5. Consistencia Lógica del Desarrollo de la Geografía Sobre la Base de los Postulados de Eratóstenes: Las teorías de la “asimetría causal de rotación” y “simetría dimensional”. c) Materialismo dialéctico y teoría del espacio en general.

25.03.2019 15:01

5.  Consistencia Lógica del Desarrollo de la Geografía

Sobre la Base de los Postulados de Eratóstenes:

Las teorías de la “asimetría causal de rotación”

y “simetría dimensional”

c) Materialismo dialéctico y teoría del espacio en general.

Luis Ignacio Hernández Iriberri.

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  c)  Materialismo dialéctico y teoría del espacio en general.

 

                                 A fines de 1965 se publicó en español el Diccionario Filosófico de la Filosofía Materialista Dialéctica, bajo la dirección de Mark Moisevich Rosental (1906-1975), y Pável Fedorovich Iudin (1899-1968)*.  Fue un material esencial como una necesidad del Instituto Marx-Engels, como del Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias de la URSS desde 1920; luego durante los años treinta a cuarenta se sobrepuso la II Guerra Mundial, y durante los cincuenta tuvo que depurarse en cierto modo del mecanicismo de la época de Stalin; como esencial en nuestro estudio y comprensión del materialismo dialéctico, material el cual adquirimos en 1972; con posterioridad al estudio de las obras fundamentales de la formalización teórica del materialismo dialéctico de G. Kurzánov (1966), y Konstantinov (1967).  Cuando en 1980 los revisamos en relación específica con el concepto de espacio, nos dimos cuenta de que no había del todo unanimidad de pensamiento en cuanto a esta categoría fundamental.  De Rosental e Iudin a Konstantinov no había diferencia; pero en el trabajo de Kursánov se daba un notable avance, que, sin embargo, no se retomaba en una de las últimas obras de la época de la filosofía soviética, el Diccionario de Filosofía de Iván Timofenko Frolov, publicado en 1980, y editado en español en 1984.

 

                                 En su Diccionario Filosófico (1965), Rosental e Iudin establecen que el espacio es: 1) una forma de existencia de la materia; 2) una condición objetiva de la materia; 3) que es inseparable de la materia[a]; 4) es tridimensional; 5) expresa el orden de coexistencias de las cosas; 6) el movimiento constituye la esencia del espacio; 7) se rechaza la idea newtoniana que influyó la ciencia durante los siglos XVIII-XIX, que separaba al espacio[b] tanto de la materia como del movimiento; 8) se dejaba atrás la concepción atomística que identificaba al espacio con el vacío, incluso considerado como algo absoluto; 9) el materialismo dialéctico adopta los principios de la teoría de la relatividad de Einstein, por la que el espacio depende de la velocidad con que los cuerpos se muevan, y la estructura y propiedades geométricas del continuo tetradimensional, el espacio-tiempo, cambian en dependencia de la masa y campo de gravitación, por ellos engendradas; y, 10) las propiedades físico-químicas de la materia están condicionadas por la disposición espacial de los átomos.

 

                                 Para Konstantinov, el espacio definido por Engels en su forma más general como “forma de existencia (o de ser) de la materia”, no es erróneo, dice aquel, “mientras se trata de cuerpos y sistemas concretos”[1], es decir, para los espacios plenistas en tanto su geometría, en los que unos cuerpos se mueven en relación con otros; pero reconociendo tácitamente que ya no es así para los espacios vacuistas de dimensionalidad abstracta.  Pero ello “pierde su sentido cuando pasamos a tratar de toda la materia en su conjunto”[2] (dando lugar a un sutil reconocimiento del vacío), en donde pareciera ser que, “además de la materia[c] (sustancia discreta o masa), existen realmente el espacio y el tiempo en los que está “sumergida” de alguna manera la materia”[3] (el vacío), como condición externa del ser mismo de la materia, tal como lo entendiera Newton, a manera de una extensión vacía tridimensional absoluta, esto es, independiente de los campos. 

 

                                 En los años sesenta a ochenta del siglo XX, Konstantinov negaba esa idea newtoniana del espacio como el vacío absoluto, pero con ello, a la vez, negaba la existencia misma del vacío: “no existe espacio absoluto alguno, como tampoco extensión vacía infinita”[4]; y afirmaba, allí donde no hay sustancia[d] (masa), hay campos.  El espacio, pues, en Konstantinov, se refiere sólo a las propiedades espaciales de las cosas (su geometría, su estructura y movimiento).

 

                                 “El espacio (mejor dicho, las propiedades espaciales de la materia -de la masa-), se distingue por la unidad de la discontinuidad (lo discreto) y la continuidad”[5]; y aquí Konstantinov no podía pasar por alto el problema de Demócrito, que resuelve de la siguiente manera:

 

                        “La continuidad del espacio se manifiesta también en el traslado espacial de los cuerpos.  El cuerpo que avanza hacia un lugar determinado pasa por toda la sucesión infinita de los elementos de longitud…”[6].

