida en lo personal, nos consumió cinco años, hasta principios de 2017; y que resuelta aquella represión, nos prolongamos a 2018 dado el proceso electoral por la presidencia de México, no volviendo a estos apuntes geográficos sino hasta los inicios de 2019.

 

                                 Al retomar el trabajo, lo que tenemos que decir es ya conclusivo: un par de investigaciones absolutamente independientes, una en la geografía teórica de investigación básica (en los fundamentos filosóficos; nuestro caso), y otra en la geografía teórica de investigación de punta (en la leyes físico-matemáticas del fenómeno-causa, tras la indagación geológico-geomorfológica del fenómeno-efecto, en el caso de Katterfeld), pero que se hacen coincidentes, ponen de manifiesto la objetividad tanto del conocimiento geográfico, como del objeto de estudio dado en el espacio; 2) hay en ello una plena consistencia lógica del desarrollo de la geografía sobre la base de los postulados de Eratóstenes; 3) ello determina ya, con plena rigurosidad, una geografía científica; 4) a partir de aquí, por lo que a nosotros respecta, ambas teorías se funden y se hacen una; y, 5) en adelante, no conociendo lo hecho por Katterfeld en el último medio siglo, retomamos los planteamientos de éste en una interpretación y versión propia dada en la “simetría dimensional”, que en nada involucra, por supuesto, la responsabilidad científica de Katterfeld.

 

 


*        Debenham, F-Vázquez Maure, F; Atlas de Nuestro Tiempo; Ediciones de Selecciones del Reader’s Digest; México, 1964.

[a]      Según la disposición de los ejes de simetría (x,y,z), de los planos de simetría (a,b,c), o de los ángulos de simetría (alfa, beta, gama).

[b]      En nuestro intento de adecuación de los parámetros, consideramos en este caso, x=y≠>z, para obtener el elipsoide de Newton.

[c]      Jimenez Redondo, Manuel; Diccionario de Física; Editorial Rioduero; Madrid, 1976; v. Cristalografía.  Optamos por estas siete estructuras básicas por sobre las catorce que se exponen en la “Enciclopedia de la Ciencia y la Técnica” (Editorial Océano-Danae, Tomo 3).