 

                                 Es decir que, un cuerpo se mueve “en el espacio”, desplazándose a sí mismo punto a punto (los elementos de longitud), en su propia extensión o longitud (matemáticamente definible, pero físicamente difícil de entender).  Entre el primer punto del objeto en dirección a su movimiento, y el siguiente punto exterior a él, asumiendo que la longitud mínima en el radio del electrón, es de 10-3 cm, y en donde, no obstante, el problema de Demócrito aún está presente, porque, qué hay entre esos dos putos en el intervalo de 10-3 cm, si no vacío, no absoluto, sino quizá, ocupado por campos; donde el vacío es un campo mismo.

 

                                 Por su parte, G. Kursánov comienza estableciendo que entre las categorías principales de la filosofía materialista; materia, movimiento, tiempo, está el concepto de espacio; y acerca de él, expone las mismas consideraciones tomadas desde Engels y Lenin acerca de su objetividad, y por lo tanto, de su materialidad, así como de su inseparabilidad de lo material (es decir, de la realidad objetiva) y del movimiento.

 

                                 Kursánov a su vez hace la crítica al concepto de espacio como el vacío absoluto de Newton, independiente de las cosas.  Pero en Kursánov hay una sutil diferencia en la teorización del espacio: “…no existe el espacio vacío -dice Kursánov-, desvinculado de la materia (es decir, de la realidad objetiva)”[7].  Y a continuación agrega algo que ya da un giro en la teoría materialista dialéctica acerca del espacio:

 

                        “…el llamado vacío, no es tal “vacío” en el viejo sentido de la palabra.  Se puede extraer del espacio… todas las partículas de la sustancia.  Pero incluso luego de haber extraído todo eso, quedará “algo” que posee determinadas propiedades físicas.  Ese “algo” o vacío actúa sobre las partículas de la sustancia y es a la vez, objeto de su influencia…”[8]

 

                                 Esto es que, a diferencia de Rosental e Iudin, como de Konstantinov, que niegan la existencia del vacío en general, en Kursánov si se acepta la existencia del vacío como un estado físico que afecta y es afectado (filosóficamente, cuarenta y seis años antes del descubrimiento físico del “campo de Higgs”), si bien en tanto vacío relativo y, por lo tanto, negando el vacío absoluto de Newton.  Pero, al explicar el vacío relativo, Kursánov anota:

 

                        “El vacío representa un estado completamente determinado de los campos físicos materiales, que tienen siempre propiedades concretas reales.  Esto significa que, en realidad, no existe el espacio vacío desvinculado de los procesos materiales”[9].

 

                                 Al reconocer el vacío, Kursánov no sólo dio un paso adelante en la teoría del materialismo dialéctico, sino estableció la dialéctica del espacio en la unidad de contrarios entre el vacío y los campos, en donde los campos son el vacío desplegado en lo concreto, tanto como el vacío es síntesis o “condensación” de los campos, y aún más, expresó la respuesta que Demócrito esperaba hacía ya veinticinco siglos: lo existente entre dos átomos, es el vacío.

 

                                 Había allí, en Kursánov, un avance notable en general en el pensamiento científico, como en particular en la dialéctica del espacio, pero este avance no se reflejó aún en una de las últimas obras filosóficas de la época soviética: el Diccionario de Filosofía de Iván Timofenko Frolov, publicada en 1980 y editada en español en 1984.  Allí Frolov, al referirse al espacio, básicamente retoma a Rosental e Iudin, con sólo un agregado en la última parte: esto es que, “las propiedades espaciales dependen de la naturaleza física de los campos materiales”[10].

 

                                 Kursánov, pues, resultó una extraordinariamente valiosa excepción en el desarrollo de la teoría del materialismo dialéctico; y la continuidad de su desarrollo, más de cincuenta años después, puede considerarse este trabajo nuestro aquí expuesto, en el que hacemos un análisis conceptual del tratamiento dialéctico materialista de la categoría de espacio, exclusivamente en los autores y sus obras antes mencionadas.

 

                                 Si la contradicción dialéctica principal de la teoría del espacio, que nosotros podemos generalizar a todo el marxismo, excepción hecha de G. Kursánov, es la unidad de opuestos: <<continuo-discreto>> (que en un principio compartimos; la contradicción dialéctica principal de la teoría del espacio que nosotros rescatamos estando subyacente en los planteamientos de Kursánov, es, por su parte, la unidad de opuestos: <<vacío-campos>>.  En un opuesto en ambas contradicciones hay semejanza, pues el vacío es, a su vez, un continuo.  Donde las contradicciones difieren es en la consideración más esencial del espacio dada en su carácter plenista (lo discreto), o bien en su carácter vacuista, aún más esencial, como campo.  Dado que todo vacío es un continuo pero no todo continuo es un vacío, esa contradicción subyacente en los argumentos de Kursánov, resulta más general y esencial, y es ahora la que hemos retomado.

 

                                 Ahora viene aquí la complicación de lo nuevo.  Por mucho tiempo, en una limitación materialista mecanicista como en el pensamiento en general, se hacía la errónea identidad de lo discreto, con lo sustancial (e incluso en el idealismo, entendiendo los sustancial como “lo tangible”); y de ahí a entender lo material (lo sustancial), como “lo discreto” o “lo tangible”, no había mucha distancia.  En la filosofía materialista dialéctica se estaba consciente de este hecho, pero no se entraba en los detalles y se dejaban las cosas en un supuesto en la explicación más general, dada en el principio de la “inseparabilidad del espacio de la materia”.  Pero en aquella falsa identidad y un materialismo insuficientemente dialéctico, ese principio se tradujo en la <<inseparabilidad del espacio de “lo sustancial tangible” o de “lo discreto”>>; es decir, en donde la materia se hacía “cosas” u “objetos tangibles”, y el espacio, limitadamente se entendía tan sólo como el conjunto de las propiedades espaciales de esas cosas, y pensar en un espacio como un “algo” independiente de esas cosas, se convertía en metafísica (confusión que subsiste en la filosofía y física idealistas).

 

                                 Lo que debe entenderse desde los fundamentos dialéctico materialistas, es que la materia es lo sustancial de la realidad objetiva, y, en consecuencia, tanto lo discreto como lo continuo en tanto estados de la realidad objetiva, son sustanciales (materiales).  Por lo mismo, no sólo lo discreto es sustancia, sino lo continuo, como los campos, son, a su vez, sustanciales (es decir, materiales).

 

                                 Aceptar la existencia del vacío era condición de necesidad para poder separar el espacio como un “algo”, no de la materia, sino de los estados homólogos del vacío, la masa (entendida en su carácter discreto), y los campos (entendidos en su carácter continuo), en los que el vacío mismo se transforma.  Aceptada la realidad del vacío, descubierto físicamente ya incluso por Otto von Guerike a mediados del siglo XVI, y entendido éste en su relatividad como la naturaleza del espacio, el mismo, ya no sólo como forma de existencia o del ser, sino como una forma más del movimiento de la materia, dejaba de entenderse ya de una manera limitada como la simple geometría de los cuerpos, o bien como una abstracción metafísica.  El espacio se hizo, así, realidad objetiva y concreta en el vacío relativo.  Y todo esto se aceptó ya en la ciencia de la filosofía en el curso del último lustro del siglo XX, y a partir de 2012, con el descubrimiento del “Bosón de Higgs”, en la física.

 

                                 El siguiente paso ha consistido ahora en realizar la aplicación de todos esos fundamentos filosóficos dialéctico materialistas de la teoría filosófica del espacio, a través de los descubrimientos en el campo de la física, al conocimiento del “espacio geográfico” en particular.  Y pasamos así, finalmente, de la geografía teórica en la investigación básica (de los fundamentos de la geografía), a la geografía teórica en investigación de punta (en los límites extremos de lo nuevo que dirige el conocimiento geográfico).  Y empezando a andar por ahí, fue que nos encontramos con Genadi Nicolaevich Katterfeld y su teoría de la “asimetría causal de rotación”, planteada desde 1962 (pero mantenida como secreto de Estado).

 

 


*        Rosental MM-Iudin, PF; Diccionario Filosófico; Editorial Pueblos Unidos; Montevideo, 1965.

[a]      “Es una inconsistencia metafísica el pretender separar con independencia el espacio de los procesos materiales”, Rosental e Iudin. v. Tiempo y Espacio.

[b]      En Newton, el espacio era identificado al “vacío absoluto”-

[1]        Konstantinov, F; Fundamentos de Filosofía Marxista-Leninista; Editorial Progreso, 1982; p.58.

[2]        Ibid. p.58.

[c]      Aquí Konstantinov identifica erróneamente (o con cierto dolo para salvar los postulados einstenianos), el concepto de “materia”, con el concepto de “masa”.

[3]        Ibid. p.58.

[4]        Ibid. p.58.

[d]      Más preciso sería decir “masas”, pues la sustancia es toda la materia.

[5]        Ibid. p.58.  Agregados entre líneas o paréntesis subrayados nuestros.

[6]        Ibid. p.58.  Subrayados nuestros.

[7]        Kursánov, G; Problemas Fundamentales del Materialismo Dialéctico; Ediciones Palomar; México, 1966; p.83. Agregado entre paréntesis y subrayado nuestro.

[8]        Ibid. p.83.

[9]        Ibid, p.83.

[10]      Frolov, IT; Diccionario de Filosofía; Editorial Progreso; Moscú, 1984; v. Tiempo y Espacio.